03/10/2022, 11.17
RUSIA
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Movilización militar: los rusos del Cáucaso huyen a Asia

de Vladimir Rozanskij

El objetivo es llegar a Kazajistán para evitar acabar en el frente ucraniano. Llegan de toda Rusia, especialmente de Moscú y San Petersburgo. Muchos huyen de Crimea, anexionada en 2014. El "negocio de las colas" en los pasos fronterizos.

Moscú (AsiaNews) - Tras el anuncio de la movilización militar, continúa la huida de ciudadanos de Rusia a pesar de las medidas cada vez más estrictas para evitarlo. Uno de los corredores más transitados es el paso del Cáucaso a Kazajistán, la verdadera frontera entre Europa y Asia, donde las colas de coches, motos y simples peatones ya supera los 20 kilómetros y dos días de espera. Lo cierto es que no hay garantías de poder cruzar la frontera, ya que en todo los pasos fronterizos hay guardias que cotejan las listas de movilizados, y los puestos fronterizos se están organizando para el reclutamiento.

Además, las categorías de fugitivos están bastante definidas. Se distingue entre los "uklonisty" (los que se rehúsan), que buscan cualquier excusa para no ser alistados: fingen una enfermedad, sobornan a los oficiales y desconocen la convocatoria; los "otkazniki" (reacios), que se niegan a luchar debido a sus convicciones pacifistas y antimilitaristas; los "dezertiry", desertores que huyen de las instalaciones militares o de las oficinas donde se les identifica.

Según los criterios de la ONU, todos los que se niegan a participar en un conflicto condenado por la comunidad internacional tienen derecho al estatuto de refugiado. Pero en los puestos fronterizos se cuestionan estas definiciones.

La provincia de Krasnodar, en la región de Astracán, que bordea el mar Caspio, está abarrotada de coches con placas de toda Rusia, principalmente de Moscú y San Petersburgo, pero también de Rostov del Don y Belgorod, las ciudades rusas más cercanas a las zonas de guerra. Hay muchos habitantes de Crimea que en los ocho años transcurridos desde la anexión no han desarrollado plenamente su lealtad a la "madre patria" rusa. Los periodistas de Krym.Realii intentaron conocer las historias de estas personas que, como es de esperar, se muestran bastante reticentes a revelar los detalles.

Hay grupos familiares procedentes del Donbass y de las provincias que acaban de ser anexionadas a Rusia, que intentan una vía de escape desde Crimea. Un graduado universitario de 55 años, que desea permanecer en el anonimato, dice que en su momento hizo el servicio militar en la Crimea ucraniana. Es originario de Donetsk, y ahora se supone que lucha contra muchos de sus compañeros que están en el bando contrario, por lo que intenta salir de todo y dejar atrás todas las fronteras.

Todos esperan sentirse más seguros en Kazajistán, un país donde cualquiera se siente a gusto, a pesar de las mil desconfianzas y dificultades. Además, la ruta desde Astracán es la más económica. Incluso en Georgia, las tarifas y los sobornos se han vuelto imposibles de afrontar; en el Caspio se puede comer "plov" (risotto asiático) por 500 rublos, una ensalada de tomate y pepino por 100 rublos y comprar una botella de agua por 300, ya que después de dos o tres días de espera, los víveres se agotan. Los crimeos intentan aprovechar el puente de Kerch, un orgullo de Putin que los ucranianos prometieron destruir y a través del cual consiguen acercarse a los pasos de la libertad.

Los habitantes de Astracán intentan cruzar al otro lado. "Fuimos tontos al no haber pensado en esto antes", dice un lugareño, "cuando todavía no había todas estas colas, pensábamos que nos favorecía la proximidad de las fronteras, y ahora estamos todos atrapados". Dmitry, de Rostov, explica que "durante la cola nos turnamos para dormir, así podemos detectar a tiempo a los policías y nos escondemos en el bosque, sólo dejamos a mi tía y a los perros en el coche". También existe la posibilidad de contar con guías que acompañan a la gente a través de 4-5 kilómetros de bosque: el costo es de 2.500 rublos por persona. Una opción muy codiciada es comprar una lugar en la cola a menos de un kilómetro de la frontera, con buenas posibilidades de cruzarla: cuesta 40.000 rublos, poco menos de 1.000 dólares.

En general, al frente del negocio de la comida y los lugares en la cola hay personas que han luchado en Ucrania, como Danijar, de 21 años: "Volví en agosto y todavía no me pagaron, dicen que tenemos que solicitarlo todos juntos y no solos, mientras tanto intento sobrevivir como puedo". Sin embargo, junto a los "profesionales de las colas", también hay voluntarios, principalmente de la Kalmukia budista, que organizan campamentos de espera con tiendas, sirven comida y ofrecen un lugar para descansar, a la espera de tiempos mejores.

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