01/09/2018, 15.25
VATICANO
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Papa: el agua, un bien de todos que exige colaboración de parte de todos

Mensaje de Francisco para la hodierna IV Jornada mundial de oración por el cuidado de los creado, sobre el tema: “El agua, particularmente en dos aspectos: el respeto del agua como elemento precioso y el acceso al agua como derecho humano”.

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- El agua, en cuanto fuente no puede ser privatizada, en cuanto a los océanos exige colaboración para que sea tutelada, en cuanto a los mares no sea instrumento de separación entre los pueblos, en particular que es obligado a emigrar. Está dedicado al agua el mensaje de Francisco para la hodierna IV Jornada mundial de oración por el cuidado de lo creado, sobre el tema: “El agua, particularmente en dos aspectos: el respeto del agua como elemento precioso y el acceso al agua como derecho humano”.

El Papa recuerda ante todo que la Jornada se celebra “en unión con los hermanos y las hermanas ortodoxos y con la adhesión de otras Iglesias y Comunidades cristianas y se dice grato “por los numerosos proyectos dirigidos en promover el estudio y la tutela de los ecosistemas, por los esfuerzos orientados al desarrollo de una agricultura más sustentable y de una alimentación más responsable, por las varias iniciativas educativas, espirituales y litúrgicas que involucran al cuidado de lo creado a tantos cristianos en todo el mundo”.

“Debemos reconocer que. escribe luego- no hemos sabido custodiar la creación con responsabilidad y que la situación ambiental, tanto a nivel global como en muchos lugares concretos, no se puede considerar satisfactoria. “Con justa razón – precisa el Papa – ha surgido la necesidad de una renovada y sana relación entre la humanidad y la creación, la convicción de que sólo una visión auténtica e integral del hombre nos permitirá asumir mejor el cuidado de nuestro planeta en beneficio de la generación actual y futura, porque «no hay ecología sin una adecuada antropología” Carta Encíclica “Laudato si”).

Enfrentando luego el tema del agua, Francisco recuerda que “el acceso al agua potable y segura – subraya el Pontífice – es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos”.

“Pensando en su papel fundamental en la creación y en el desarrollo humano, siento la necesidad de dar gracias a Dios – afirma el Pontífice – por la hermana agua, sencilla y útil para la vida del planeta como ninguna otra cosa”. Precisamente por esto, precisa el Santo Padre, hoy más que nunca es necesaria una mirada que vaya más allá de lo inmediato, urgen proyectos compartidos y gestos concretos, teniendo en cuenta que es inaceptable cualquier privatización del bien natural del agua que vaya en detrimento del derecho humano de acceso a ella es algo inaceptable”.
Para los cristianos, luego.  el agua representa un elemento esencial de purificación y de vida. Y “Jesús, en el curso de su misión, prometió un agua en grado de aplacar para siempre la sed (Cfr. Jn 4,14) y profetizó “Si alguien tiene sed, venga a mí y beba” (Jn 7,37). Ir hacia Jesús, embeberse de Él significa encontrarlo personalmente como Señor, bebiendo de su Palabra el sentido de la vida”.

Tocando el tema de los mares y de los océanos, Francisco escribe que “ custodiar cada día este bien valioso representa hoy una responsabilidad ineludible, un verdadero y auténtico desafío: es necesaria la cooperación eficaz entre los hombres de buena voluntad para colaborar en la obra continua del Creador. Tantos esfuerzos, lamentablemente, desaparecen por la falta de reglamentaciones y de controles efectivos, especialmente en los que se refiere a la protección de las áreas marinas más allá de las fronteras nacionales (Cfr. “Laudato si”, 174). “No podemos permitir que los mares y los océanos se llenen de extensiones inertes de plástico flotante. Ante esta emergencia estamos llamados también a comprometernos, con una mentalidad activa, rezando como si todo dependiese de la Providencia divina y trabajando como si todo dependiese de nosotros”.

“Recemos para que las aguas no sean signo de separación entre los pueblos, sino signo de encuentro para la comunidad humana. Recemos para que se salvaguarde a quien arriesga la vida sobre las olas buscando un futuro mejor. Pidamos al Señor, y a quienes realizan el eminente servicio de la política, que las cuestiones más delicadas de nuestra época como aquella ligadas a las migraciones, a los cambios políticos, con una amplia mirada mirando al mañana, con generosidad y en espíritu de colaboración, sobre todo entre los países que tienen mayor responsabilidad. Recemos por cuantos se dedican al apostolado del mar, para quien ayuda a reflexionar sobre los problemas en los que se encuentran los ecosistemas marítimos, por quienes contribuyen a la elaboración y aplicación de normativas internacionales sobre los mares para que tutelen a las personas, los países, los bienes, los recursos naturales —pienso por ejemplo en la fauna y la flora pesquera, así como en las barreras coralinas (cf. ibíd., 41) o en los fondos marinos— y garanticen un desarrollo integral en la perspectiva del bien común de toda la familia humana y no de intereses particulares”.

“Finalmente, nos preocupan las jóvenes generaciones y rezamos por ellas, para que crezcan en el conocimiento y en el respeto de la casa común y con el deseo de cuidar del bien esencial del agua en beneficio de todos”.

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