03/06/2017, 14.09
ASIA CENTRAL - CHINA
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OBOR, Asia central toma distancia de su alianza con Rusia, para seguir a China

de George Voloshin

Kazajistán, Kirguistán y Uzbekistán participaron en el fórum de OBOR en Beijing, albergando muchas expectativas de relanzar sus economías. China fue aclamada por los medios locales de estos países, donde en el pasado supo haber críticas. También se llegó a acuerdos con Tayikistán y Turkmenistán. Moscú, preocupada por el hecho de estar perdiendo su dominio. Por gentil concesión de The Jamestown Foundation. 

Beijing (AsiaNews) – El 14 y 15 de mayo, China hospedó un importante encuentro internacional. Más de mil delegados provenientes de 110 países, incluyendo 29 líderes mundiales, se congregaron en Beijing para participar del denominado “One Belt, One Road Summit” (OBOR). La iniciativa del One Belt, One Road (BRI) fue propuesta inicialmente por el presidente chino Xi Jinping en el año 2013. Desde entonces, ésta ha crecido hasta llegar a convertirse en un ambicioso proyecto transcontinental orientado a reafirmar el nuevo rol decisivo de China en el ámbito de los asuntos euroasiáticos.

Levantando la apuesta, a fin de demostrar la seriedad de los compromisos asumidos en el exterior por su país, Xi inauguró el evento ofreciendo 124 millardos de dólares que suman una combinación de ayudas, préstamos e inversiones. Los medios estatales chinos se ocuparon de resaltar el alto nivel de interés que revestía el BRI, destacando la presencia de los funcionarios de las Naciones Unidas y del Fondo Monetario Internacional (FMI), de un puñado de presidentes y de primeros ministros de la Unión Europea, y del presidente de Rusia,  Vladimir Putin. Este último intervino en el encuentro junto a los jefes de Estado de Kazajistán, Kirguistán y Uzbekistán, los cuales colectivamente representaron a Asia Central (Gazeta.ru, Akorda.kz, Mayo, 15; Gazeta.uz, Tazabek.kg, Mayo, 14).

Resulta interesante que la cobertura mediática de la cumbre de Beijing haya sido unánimemente positiva en la región del Asia Central; lo cual marca una diferencia con respecto a otros años, cuando China recibió tanto elogios como críticas. El presidente kazajo Nursultan Nazarbayev, quien actualmente es, entre sus pares, el líder que lleva más años en el poder, supervisó la firma del acuerdo por el cual Kazakh Railways cede el 49 % de su paquete accionario en la red de transporte de  Khorgos situada en la frontera entre Kazajistán y China. Lo que en otro momento hubiese llevado a pensar dos veces antes de actuar, y a tener en cuenta la situación estratégica que revisten dichas instalaciones de transporte, que literalmente permiten a Kazajistán un control del flujo del comercio por tierra entre China y Europa, esta vez, prácticamente ha pasado inadvertido. Por lo tanto, las protestas del año pasado contra las reformas propuestas para el territorio de Kazajistán, que en parte estuvieron motivadas por el temor a que hubiese una ola masiva de migrantes provenientes de China, parecen ser un tenue recuerdo del pasado  (Kursiv.kz, Mayo 15; Liter.kz, Mayo 14; véase EDM, Mayo 16, 2016).

Dado que se encuentra atrapada en medio de una recesión económica sin precedentes, Kazajistán necesita más que nunca las inversiones chinas. En tanto, el gobierno chino ha estado muy atento en lo que respecta a mitigar los temores de su presunta expansión hacia occidente a costas de las soberanías locales.  El mismo abordaje pragmático ha sido el sello distintivo de las relaciones que Beijing ha entablado con Kirguistán y Uzbekistán. El presidente kirguiso Almazbek Atambayev habló activamente acerca de la “Digital Silk Road” de Eurasia y reflexionó acerca del rol potencial de su país como núcleo logístico clave para las compañías del mercado de consumo masivo, como es el caso de la tienda de compras online china Alibaba, que entrega sus productos a clientes de la Unión Europea.  Estos compromisos en torno a un acuerdo bilateral, para llevar la producción de China a Kirguistán, fue recibida con particular optimismo en los medios locales. Tanto Kazajistán como Kirguistán son miembros de la Eurasian Economic Union (EEU), liderada por Rusia, y ambas, tanto por motivos económicos como geopolíticos, hasta el momento han fracasado en lo que respecta a cumplir con la solemne promesa de incentivar el crecimiento, lograr una movilidad social, y un progreso para todos (Kabar.kg, Gezitter.org, Mayo 18; Klop.kz, Mayo 16).

Sin embargo, la parte china reservó su bienvenida más cálida para el presidente de Uzbekistán, Shavkat Mirziyaev, cuya visita de cinco días en Beijing fue su primer visita oficial fuera de la esfera de la Comunidad de Estados Independientes (CEI). Él regresó a casa trayendo nuevos negocios valuados en 20 millardos de dólares, incluyendo un contrato para la provisión de gas por un plazo de tres años, y un acuerdo para la construcción de una planta para la producción de combustible sintético en Uzbekistán, totalmente financiada a través de préstamos de China. De acuerdo a  Mirziyaev, Taskent considera el BRI como un medio para llegar a los mercados remotos del Golfo Pérsico y del Sur de Asia, precisamente a través de una potencial ampliación del ferrocarril China–Kirguistán-Uzbekistán, llegando a Afganistán e incluso más al sur. Los medios uzbekos aclaman la “colaboración estratégica y la cooperación” entre los dos países, y han difundido ampliamente la promesa del presidente de que el comercio bilateral podrá casi duplicarse, llegando a los 10 millardos de dólares en un futuro próximo (Gazeta.uz, Mayo, 13; Uza.uz, Uznews.uz, Mayo, 12; Uzdaily.uz, Mayo, 11).

Manteniendo la misma lógica que Kazajistán y Kirguistán, el país más poblado de Asia Central necesita conseguir inversiones significativas para poder modernizar su economía, tras años de abandono en el contexto del parcial aislamiento del país durante la administración del difunto Islam Karimov. De la misma manera, también los países vecinos de Uzbekistán, Turkmenistán y Tayikistán, necesitan de inversiones extranjeras directas (Foreign Direct Investments, FDI). En Beijing, el gobierno tayiko estuvo representado por su ministro de economía y por el jefe del comité de aduanas estatales, mientras que Asjabad no estuvo representada en absoluto.  Sin embargo, Turkmenistán sigue siendo el mayor proveedor en lo que hace al transporte de gas natural hacia China, y depende en enorme medida de los préstamos de China para poder emprender proyectos de infraestructura a gran escala. Los medios locales ignoraron por completo la cumbre del BRI de Beijing, pero sí dedicaron amplio espacio a la visita de la delegación del Parlamento Chino a Turkmenistán, que se dio una semana después. Una delegación similar estaba de visita en Dusambé cuando los funcionarios tayikos en Beijing declaraban que el comercio bilateral podría alcanzar los 3 millardos de dólares para el año 2020 (Tdh.gov.tm, Mayo, 22; Avesta.tj, Mayo, 16; News.tj, Sputnik-tj.com, Mayo, 15).

A pesar de los elogios que el presidente Vladimir Putin ha dedicado al BRI y a sus implicaciones para el comercio y el desarrollo euroasiáticos, Rusia no puede dejar de preocuparse ante la creciente influencia de China en una zona que aún considera como su propio patio y zona de su exclusivo dominio.  El diario ruso Nezavisimaya Gazeta, que desempeña un importante rol de vocero del gobierno, el 15 de mayo pasado publicó un artículo titulado “Un lazo financiero está siendo atado alrededor del cuello de Biskek” El texto criticaba moderadamente la creciente deuda contraída por Kirguistán ante China, en un momento en el cual su proyecto de ferrocarril, tan crítico para este país y que ya lleva una década en obra, todavía no ha podido implementarse. Es obvio que Moscú teme que Beijing, con sus enormes recursos económicos para impulsar el BRI, termine simplemente eclipsando o incluso absorbiendo a la EEU, convirtiendo a Rusia en un cliente de la generosa ayuda de China.  Sin embargo, la verdadera preocupación va mucho más allá de esto. Sin importar cuán vago parezca ahora el BRI, éste no deja de ser una prueba viviente de la creciente expansión que lleva adelante China valiéndose de un poder blando. En contraste, la intervención de Rusia en Ucrania, y su profundo distanciamiento con Occidente en torno a Siria y a otras cuestiones, han alienado a varios aliados que anteriormente tenía en Asia Central. 

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