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David: el obispo de los pobres y de los marginados de las periferias filipinas

de Santosh Digal

El obispo de Caloocan, de 65 años, es uno de los tres cardenales filipinos que participan en el cónclave. Como sacerdote, obispo y luego cardenal, siempre ha mostrado una mirada misionera hacia los últimos. Fue la voz más fuerte contra la “guerra contra las drogas” del ex presidente Duterte y promovió programas de rehabilitación para drogadictos. Su advertencia contra la “lotería de nombres” y el reclamo a la sacralidad de la elección de un pontífice.

 

Manila (AsiaNews) - Una de las cualidades distintivas del cardenal Pablo Virgilio Siongco David, obispo de Caloocan, en la Región de la Capital Nacional de Filipinas, es sin duda la preocupación por los marginados. El cardenal de 65 años, en efecto, siempre ha nutrido una sincera pasión por la justicia social y se ha comprometido activamente con los grupos marginados, independientemente de su condición de sacerdote, obispo o cardenal. Un rasgo distintivo de su personalidad es acudir a los márgenes de la sociedad con atención pastoral, compasión y compromiso.

Desde que fue designado obispo de Caloocan en 2016, el cardenal David fundó cerca de 20 estaciones misioneras dentro de su diócesis “para servir mejor a los más pobres entre los pobres”. La diócesis comprende las ciudades de Caloocan, Navotas y Malabon, donde viven 1,3 millones de personas. La mayoría de los católicos son pobres, colonos y migrantes internos que se desplazan de las zonas rurales a las ciudades en busca de trabajo. Viven en barrios marginales superpoblados, carentes de muchos servicios básicos y de espacios habitables. Tampoco tienen oportunidades de trabajo, vivienda, educación, atención de la salud y programas de bienestar, además de ser víctimas de explotación e injusticias que violan su libertad, sus derechos humanos y su dignidad.

Para responder a estas necesidades vitales y pastorales, el cardenal comenzó el “ministerio de los pobres urbanos”, en colaboración con otras organizaciones eclesiales. También invitó a varias congregaciones a trabajar en estaciones misioneras para las comunidades vulnerables que deben afrontar la pobreza, el tráfico de seres humanos que afecta profundamente la región del Sudeste Asiático, la migración y las ejecuciones extrajudiciales.

El Card. David ha defendido sin descanso los derechos y la dignidad de estas personas. En octubre de 2024, en una reunión de la Conferencia Episcopal de Filipinas, que él mismo preside en su segundo mandato consecutivo, el cardenal afirmó que “afrontar la pobreza es esencial para construir una Iglesia que esté verdaderamente al servicio de los pobres”. Él considera que la Iglesia debe reconocer y respetar la dignidad de los pobres. “Si los pobres no vienen a la iglesia, la Iglesia - afirmó en 2024 - debe ir a ellos”. El obispo de Caloocan también ha prestado atención a los presos y a las personas privadas de la libertad, especialmente a los menores, que a menudo languidecen largo tiempo en una celda sin tener acceso a los procedimientos legales. En este sentido, el cardenal señaló que atender a los presos es un deber cristiano, y a menudo visita a los reclusos, interactúa con ellos y celebra la Misa en las cárceles, como hacía el Papa Francisco.

El cardenal David también supo oponerse al ex presidente Rodrigo Duterte y su sangrienta guerra contra las drogas, manifestando su desaprobación porque se había convertido a la diócesis en un campo de batalla mortal de personas inocentes. A pesar de las invectivas del mismo Duterte contra la Iglesia y sus dirigentes, entre ellos el propio cardenal, él asumió la tarea de investigar la oleada de violencia y asesinatos creando un equipo para documentar adecuadamente los hechos. Fue uno de los críticos más explícitos de la guerra contra las drogas de Duterte, condenó los asesinatos e invocó el respeto de la dignidad humana. También comenzó un programa de rehabilitación de drogas basado en la comunidad, que se funda en tres pilares: cuidado del paciente, cuidado de la familia y cuidado de la comunidad. E incluso destinó un lugar especial para sepultar los restos de los pobres y de los drogadictos que eran víctimas de la guerra de Duterte y no tenían medios para recibir un funeral digno, mientras sus familias esperaban justicia en los tribunales.

El cardenal David afirma que está alineado con la visión del Papa Francisco de una Iglesia más acogedora y capaz de escuchar, y que eso requiere esfuerzos continuos. Cuando el pontífice falleció el pasado 21 de abril, el purpurado lo recordó como un “constructor de puentes”. “Francisco era un pastor que caminaba con su gente, a menudo eligiendo - añadió - el camino polvoriento hacia las periferias en lugar del confort del centro”. Siguiendo el ejemplo de Francisco, ha compartido muchas de sus prioridades y principios, como visitar las periferias, promover la Iglesia sinodal y subrayar el carácter inclusivo y acogedor de la Iglesia misma, que se convierte en “hospital de campaña que acoge, cura y camina junto a la gente”.

En estos últimos días también ha hablado sobre su sucesor, no sin escatimar críticas y advertencias a los que se lanzan a una “lotería de nombres” o consideran el Cónclave un espectáculo televisivo: “Crear o difundir videos de ‘campaña’, incluso con buenas intenciones, corre el riesgo de transformar un discernimiento sagrado - afirmó - en un espectáculo mundano. Las películas y las series sobre el cónclave pueden parecer interesantes, pero no olvidemos que son obras de ficción, dramatizadas con el fin específico de entretener y generar ganancias”, pero “muy alejadas de la realidad”. “Acompañemos a los electores - invita - con nuestra oración, no con nuestras preferencias. Ayunemos de especulaciones y alimentémonos de esperanza”. “Si debemos hablar, comprometámonos a pronunciar palabras de aliento, no a tomar partido. Si debemos compartir algo en las redes sociales, que sean las Escrituras, reflexiones que edifican, oraciones que fortalecen la fe, alimentan la esperanza y promueven el amor - ese amor que solo puede generar justicia y paz, misericordia y compasión, sanación y reconciliación en nuestro mundo herido. Hemos encontrado un modelo de esta actitud en el propio Papa Francisco. Caminar en su memoria - concluye - significa mantener vivo su espíritu”.

 

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