19/03/2020, 12.47
VATICANO
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​Papa: los detenidos sufren por la incertidumbre ante el futuro y por la preocupación por sus seres queridos

Francisco invita a rezar por las personas que están en las cárceles, que sufren esta epidemia de un modo particular. José, “un justo”, es decir, un hombre de fe. “Nuestros fieles, nuestros obispos, nuestros sacerdotes, nuestros consagrados y consagradas, los papas: ¿son capaces de entrar en el misterio?”. Invitación a la comunión espiritual. 

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Una oración por los reclusos – que sufren la incertidumbre ante el futuro y la preocupación por sus seres queridos – y una invitación a la comunión espiritual, dada la imposibilidad de asistir a misa. Son los dos puntos que marcaron la celebración eucarística de Papa Francisco hoy en la Casa Santa Marta, en el séptimo aniversario del inicio de su ministerio petrino. 

Al comienzo de la misa, Francisco rezó por todas las personas que se encuentran detenidas en este momento de emergencia. “Hoy recemos por los hermanos y hermanas que están en las cárceles  – dijo -; ello están sufriendo mucho, por la incertidumbre respecto a lo que ocurrirá dentro de la cárcel, y también pensando en sus familias, cómo se encuentran, si alguien está enfermo, si algo les falta. Hoy, estemos cerca de los reclusos, que sufren tanto en este momento de incertidumbre y dolor”. 

En la homilía, al comentar el Evangelio de hoy (Mt 1,16.18-21.24) – solemnidad de San José - que habla de José, el pontífice subrayó que “el Evangelio nos dice que José era ‘justo’, es decir, un hombre de fe, que vivía la fe”. 

“José  – prosiguió - es un hombre de fe, y por eso era ‘justo’. No solo porque creía, sino también porque vivía esta fe. Un hombre ‘justo’. Fue elegido para educar a un hombre que era un hombre de verdad, pero que también era Dios: se precisaba un hombre-Dios para educar a un hombre así, pero no lo había. El Señor eligió a un hombre "justo", un hombre de fe. Un hombre capaz de ser un hombre y también capaz de hablar con Dios, de entrar en el misterio de Dios. Y así fue la vida de José. Vivir su profesión, su vida de hombre y entrar en el misterio. Un hombre capaz de hablar con el misterio, de interactuar con el misterio de Dios. No era un soñador. Entró en el misterio. Con la misma naturalidad con la que llevó a cabo su oficio, con esta precisión que tenía en su oficio: fue capaz de ajustar un ángulo milimétrico en la madera, sabía cómo hacerlo; fue capaz de rebajar, de reducir un milímetro la madera,  la superficie de una madera. Con esto quiero decir que era preciso. Pero también, capaz de entrar en el misterio, que él no podía controlar”. 

“Esta es la santidad de José: llevar adelante su vida, su oficio, con rectitud, con profesionalidad; y llegado el momento, entrar en el misterio. Cuando el Evangelio nos habla de los sueños de José, nos hace entender esto: él entra en el misterio”.

“Pensando en la Iglesia, hoy – continúo diciendo Francisco - en esta Solemnidad de San José: nuestros fieles, nuestros Obispos, nuestros sacerdotes, nuestros consagrados y consagradas, los papas: ¿son capaces de entrar en el misterio? ¿O es necesario que se regulen de acuerdo con las prescripciones que los defienden de lo que no pueden controlar? Cuando la Iglesia pierde la posibilidad de entrar en el misterio, pierde la capacidad de adorar. La oración de adoración sólo puede darse cuando uno entra en el misterio de Dios”.

“Pidamos al Señor – concluyó - la gracia de que la Iglesia pueda vivir en lo concreto de la vida cotidiana, y también en lo concreto  – entre comillas – del misterio. Si no puede hacerlo, será una Iglesia a medias, será una asociación piadosa, llevada adelante por prescripciones, pero carente del sentido de adoración. Entrar en el misterio no es soñar; entrar en el misterio es, justamente, esto: adorar. Entrar en el misterio es hacer hoy lo que haremos en el futuro, cuando lleguemos ante la presencia de Dios: adorarlo. Que el Señor le conceda a la Iglesia esta gracia”.

Antes de concluir la misa, el Papa exhortó a la Comunión espiritual en este tiempo difícil, por la pandemia del coronavirus, que ha provocado que en Italia se suspendan las misas con participación de la feligresía, para evitar los contagios. 

“A todos los que se encuentran lejos – dijo - y siguen la Misa por la televisión, los invito a la comunión espiritual: A tus pies, oh Jesús mío, me postro y te ofrezco el arrepentimiento de mi corazón contrito, que se abandona en su nada y en Tu santa presencia. Te adoro en el sacramento de tu amor, deseo recibirte en la pobre morada que mi corazón te ofrece. Mientras aguardo la felicidad de la comunión sacramental, quiero tenerte en mi espíritu. Ven a mí, oh Jesús mío, que yo vaya hacia Tí. Que tu amor pueda inflamar todo mi ser, para la vida y para la muerte. Creo en Ti, espero en Ti, Te amo. Que así sea”. 

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