04/10/2017, 12.06
VATICANO
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Papa: Es tarea de los cristianos ser misioneros de la esperanza

Lo demuestran los “tantos cristianos que no han abandonado a su pueblo, cuando llegó el tiempo de la persecución. Permanecieron allí, donde se tenía incertifumbre con respecto al mañana, donde no se podían hacer proyectos de ningún tipo, se quedaron esperando en Dios”. En marzo de 2018 habrá una reunión pre-sinodal: se invita a participar tanto a jóvenes católicos como a jóvenes de diversas confesiones cristianas y otras religiones, e incluso a los no creyentes.

Ciudad del Vaticano (Asianews)- “Es tarea de los cristianos en este mundo, abrir espacios de salvación”,  llevar esperanza, porque “el verdadero cristiano es así: no quejoso o enojado, sino convencido de que, en virtud de la resurrección, ningún mal es infinito”. Lo demuestran “tantos cristianos que no han abandonado su pueblo, cuando llegó el tiempo de la persecución. Se quedaron allí, donde se tenía incertidumbre con respecto al mañana, donde no se podía hacer proyectos de ningún tipo, se quedaron esperando en Dios”.

Es: “Misioneros de esperanza hoy” el tema en torno al cual el Papa Francisco quiso desarrollar su catequesis para la audiencia general de hoy, marcada también por los augurios que los presentes le han querido dirigir en el día de su onomástico.

En el curso del encuentro, el Papa también anunció que del 19 al 24 de marzo de 2018 fue convocada, por parte de la Secretaría general del Sínodo de los obispos, una reunión  pre-sinodal a la cual son invitados los jóvenes proveniejntes de diversas partes del mundo: tanto jóvenes católicos como de diversas confesiones cristianas y de otras religiones, e incluso no creyentes. Una iniciativa, dijo, que “se coloca en el camino de la preparación de la próxima Asamblea general del Sínodo de los obispos, que tendrá como tema a los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, en octubre de 2018. Con dicho camino la Iglesia quiere prestar oídos a la voz, la sensibilidad, la fe y también las dudas y críticas de los jóvenes. Por esto, las conclusiones de la Reunión de marzo serán transmitidas a los Padres sinodales”.

Precedentemente, a las 30.000 personas que estaban presentes en la plaza de San Pedro, Francisco dijo que deseaba hablar de “Misioneros de esperanza” al comenzar el mes de octubre, que “en la Iglesia se dedica de modo particular a la misión y también en la fiesta de San Francisco de Asís, ¡que fue un gran misionero de la esperanza!”.

“De hecho, el cristiano no es un profeta de desgracias. ¿Han entendido esto? Nosotros no somos profetas de desgracias. La esencia de su anuncio es lo contrario, lo opuesto a las desgracias: es Jesús, muerto por amor y que Dios lo ha resucitado en la mañana de Pascua. Y este es el núcleo de la fe cristiana. Si los Evangelios se hubieran detenido en la sepultura de Jesús, la historia de este profeta iría a agregarse a las tantas biografías de personajes heroicos que han dado la vida por un ideal. El Evangelio sería entonces un libro edificante, incluso consolador, pero no sería un anuncio de esperanza”.

“Pero los Evangelios no se cierran con el Viernes santo, van más allá; y es justamente este fragmento que le sigue lo que transforma nuestras vidas. Los discípulos de Jesús estaban desconsolados aquel sábado después de su crucifixión; aquella piedra colocada en la puerta del sepulcro había cerrado también los tres años de entusiasmo vividos por ellos con el Maestro de Nazaret. Parecía que todo había terminado, y algunos, desilusionados y atemorizados, ya estaban dejando Jerusalén”.

 “¡Pero Jesús resucita! Este hecho inesperado cambia e invierte la mente y el corazón de los discípulos. Porque Jesús no resucita solo por sí mismo, como si su renacer fuera una prerrogativa de la cual estar celosos: si asciende al Padre es porque quiere que en su resurrección participe todo ser humano, y llevar a lo alto a toda creatura. Y en el día de Pentecostés, los discípulos son transformados por el soplo del Espíritu Santo. No tendrán solamente una buena noticia para llevar a todos, sino que ellos mismos serán distintos de antes, como renacidos a una vida nueva. La resurrección de Jesús nos transforma con la fuerza del Espíritu Santo. Jesús está vivo, está vivo en medio de nosotros, está vivo y tiene esa fuerza para transformarnos”.

“¡Como es bello pensar que se es anunciador de la resurrección de Jesús no solamente con palabras, sino con los hechos y con el testimonio de vida! Jesús no quiere discípulos que sólo sean capaces de repetir fórmulas aprendidas a memoria. Quiere testigos: personas que difundan la esperanza con su modo de acoger, de sonreír, de amar. Sobre todo de amar: porque la fuerza de la resurrección hace a los cristianos capaces de amar incluso cuando el amor parece haber perdido sus razones. Hay “algo más” que habita en la existencia cristiana, y que no se explica simplemente con la fuerza de ánimo o con un mayor optimismo. ¡No! La fe, nuestra esperanza no es sólo un optimismo; es algo más. Es como si los creyentes fueran personas con un “pedazo de cielo” de más sobre la cabeza. ¡Es bello esto, eh! Nosotros somos personas con un pedazo de cielo de más sobre la cabeza, acompañados por una presencia que no se logra siquiera intuir”.

“Así la tarea de los cristianos en este mundo es la de abrir espacios de salvación, como células de regeneración capaces de restituir linfa a lo que parecía perdido para siempre. Cuando el cielo esta nublado, es una bendición  que haya quien sepa hablar del sol. Es esto, el verdadero cristiano es así: no triste y amargado, sino convencido de que, en virtud de la resurrección, ningún mal es infinito, ninguna noche es sin fin, ningún hombre está definitivamente equivocado, ningún odio es invencible para el amor”.

“Cierto, algunas veces los discípulos pagaran caro esta esperanza que les ha sido donada por Jesús. Pensemos en tantos cristianos que no han abandonado a su pueblo, cuando ha llegado el tiempo de la persecución. Se han quedado ahí, donde incluso se tenía incertidumbre sobre el mañana, donde no se podía hacer proyectos de ningún tipo, se han quedado esperando en Dios. Y pensemos en nuestros hermanos, en nuestras hermanas de Oriente Medio que dan testimonio de esperanza y también ofrecen la vida por este testimonio. Y ellos son verdaderos cristianos. Ellos llevan el cielo en el corazón, miran más allá, siempre más allá”.

“Quien ha tenido la gracia de abrazar la resurrección de Jesús  todavía puede esperar en lo inesperado. Los mártires de todas las épocas, con su fidelidad a Cristo, narran que la injusticia no es la última palabra en la vida. En Cristo resucitado podemos continuar esperando. Los hombres y las mujeres que tienen un “por qué” vivir,  resisten más que los demás en los tiempos de desgracia. Pero quien tiene a Cristo a su lado de verdad no teme más nada. Y por esto los cristianos jamás son hombres fáciles y acomodados, los verdaderos cristianos, ¿no? Su humildad no se debe confundir con un sentido de inseguridad y de condescendencia. San Pablo anima a Timoteo a sufrir por el Evangelio, y dice así: «el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad» (2 Tim 1,7). Caídos, se levantan siempre”.

“Es por esto, queridos hermanos y hermanas, que el cristiano es un misionero de esperanza. No por su mérito, sino gracias a Jesús, el grano de trigo que, cae en la tierra, ha muerto y ha dado mucho fruto”. (Cfr. Jn 12,24).

En el saludo en árabe, al final, el Papa pidió la bendición para “Oriente Medio y el mundo entero, de todo mal y de todo terrorismo y del maligno!”.

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