11/03/2024, 09.44
RUSIA
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La alianza estratégica entre Rusia y Eritrea

de Vladimir Rozanskij

Bastión de la Compañía Wagner, el régimen de Afewerki en la ONU vota sistemáticamente del lado de Moscú en las resoluciones sobre el conflicto de Ucrania. La cooperación económica entre ambos países no deja de crecer año tras año, e incluso se ha erigido en Asmara un monumento al poeta ruso 

 

Moscú (AsiaNews) - Desde hace tres años, Rusia busca alternativas al aislamiento de Occidente tras la invasión de Ucrania, lanzándose al abrazo de los peores países canallas del mundo, que comparten con los rusos el régimen de sanciones internacionales, del cual Moscú es ahora, con mucho, el líder. Ahora le toca el turno a Eritrea, uno de los países donde más intensamente se ha desarrollado la actividad de la Compañía Wagner del difunto Evgenij Prigožin, cuyos compañeros continúan la labor iniciada años atrás.

El presidente eritreo, Isaias Afewerki, no tiene nada que envidiar a Vladimir Putin en cuanto a violaciones de los derechos humanos y utilización de las más diversas formas de esclavitud como programa de gobierno, habiendo dirigido el país durante más de treinta años. En la votación de las resoluciones de la ONU sobre Ucrania, Eritrea se ha puesto firmemente del lado de Rusia en compañía de los leales, Bielorrusia y Corea del Norte, a veces incluso China. Ya en marzo de 2022, los representantes de Asmara fueron los únicos que se opusieron, junto con Moscú, a la formación de una comisión para investigar los crímenes rusos en Ucrania.

La politóloga Aleksandra Fokina intentó aclarar en Novaja Evropa por qué uno de los Estados más pobres de África y del mundo es tan descaradamente prorruso. A primera vista, en efecto, no hay relaciones políticas o económicas particulares que puedan explicar esta gran amistad, que se expresa de forma cada vez más intensa y total desde hace más de una década. Eritrea fue el primer país en enviar a sus altos funcionarios a visitar oficialmente la Crimea ocupada por Rusia, en junio de 2014, ni siquiera tres meses después del referéndum-farsa de anexión.

Al frente de la delegación estaba el antiguo embajador de Asmara en Ucrania, Teklaja Minassiè Asgedoma, que en 2014 había pasado a desempeñar el papel de representante en Rusia, antes de asistir al IV Foro Económico Internacional de Yalta en 2018 y concluir un acuerdo entre Sebastopol y Massawa, el puerto más importante de Eritrea.En mayo de 2023, Afewerki realizó su primera visita a Moscú para reunirse con Putin, pronunciando un largo discurso al son de la más genuina propaganda rusa.El presidente eritreo criticó "la demente ideología y las imparables acciones de Occidente, que durante los últimos 30 años sólo ha buscado la dominación y la creación de un orden mundial unipolar".Los acuerdos económicos entre Rusia y Eritrea crecen exponencialmente año tras año, pasando de 427.000 dólares a 9,3 millones en 2021, hasta los 15 millones actuales. Ciertamente, no se trata de un mercado primordial para Moscú, que depende de sus principales socios por varios miles de millones, pero desde el año pasado, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, ha prometido satisfacer todas las demandas eritreas en el ámbito militar, con la entrega de tanques Ural y KamAz, y desde luego también más allá de la esfera del transporte.

En el centro de Asmara, disputada entre Etiopía y Eritrea, se erigió recientemente un monumento al gran poeta ruso Aleksandr Pushkin, cuyo antepasado, conocido como "el negro de Pedro el Grande", recuerda vagamente sus orígenes africanos. Tras los días de la Guerra Fría, en los que Etiopía y Eritrea acabaron bajo el control del bloque soviético, Eritrea parecía encaminarse hacia una transformación liberal y proamericana, que representaba un freno a la expansión del terrorismo en la región. Pero desde 1998 Afewerki, con la invasión de Yibuti, ha realizado el "giro hacia el Este", instaurando un régimen autoritario cada vez más enfrentado a las potencias occidentales.

Para los rusos "fue como una invitación de boda", dice Fokina, sobre todo por la tendencia eritrea a participar en todo tipo de conflictos, provocando una huida masiva de la población: hoy el 20% de los eritreos vive en el extranjero, y en el país muchos han sido reclutados por los mercenarios de Wagner. Después de todo, el servicio militar es obligatorio en Eritrea de los 18 a los 40 años, tanto para hombres como para mujeres, una forma de esclavitud muy apreciada por los rusos, en un país con puertos estratégicos en el Mar Rojo, una de las zonas decisivas del actual conflicto mundial.

 

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