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VATICANO
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Papa: la hipocresía en la Iglesia es un mal particularmente detestable

En la catequesis que tuvo lugar en la sala Pablo VI, Francisco se detuvo sobre las "medias verdades", una falsedad que es propia de "los que no saben amar de verdad". También tuvo presente a los atletas que participan en los Juegos Paralímpicos de Tokio: "Ofrecen a todos un testimonio de esperanza y coraje".

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - La hipocresía es un síntoma de la incapacidad de amar de verdad. Y es un mal "particularmente detestable" cuando se manifiesta en la Iglesia. El Papa Francisco propuso esta reflexión a los fieles reunidos en la sala Pablo VI del Vaticano para la audiencia general del miércoles.

Continuando con su catequesis dedicada a la carta a los Gálatas, el pontífice se centró hoy en el tema de la hipocresía, que es uno de los “peligros de la ley”. Al comentar el pasaje de Gálatas 2: 11-14 en el que Pablo recuerda un episodio ocurrido años antes, cuando reprendió a Pedro porque en Antioquía - cosa que ya había hecho en Jaffa, en la casa de Cornelio - evitaba compartir la mesa con aquellos que habían llegado al cristianismo desde el paganismo, para no recibir las críticas de los que venían de Jerusalén. Eran "predicadores fundamentalistas" señaló el pontífice, que "habían creado confusión y le habían quitado la paz a esa comunidad".

Francisco se preguntó entonces: "¿Qué es la hipocresía? Se puede decir que es miedo a la verdad. Uno prefiere fingir antes que ser uno mismo. Es como maquillar el alma, como maquillar las actitudes, como maquillar la manera de proceder: no es la verdad”.

Para eludir el deber de decir la verdad "siempre, en todas partes y a pesar de todo", se inventan medias verdades, que son una ficción. Porque la verdad - recordó el Papa - es verdad o no es verdad. Las medias verdades son una manera de actuar no verdadera. Y en un ambiente donde las relaciones interpersonales están marcadas por el formalismo, el virus de la hipocresía se propaga con facilidad. Esa sonrisa que no sale del corazón, ese tratar de estar bien con todos, pero con nadie ... ”.

La Biblia, recordó Francisco, ofrece muchos ejemplos brillantes sobre la lucha contra la hipocresía. Por ejemplo, la figura del anciano Eleazar, en el segundo libro de los Macabeos: le pedían que fingiera comer la carne sacrificada a los dioses para salvar su vida, pero él respondió que "no es digno de nuestra edad fingir, con el riesgo de que muchos jóvenes, pensando que a los noventa años Eleazar ha pasado a las costumbres extranjeras, se pierdan a su vez, por culpa de mi fingimiento para obtener apenas un poco más de vida” (2 Mac 6,24-25). "Qué página tan hermosa para reflexionar y alejarse de la hipocresía", comentó el pontífice.

“El hipócrita - siguió diciendo - es una persona que finge, adula y engaña porque vive con una máscara en el rostro y no tiene el valor de enfrentarse a la verdad. No es capaz de amar de verdad, se limita a vivir en el egoísmo y no tiene la fuerza de mostrar su corazón con transparencia”.

Por eso invitó a estar en guardia en aquellas situaciones de la vida donde puede acechar la hipocresía: “A menudo - advirtió el Papa - se esconde en el lugar de trabajo, donde uno trata de aparentar que es amigo de los compañeros mientras la competencia lleva a atacarlos por la espalda. En política no es raro encontrar hipócritas que viven divididos entre lo público y lo privado. Es particularmente detestable la hipocresía en la Iglesia. Y desgraciadamente en la Iglesia hay hipocresía. Hay muchos cristianos y muchos ministros hipócritas”.

“No tengamos miedo de ser sinceros - concluyó Francisco - de decir la verdad, de escuchar la verdad, de conformarnos a la verdad. De esa manera seremos capaces de amar. Un hipócrita no sabe amar. Actuar de otro modo que no sea la verdad significa poner en peligro la unidad de la Iglesia, por la que el mismo Señor ha rezado”.

Al terminar su catequesis de esta mañana el pontífice también dirigió un pensamiento a los atletas que compiten desde ayer en los Juegos Paralímpicos de Tokio. “Les envío mi saludo y les agradezco - dijo - porque ofrecen a todos un testimonio de esperanza y de coraje. De hecho, muestran cómo el compromiso deportivo ayuda a superar dificultades aparentemente insuperables”.

Cuando saludó a un grupo de peregrinos presentes recordó también los cinco años que han pasado desde el terremoto en el centro de Italia: “Con la ayuda concreta de las instituciones - comentó el Papa - deben dar pruebas de 'renacimiento', sin dejarse abatir por el desaliento. Los animo a todos a seguir adelante con esperanza”.

 

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