08/05/2014, 00.00
IRAN - MYANMAR
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La educación y la libertad religiosa por el bien de Irán y Myanmar

de Bernardo Cervellera
Teherán y Yangon muestran signos de novedad, pero se ven frenados por la vieja guardia. Existe una brecha creciente entre ricos y pobres, el desempleo y el colapso de los sistemas educativos. La comunidad internacional y las Iglesias deben involucrarse en el mundo de la educación y garantizar la plena libertad religiosa, una ayuda al desarrollo importante.

Yangon (Asianews) - Escribo estas notas cuando aún estoy viajando entre Irán y Myanmar. Pasé la mayor parte del mes de abril, visitando estos dos países tan importantes en la escena internacional. Ellos parecen estar moviéndose en dos pistas casi similares, hasta hace poco, uno o dos años, fueron tratados como parias por la comunidad internacional, calificado como el hogar del terrorismo el primero; hogar de una violenta dictadura militar la segunda. Pero ambos, en un corto tiempo envían señales de novedades: Con la elección del presidente Hassan Rouhani parece que Teherán quiere abrirse a la distensión en las relaciones con los Estados y hablar de todo, incluso sobre el programa nuclear; con el nacimiento de un gobierno "laico", a diferencia del militar (aunque sus miembros son todos los militares y para la ocasión dejaron el ejército), Myanmar busca abrirse al comercio mundial y la democracia.

Sin embargo, en ambos países, encontré todas las tendencias y personalidades de las religiones que son escépticos acerca de los cambios experimentados por sus gobiernos. La desconfianza no es tanto para los nuevos líderes y sus promesas, sino a las partes que tenían hasta ahora la gestión la política y la economía, que tienden a poner palos en las ruedas para detener cualquier cambio que podría reducir su poder.

En Irán, los ayatolás están siempre presentes en la vida política y en la sociedad, confabulado con los llamados "guardias revolucionarios" de los días de Jomeini han monopolizado el poder y poseer incluso un ejército paralelo con el nacional. En este último caso, una economía de mercado más abierto significa perder rebanadas importantes y prefieren gritar su rabia hacia el Oeste, apoyado en esto por varias autoridades religiosas que ven con terror una posible ola de secularización que podrían acabar con ellos.

Los Ayatolás y la Guardia Revolucionaria prefieren mantener su mundo cerrado, relaciones internacionales controladas, arremetiendo contra las personas con sus sermones y sus policías religiosas.

En Myanmar, la democracia tan predicada no produce ningún cambio en la Constitución y las leyes, lo que impide la posible elección del líder pro democracia Aung San Suu Kyi - en las elecciones de mayo 2015 - y la venta de las riquezas de la tierra (bosques, minas, metales preciosos, petróleo, energía) sólo a quién garantiza la estabilidad y el poder del ejército. La broma más común en el mercado abierto en Yangon es: Si quieres hacer toneladas de dinero, soborna a un burócrata y alíate con alguien del ejército.

Los frutos de este cierre a ultranza son comunes a las dos situaciones: a) en primer lugar, una enorme brecha entre ricos y pobres que amenaza con hacer inestables los dos países. En Myanmar, además, los pobres son prácticamente la totalidad de la población, no los militares y sus acólitos, estrangulados por una elevada tasa de inflación y la esclavitud; b ) el colapso del sistema educativo, que no logra motivar a los jóvenes a asumir la responsabilidad y profesionalidad; en el mejor de los casos, los que tienen más éxito, tratan de emigrar; c ) existen fuertes límites a la libertad religiosa de los cristianos (y de otras religiones). Está garantizada la libertad de culto, pero se le niega a los cristianos a hacer propuestas sociales con escuelas, hospitales, centros juveniles, centros de formación profesional que pueden dar una nueva esperanza a los jóvenes e inyectar nueva creatividad en la trama de la sociedad vieja y anquilosada del antiguo poder.

A partir de esta situación hay dos consideraciones: 1 ) la Iglesia universal, para ayudar a las Iglesias hermanas de Irán y Myanmar debe centrarse mucho en la educación como una forma de adquirir conocimientos profesionales y la capacidad de funcionar en la modernidad y la arena mundial; 2 ) la comunidad internacional, junto con la libertad de comercio debe pedir y exigir la libertad religiosa, no sólo para dar aliento al entusiasmo espiritual de la población, sino para liberar a los verdaderos agentes del desarrollo que, junto con el Evangelio, se harán cargo de los últimos de ellos en estos dos grandes países. Demasiados ayatolás predican una moral que no se preocupa por los pobres; y demasiados militares exaltan el patriotismo, con exclusión de sectores de la población. La aparición de estos nuevos agentes de desarrollo capaces de incidir en la sociedad, es la mejor manera de hacer a Irán y Myanmar en verdaderos socios internacionales.

 

 

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