05/03/2014, 00.00
VATICANO
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Papa: Cuaresma, "retornar a Dios", porque "algo no va bien en nosotros, en la sociedad"

Francisco celebra el rito de las Cenizas. La conversión "no se reduce a formas exteriores o vagos propósitos, sino que envuelve y transforma la entera existencia". Oración, ayuno y limosna "implican la necesidad de no dejarme dominar por las cosas que aparecen: lo que cuenta no es la apariencia".

Roma (AsiaNews)- La Cuaresma "llega providencialmente a despertarnos, a zarandearnos del sopor, del riesgo de ir adelante por inercia". Exhorta a "retornar a Dios", "porque algo no anda bien en nosotros, en la sociedad, en la Iglesia y ¡necesitamos cambiar, de realizar un giro, de convertirnos! El Papa Francisco celebra el miércoles de Cenizas, indicando el sentido de la conversión a la cual nos llama la Cuaresma y subraya el significado de la oración, del ayuno y de la limosna a las cuales este tiempo nos llama y que "implican la necesidad de no dejarse dominar por las cosas que aparecen: lo que cuenta no es la apariencia".

Según la tradición, el Papa fue esta tarde, antes a la iglesia de San Anselmo, para un momento de oración a la cual siguió la procesión penitencial hacia la basílica de santa Sabina, donde se celebró la santa misa con el rito de la imposición de las cenizas.

La homilía de Francisco estuvo dedicada a la conversión, que "no se reduce a formas exteriores o a vagos propósitos, sino que involucra a la existencia a partir del centro de la persona, de la conciencia. Estamos invitados a comenzar un camino en el cual, desafiando la rutina, nos esforzamos en abrir los ojos y los oídos, pero sobre todo el corazón para ir más allá de nuestra huertita".

Abrirse a Dios y a los hermanos. Vivimos en un mundo siempre más artificial, en una cultura del "hacer", "de lo útil", donde sin darnos cuenta excluimos a Dios de nuestro horizonte. La Cuaresma nos llama a "sacudirnos", a recordarnos que nosotros somos creaturas, que no somos Dios. Y también hacia los otros arriesgamos cerrarnos, de olvidarlos. Pero sólo cuando las dificultades y los sufrimientos de nuestros hermanos nos interpelan, sólo entonces podemos iniciar nuestro camino de conversión hacia la pascua. Es un itinerario que comprende la cruz y la renuncia. El Evangelio de hoy nos indica los elementos de este camino espiritual: la oración, el ayuno y la limosna (Mt.6,1-6. 16-18). Los tres comportan la necesidad de no dejarse dominar por las cosas que aparecen. Lo que cuenta no es la apariencia; el valor de la vida no depende de la aprobación de los otros o del suceso, sino de cuánto tenemos adentro".

El primer elemento es la oración. La oración es la fuerza del cristiano y de cada persona creyente. En la debilidad y en la fragilidad de nuestra vida, nosotros podemos dirigirnos a Dios con confianza de hijos y entrar en comunión con Él, Delante de tantas heridas que nos hacen daño y que podrían endurecer el corazón, nosotros estamos llamados a tirarnos al mar de la oración, que es el mar del amor sin confines de Dios, para gustar su ternura. La Cuaresma es tiempo de oración, de una plegaria más intensa, más asidua, más capaz de hacerse cargo de las necesidades de los hermanos, de interceder delante de Dios por tantas situaciones de pobreza y sufrimiento"

"El segundo elemento de cualidad del camino cuaresmal es el ayuno. Debemos estar atentos en no practicar un ayuno formal, o que en verdad nos "sacia" porque nos hace sentir que estamos en orden. El ayuno tiene sentido si realmente toca nuestra seguridad, también si consigue algún beneficio para los otros, si nos ayuda a cultivar el estilo del Buen samaritano, que se inclina hacia el hermano en dificultad y se ocupa de él. El ayuno comporta la elección de una vida sobria, que no malgasta, que no "descarta". Ayunar nos ayuda a entrenar el corazón a la esencialidad y al compartir. Es un signo de toma de conciencia y de responsabilidad frente a las injusticias, a los atropellos, especialmente en relación con los pobres y los pequeños, y es signo de la confianza que ponemos en Dios y en su Providencia".

"El tercer elemento es la limosna: ella indica la gratuidad, porque en la limosna se da a alguien que no espera recibir algo en cambio. La gratuidad debería ser una de las características del cristiano, que consciente de haber recibido todo de parte de Dios gratuitamente, esto es sin ningún mérito, aprende a donar a los otros gratuitamente. A menudo, hoy la gratuidad no forma parte de la vida cotidiana, donde todo se vende y se compra. Todo es cálculo y medida. La limosna nos ayuda a vivir la gratuidad del don, que es libertad de la obsesión de la posesión, del miedo de perder aquello que se tiene, de la tristeza de quien no quiere compartir con los otros el propio bienestar".

"Con sus invitaciones a la conversión, la Cuaresma llega providencialmente a despertarnos, a sacudirnos del sopor, del riesgo de ir adelante por inercia. La exhortación que el Señor nos dirige por medio del profeta Joel es fuerte y clara: "Vuelvan a mí con todo el corazón" (Jl. 2,12). ¿Por qué tenemos que volver a Dios? Porque hay algo que no funciona, que no va en nosotros, en la sociedad, en la Iglesia y ¡necesitamos cambiar, de dar un giro, de convertirnos! Todavía una vez más la Cuaresma viene a dirigirnos su llamada profética, para recordarnos que es posible realizar algo de nuevo en nosotros  mismos y alrededor de nosotros, simplemente porque Dios es fiel, continua a ser rico en bondad y en misericordia y está siempre dispuesto a perdonar y a recomenzar desde el inicio. ¡Con esta confianza filial, pongámonos en camino!". 

 

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