'Cada día leeré el nombre de un palestino asesinado en Gaza'. Jeremy Milgrom habla sobre la crisis moral de Israel
El rabino reformista y activista por los derechos humanos Jeremy Milgrom comienza el día leyendo los nombres de las víctimas palestinas para denunciar la decadencia moral, política y religiosa de Israel, una sociedad fragmentada, marcada por el extremismo, el uso distorsionado de los textos bíblicos y el miedo. Milgrom describe cómo están cambiando los equilibrios de poder en la sociedad israelí e invita a recuperar la tradición de la misericordia para escuchar "el grito de los oprimidos" antes de que sea demasiado tarde.
Milán (AsiaNews) - Jeremy Milgrom, rabino reformista y activista por la paz, tiene en sus manos un volumen de más de mil páginas que sólo contiene nombres. "Cuando lo vi sobre la mesa de una iglesia en Bolonia, estuve a punto de llorar", cuenta. El libro se titula Los nombres de la memoria del genocidio en Gaza. Un recuento injustificable y una apelación pendiente, editado por Yassine Baradai, y enumera uno por uno a los 58.383 palestinos asesinados entre el 7 de octubre de 2023 y el 15 de julio de 2025, acompañados únicamente por las fechas de nacimiento y muerte.
"Me dije que no quería volver a Israel sin este libro. Lo llevaré conmigo, intentaré leerlo todos los días y compartirlo con mi familia y mis amigos. Cada día leeremos algunos nombres. Y quizá, si leemos los nombres, dejaremos de añadir más. Detendremos la masacre, detendremos el derramamiento de sangre. Porque cuando dijimos 'nunca más', debe aplicarse a todos, no solo 'nunca más para nosotros, los judíos'", añade el rabino durante un evento organizado el 12 de noviembre por la parroquia San Fedele de Milán.
Jeremy Milgrom nació en Estados Unidos, estudió en el Jewish Theological Seminary de Nueva York y se trasladó a Jerusalén en 1968, a los 15 años. En los años 70 prestó servicio en el ejército israelí, incluyendo la Guerra del Yom Kippur de 1973, en la que perdió a su mejor amigo. Con el tiempo se convirtió en un pacifista declarado, comprometido con los derechos humanos y el diálogo con los palestinos. Fue uno de los fundadores de la organización "Rabbis for Human Rights" (Rabinos por los Derechos Humanos) - que hoy es una de las que se oponen a la violencia de los colonos en Cisjordania - y de la iniciativa interreligiosa "Clergy for Peace" (Clero por la Paz), que reúne a líderes cristianos, musulmanes y judíos.
Para comprender lo que sucede hoy en Israel, hay que remontarse al conocido discurso del expresidente Reuven Rivlin en 2015 sobre las "cuatro tribus" de Israel. Rivlin habla de cuatro grupos principales: judíos laicos, judíos nacional-religiosos, judíos ultraortodoxos y ciudadanos palestinos israelíes. Grupos que viven uno al lado del otro, pero casi nunca juntos. Son personas que hasta el día de hoy "tienen sus propias escuelas y a menudo no se reúnen. Los árabes palestinos con ciudadanía israelí y muchos ultraortodoxos no participan en los procesos de integración a través del ejército. Por lo tanto, alrededor del 50% de la sociedad israelí no pasa por la experiencia que, para bien o para mal, crea un lenguaje común: el servicio militar", explica Milgrom.
Los últimos dos años, con la guerra en Gaza y las tensiones en Cisjordania, han producido una forma de unidad que da miedo: "La guerra mantiene unida a la sociedad de una manera terrible. Es lo que hacen los gobiernos que van a la guerra: intentan unificar, sofocar la disidencia. Una de las cuatro tribus ha sido silenciada en estos años: los palestinos con ciudadanía israelí, alrededor del 21% de la población. Están siendo intimidados, perseguidos, y hablan muy poco por miedo".
La fractura no existe solo entre judíos y palestinos, sino que hoy también afecta al mundo judío. Milgrom relata un episodio personal que resume bien esta tendencia: "El hijo de mi pareja es un soldado combatiente. Creció en un ambiente laico y liberal. Pero desde que regresó a casa del servicio militar ya no lo reconozco, sus compañeros de derecha le han lavado el cerebro. Y es trágico ver cómo los segmentos más extremistas (no solo los colonos, pero sobre todo ellos) están arrastrando a todos hacia la derecha".
Es un proceso político que viene de lejos y se puede ver en las biografías personales de todos, incluso de los políticos: "Miren a Rivlin. Cuando era candidato a la presidencia, Netanyahu hizo todo lo posible para impedir su elección, y llegó incluso a sugerir la abolición del cargo para evitar que llegara a ser presidente. Teóricamente la presidencia es un cargo no político, pero la 'tribu de Netanyahu' estaba dispuesta a desmantelarla para mantener el control. Es un ejemplo de cómo diversos poderes en Israel están erosionando la democracia. Nos encontramos en una situación muy delicada y precaria".
Con respecto a la solución política, Milgrom es tajante: "Desde hace al menos veinte años ya no creo que la solución de los dos Estados sea posible ni deseable. En el modelo del que se hablaba, los palestinos habrían obtenido poco: una especie de Hong Kong de rascacielos, sin tierra para los campesinos, sin una verdadera economía, sin la posibilidad de volver a las aldeas y ciudades dentro de Israel. La solución de un solo Estado, en cambio - explica el rabino -, significaría dejar de hablar de 'Estado judío' y hablar de un Estado de todas las personas que viven en él, un Estado para dos pueblos. Es una revolución para la que la mayoría de los judíos israelíes todavía no está preparada. Estamos muy lejos".
Y añade: "La razón por la que los sionistas se niegan a considerar una solución de un solo Estado, que sería la más racional, es que están congelados en el pasado, todavía se aferran a la idea colonialista de haber llegado a una tierra vacía. A esto se suman miedos relacionados con la resistencia armada palestina, que permiten a los israelíes interpretar todo a través de la lente de su (in)seguridad".
Para Milgrom, estos temores se entrelazan con "actitudes exclusivistas basadas en el mandamiento bíblico de eliminar todo rastro de los cananeos idólatras", una interpretación que, aclara, "no debería aplicarse, porque el judaísmo considera al Islam un monoteísmo evolucionado y no idólatra".
“Se han reactivado textos genocidas tradicionales, como el de Amalec, y escenarios apocalípticos - sigue diciendo - junto con el mesianismo extremo que difunden Tzvi Yehudah Kook (el rabino fundador de la corriente nacionalista religiosa, ndr) y sus discípulos. Todo esto, combinado con la islamofobia occidental, deja poquísimo margen en Israel para la visión universalista del judaísmo decimonónico, que solo sobrevive en la diáspora".
Sin embargo, hay esperanza: "En la diáspora crece un judaísmo no-, anti- o post-sionista, impulsado por intelectuales y rabinos que apoyan iniciativas como Jewish Voice for Peace o Rabbis for a Ceasefire - explica -. Es lo que me da esperanza para el futuro del judaísmo, porque lo que veo desarrollándose en Israel es un judaísmo tóxico".
En este panorama político, Jeremy Milgrom considera inquietante la forma en que los textos bíblicos y midrásicos (el midrash es la exégesis bíblica judía) se utilizan como justificación religiosa de la violencia. "Hay un relato sobre el rey Saúl, por ejemplo, que manda masacrar a los sacerdotes de Nob porque habían dado de comer a quien él consideraba un enemigo. El midrash dice que en el pasado Saúl había sido demasiado misericordioso con los malvados, y concluye afirmando que si eres compasivo con los crueles, acabarás siendo cruel con los misericordiosos".
"Hoy esta frase - explica el rabino - se cita en todas partes. Se ha convertido en la prueba de que no debes ser misericordioso con 'los malos', porque de lo contrario traicionas a 'los buenos'. ¿Pero cómo puedes construir una religión sobre esta idea? ¿Cómo educas a las personas? ¿Educas en la crueldad? ¿Le das a la gente una excusa para ser bárbara? Sin embargo, eso es lo que está sucediendo".
Otro texto clave en el midrash es el que se aplica a la escena en la que Saúl persigue a David, y David le perdona la vida en la cueva: "El midrash dice que si alguien te persigue para matarte, debes ser tú quien lo mate primero. Hoy se usa como doctrina de la 'guerra preventiva': no esperes el ataque, ataca primero. Pero en el relato bíblico David no lo hace. Podría matar a Saúl y no lo hace. El sentido del texto es el opuesto al que se le atribuye".
Y en cualquier caso, aunque hay textos especialmente duros en la Biblia, "también nos han enseñado a llamar a Dios 'el Dios de la misericordia', y decimos que debemos imitarlo: si Dios es misericordioso, nosotros también debemos serlo. Los musulmanes comienzan cada oración con 'Bismillah al-Rahman al-Rahim', que significa 'En el nombre de Dios, el Compasivo y Misericordioso'. Cuando lo decimos, lo imitamos. Así es como Dios quiere que funcionemos".
Por lo tanto para Milgrom el problema no es la Biblia en sí, sino la combinación con un contexto de miedo y nacionalismo: "Durante 1.800 años los judíos no tuvieron ejércitos ni instrumentos de violencia organizada. La tradición práctica fue una tradición de no-violencia. Con el nacionalismo, en un contexto de conflicto, tiramos por la borda nuestra historia de no-violencia y rebuscamos en los textos para encontrar justificaciones teológicas para la violencia".
Es una estrategia preocupante que fomenta la extrema derecha, pero que en realidad no tiene nada que ver con las tradiciones judías: "Piensa en los 'Jóvenes de las colinas', los muchachos extremistas de Cisjordania. Lo que hacen en Sabbat - violencia, incendios, agresiones - es una clara violación del Sabbat. Sin embargo, los rabinos no intervienen; algunos incluso los alientan".
Milgrom vuelve a la Biblia para defender la no-violencia. Habla en primer lugar del capítulo 23 del Éxodo en el que "se nos manda no oprimir a la viuda, al huérfano ni al extranjero. El texto dice que, si los oprimimos, ellos clamarán a Dios, Dios escuchará su clamor y hará que nuestros hijos queden huérfanos y nuestras esposas viudas. Probablemente es el versículo más terrorífico de toda la Biblia".
"Yo no quiero que eso suceda. Entonces digo: antes de que su clamor llegue a Dios, debe llegar a los políticos. Debemos hacer que no sea 'allá arriba' el que intervenga, sino 'aquí abajo', donde podamos salvar vidas y obtener justicia". El rabino también cita a Caín y Abel: "Cuando Dios le pregunta a Caín: '¿Dónde está tu hermano Abel?', él responde: '¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?' La Biblia no responde. La pregunta queda abierta. Nos corresponde a nosotros completarla: sí, somos responsables los unos de los otros. Si no respondemos así, no importa cuán hermosas sean nuestras iglesias o nuestras sinagogas".
A las citas bíblicas añade un eslogan israelí de los años '90: "Había una canción muy popular que decía: 'Todos hablan de paz, nadie habla de justicia'. Eso fue hace treinta años. Hoy apenas hablamos de paz, y mucho menos de justicia". Pero añade a su reflexión una frase del predicador estadounidense Theodore Parker que hizo famosa Martin Luther King: "'El arco del universo moral es largo, pero se inclina hacia la justicia'. La historia puede demorar mucho, pero al final llegará la justicia. Mientras tanto, debemos hacer todo lo que podamos: estudiar, escuchar, aprender".
Después vuelve al versículo que no lo deja en paz: la amenaza contra el que oprime a la viuda, al huérfano, al extranjero. "No quiero que nuestros hijos se conviertan en huérfanos ni nuestras esposas en viudas. Quiero que su clamor llegue a nosotros antes de que llegue a Dios. Y que nosotros, finalmente, lo escuchemos".
11/09/2018 11:07
