19/06/2017, 11.55
SIRIA - VATICANO
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Card. Zenari: en Siria hay signos de un “mejoramiento”, pero los cristianos continúan sufriendo

En Alepo, casi dos tercios de la población cristiana han abandonado la ciudad, al igual que la mitad de la población en el resto del país. Se necesita garantizar un trabajo a quien se ha quedado, así como instrucción para los jóvenes. Y un “apoyo espiritual” para continuar la misión de ser “testigos de Cristo” en una tierra donde la mayoría de la población es musulmana. La semana próxima, el encuentro con el Papa. 

Roma (AsiaNews) – En las últimas semanas, en Damasco y en otras zonas de Siria parece haber una “caída de la violencia”, la cual por el momento “se concentra en Raqqa y en otras áreas de la provincia” donde se están desarrollando “duros combates”. Otro sector crítico es “el área localizada en el sur, en la frontera con Jordania”, pero en cuanto al resto del país “parece haber un mejoramiento”. Es lo que cuenta a AsiaNews el Card, Mario Zenari, nuncio apostólico en Damasco, que en estos días se encuentra en Italia donde también se reunirá, la semana próxima, con el Papa Francisco, que siempre ha mostrado una atención particular por la “amada y martirizada Siria”. En este contexto, prosigue el purpurado, “la situación de los cristianos es de un sufrimiento generalizado y transversal”, que abarca a “toda la población”, si bien en este contexto “los grupos minoritarios, incluyendo a los cristianos, son los que corren un riesgo mayor”.   

Según un informe publicado recientemente, en los últimos días casi un 80% de la población cristiana ha abandonado Irak y Siria a causa de la guerra y de la escalada de violencia de los movimientos extremistas de matriz islámica. Y con el correr del tiempo, la comunidad cristiana también parece ir perdiendo, cada vez más, la esperanza de poder regresar. Un parte ha encontrado refugio en las naciones del área –sobre todo en el Líbano y en Jordania-, a menudo en condiciones de precariedad. Otros han emigrado a Europa, a los Estados Unidos, a Canadá y a Australia, las principales naciones de la diáspora. Las razones que fundamentarían el éxodo han de buscarse en el alto costo de vida, la falta de trabajo y de oportunidades educativas, la destrucción de las pequeñas ciudades cristianas y la pérdida del sentido de comunidad.  

“En Oriente Medio, las estadísticas siempre resultan difíciles de considerar y comentar –afirma el Card. Zenari-  pero un dato que figura entre los más atendibles es el que se refiere a Alepo, donde se tiene una comparación objetiva en lo que respecta a la presencia cristiana y al fenómeno migratorio. Los últimos datos arrojan que hasta dos tercios de los cristianos se han marchado”, en busca de paz y seguridad. En cuanto a Siria, agrega, parece ser que “casi la mitad” de la población originaria ha encontrado reparo y hospitalidad en el exterior, sobre todo en otros países de la región y en Europa. A pesar de las dificultades, según el purpurado, la comunidad cristiana en Siria sigue siendo una “realidad activa, tanto desde el punto de vista pastoral como en lo que respecta a nivel de la fe”. La práctica de la vida cristiana y de la fe siguen siendo un sostén pata afrontar las dificultades. Además,  ella ha sabido mantenerse dinámica en el plano humanitario”. En el contexto sirio, una nación cuya población es mayoritariamente musulmana y que atraviesa una guerra desde marzo de 2011, “más que las palabras, son las obras lo que testimonian la pertenencia religiosa. En este sentido, Alepo representa un modelo, con una comunidad cristiana que siempre ha mantenido un criterio de responsabilidad frente a una realidad atormentada por la violencia”.  

Aunque quien ha permanecido representa un testigo de la fe y de la enseñanza de Cristo, la “herida” de la emigración igual sigue estando siempre abierta: “Todavía hoy, quien puede hacerlo –cuenta el Card. Zenari- trata de partir. En Siria, hay más de cinco millones de refugiados, un millón de personas ha buscado reparo en Europa. La migración es una de las bombas más devastadoras que haya embestido al país; la partida [de estas personas] ha dejado un vacío enorme, tanto en la sociedad como en la Iglesia”. El problema afecta particularmente “a los jóvenes, con el empobrecimiento generalizado”. A esto se suma la ya crónica “carencia de especialistas, de figuras esenciales como doctores, ingenieros. Se estima –agrega- que el 90% de los médicos sirios huyó al otro lado de la frontera en los últimos seis años”. De aquí el llamado que ha hecho el cardenal para que se brinde una “ayuda doble” a los cristianos que se han quedado en Siria: por un lado -explica- el sostén económico, tratando de hallar un trabajo para ellos, ayudándoles a pagar el alquiler, la escuela para los niños, los gastos médicos. Por otro, está la necesidad de un apoyo espiritual, de modo que puedan seguir cumpliendo su misión y su compromiso cívico en la tierra que los vio nacer. Deben ser ayudados para que puedan proseguir con su obra de testimonio de Cristo en un país donde la mayoría de la población es musulmana”.

En este contexto, son fuente de ulterior preocupación las graves crisis que involucran de manera más o menos directa a Siria, y que corren el riesgo de hacer que estalle el polvorín medio-oriental.  Cronológicamente hablando, la última de éstas es la feroz disputa vigente entre Riad y Doha, con la acusación dirigida a Qatar de prestar apoyo a movimientos terroristas islámicos y, sobre todo, de mantener relaciones diplomáticas y comerciales con Irán, enemigo número uno de los sauditas en el Oriente Medio. “Lo que es evidente –concluye el purpurado- es que Siria está sufriendo hace años, a causa de una guerra de poder, y detrás de la cual hay fuertes intereses regionales y globales. Hoy, en el territorio pueden contarse cuando menos siete u ocho banderas [de naciones] distintas, lo cual confirma la complejidad de una guerra que, partiendo de una revuelta civil se ha transformado rápidamente en una guerra de poder, de una envergadura internacional”. (DS) 

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