02/09/2021, 15.09
VATICANO-CHINA
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'También se puede ser engañados en el diálogo' con Beijing

de Gianni Criveller *

El P. Criveller, misionero del PIME y sinólogo, comenta las palabras del papa Francisco sobre China en una entrevista difundida ayer: “Él tiene muy presentes las voces preocupadas respecto al acuerdo sino-vaticano. Realmente esperamos que el Papa tenga éxito en este diálogo, pero también continuaremos relatando todas las situaciones que hoy ven restringidos los espacios de libertad para los católicos chinos”.

Milán (AsiaNews) - El papa Francisco vuelve a hablar sobre China. No es algo que haga habitualmente y por ello, son de suma importancia las palabras que pronunció ayer en la entrevista radial con la emisora española Cope, que AsiaNews difundió ayer. Tienen un sabor nuevo, a diferencia del pasado, y también respecto a cierto entusiasmo apologético de las personas que se sienten autorizadas a representar el pensamiento del pontífice.  

Francisco afirma que “China no es un terreno fácil”: parece admitir en cierta manera las palabras del pasado, cuando solo subrayaba la grandeza de la civilización china. Y me parece aún más significativa la afirmación según la cual “en el diálogo, uno puede ser engañado y se pueden cometer errores”. No creo que el Papa sugeriría esto si estuviera seguro de poder excluirlo. Por tanto, él también teme que el éxito del acuerdo que ha llevado al diálogo entre China y el Vaticano llegue a su fin por este motivo. El hecho de que el mismísimo Papa admite esta posibilidad muestra que tiene muy presente la situación en el territorio. Ha tomado nota de las numerosas voces preocupadas, que en estos años se alzaron desde China o de quienes siguen la situación de las comunidades católicas de ese país.

Al comentar el acuerdo del 2018, y luego de describir los aspectos positivos y los aspectos problemáticos, hemos dicho que de parte de China, el acuerdo con el Vaticano podría ser “un ardid”. Es decir, una oportunidad para dar una imagen pública de apertura que no se corresponde de ningún modo con lo que sucede en el territorio donde, por el contrario, se restringen los espacios de libertad.

El Papa trazó un primer balance: para él también resulta bastante pobre, pienso que está por debajo de las expectativas y esperanzas. “Hasta ahora, lo que se ha logrado es, por lo menos, el diálogo… y también algunas cosas concretas como el nombramiento de nuevos obispos, lentamente. Sin embargo, son pasos y resultados que también pueden ser discutibles, tanto de una parte como de otra”. En efecto, los obispos nombrados son realmente pocos frente a la necesidad del pueblo de Dios; en rigor, algunos de ellos ya habían sido elegidos antes del acuerdo. No tenemos conocimiento de otros puntos beneficiosos derivados del acuerdo. Es más, como muestran las noticias que provienen de las comunidades católicas, la situación de los creyentes es cada vez más difícil.  Es justo que el papa no saque a relucir la pandemia para justificar tan pobres resultados. La pandemia, de hecho, no ha impedido a China obtenerlos en otros campos, como la supresión de la libertad y la democracia en Hong Kong. 

Pese a todo esto, reitera Francisco -y este es un punto fuerte de su discurso- “no debemos renunciar al diálogo”. No podemos sino apreciar la confianza del Papa en el diálogo. El diálogo es importante, sobre todo para los interlocutores más obstinados. Y hay una dimensión de martirio en el diálogo (martirio, como testimonio que se sufre). El Papa lo afirma inspirándose en el diálogo que Agostino Casaroli entabló en su época con los regímenes comunistas europeos. Casaroli narró esta situación en el libro “El martirio de la paciencia”, un título evocativo que también nos recuerda el pensamiento del Papa. Por ende, para dialogar con China se requiere el martirio de la paciencia: lo saben bien los católicos chinos, que tienen muy pocos motivos para mostrar alegría. Lo decimos con todo el corazón de católicos leales: la verdad es que esperamos que el Papa tenga éxito, y que, a través de este diálogo realmente difícil, pueda lograr lo que tiene en el corazón, es decir, la libertad para la Iglesia china y el bien y la paz para este pueblo. 

Al comentar las numerosas sorpresas y preocupaciones que le han comunicado a raíz del acuerdo entre China y el Vaticano - que fue renovado en octubre del año pasado-, el papa Francisco recurrió al estilo auto-irónico que a veces lo caracteriza, y dijo: “Cuando era laico y sacerdote, a mí también me encantaba trazarle el camino al obispo, diría que es una tentación lícita, si uno lo hace con buena voluntad”. 

Nosotros estamos entre aquellos que han tenido, y hasta ahora tienen, la tentación de ‘trazar el camino’, es decir, de representar a la Santa Sede, con respeto, buena conciencia y buena voluntad, a partir de las noticias que recogemos de nuestros hermanos y hermanas en China y sus preocupaciones y sufrimientos. Nuestra lealtad al Papa y a sus colaboradores se expresa también a través de la comunicación de análisis y reflexiones que presenten la complejidad de la situación, incluyendo las circunstancias que no avalan los relatos de éxito. 

Por todo esto, creemos que el silencio sobre las graves dificultades de las comunidades católicas en China -un silencio que parece afectar incluso a una parte de la prensa católica - no es un buen servicio al Papa. En 1933, Edith Stein (a quien Juan Pablo II proclamó mártir, santa y patrona de Europa) escribió una carta sumamente noble dirigida a Pío XI. En la misiva, le imploraba que no hiciera silencio sobre las políticas de Hitler. Por tanto, el diálogo, -que conlleva una dimensión de sufrimiento en el testimonio que se da- no puede avanzar si una de las partes se calla.  Hay que tener en cuenta que la Santa Sede puede haber hallado las formas -aunque éstas sean desconocidas públicamente- para expresar al interlocutor el propio disgusto respecto a la involución de la libertad de culto en China y de la supresión de las libertades y la democracia en Hong Kong.

Si, “trazar el camino al obispo”, como dijo el Papa a la radio española, es una tentación lícita que él mismo practicó en su época, es de esperar que muchos sigan el ejemplo y se dejen vencer por esta tentación. Y que hagan llegar al Papa y a la Santa Sede su aporte, incluso crítico. Y nosotros estamos entre ellos. 


* misionero del PIME y sinólogo

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