11/07/2015, 00.00
PARAGUAY – VATICANO
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Papa en Paraguay: La Virgen y las mujeres de este país, fuente inagotable de esperanza

Francisco celebra la misa en uno de los santuarios marianos más populares en América Latina, en Caacupé, que "consagra la memoria de un pueblo que sabe que María es la Madre y que ha sido y sigue sestando cerca de sus hijos". Como la Madre de Dios, también las mujeres de Paraguay "han experimentado muchas tribulaciones. Pero al igual que Ella, no han perdido la fe". "Y cuando todo parecía derrumbarse, junto a María se decían: No temamos, el Señor está con nosotros, está con nuestro Pueblo, con nuestras familias, hagamos lo que Él nos diga".

Caacupé (AsiaNews) - Como la Virgen, las mujeres de Paraguay "han vivido y están viviendo estas tribulaciones que podrían retirar de la fe. Pero al igu Han vivido situaciones muy pero muy difíciles, que desde una lógica común sería contraria a toda fe. Ustedes al contrario, impulsadas y sostenidas por la Virgen, siguieron creyentes, inclusive «esperando contra toda esperanza» (Rm 4,18). Y cuando todo parecía derrumbarse, junto a María se decían: No temamos, el Señor está con nosotros, está con nuestro Pueblo, con nuestras familias, hagamos lo que Él nos diga. Y allí encontraron ayer y encuentran hoy, la fuerza para no dejar que esta tierra se desmadre. Dios bendiga ese tesón, Dios bendiga y aliente la fe de ustedes, Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América". Dijo el Papa Francisco durante la misa en el santuario mariano de Caacupé, uno de los más queridos de toda América Latina.

Recibido por una multitud masiva, cantando en lengua guaraní antes de la llegada del Papa y durante las celebraciones, el Papa regresa una vez más a la figura de la mujer paraguaya, y lo hace para alabar a ellos. Para hacer su parte del santuario: " Estar aquí con ustedes es sentirme en casa, a los pies de nuestra Madre, a los pies de nuestra Madre la Virgen de los Milagros de Caacupé. En un santuario los hijos nos encontramos con nuestra Madre y entre nosotros recordamos que somos hermanos. Es un lugar de fiesta, de encuentro, de familia. Venimos a presentar nuestras necesidades, venimos a agradecer, a pedir perdón y a volver a empezar. Cuántos bautismos, cuántas vocaciones sacerdotales y religiosas, cuántos noviazgos y matrimonios nacieron a los pies de nuestra Madre. Cuántas lágrimas y despedidas. Venimos siempre con nuestra vida, porque acá se está en casa y lo mejor es saber que alguien nos espera".

Del mismo modo, Francisco añadió, " Cómo no reconocer que este santuario es parte vital del pueblo paraguayo, de ustedes. Así lo sienten, así lo rezan, así lo cantan: «En tu Edén de Caacupé, es tu pueblo Virgen pura que te da su amor y fe». Y estamos hoy como el Pueblo de Dios a los pies de nuestra Madre a darle nuestro amor y fe".

Comentando el Evangelio apenas proclamado - la Anunciación - el Papa subraya que María " María es la madre del «sí». Sí, al sueño de Dios, sí al proyecto de Dios, sí a la voluntad de Dios.

Un «sí» que, como sabemos, no fue nada fácil de vivir. Un «sí» que no la llenó de privilegios o diferencias, sino que, como le dirá Simeón en su profecía: «A ti una espada te va a atravesar el corazón» (Lc 2,35). Y ¡vaya que se lo atravesó! Por eso la queremos tanto y encontramos en Ella una verdadera Madre que nos ayuda a mantener viva la fe y la esperanza en medio de situaciones complicadas. Siguiendo la profecía de Simeón nos hará bien repasar brevemente tres momentos difíciles en la vida de María".

Poco después, el pontífice recordó los tres momentos más difíciles de la vida de la Virgen: el nacimiento de Jesús, en la que "no había lugar para ellos si no en un establo"; la huida a Egipto, la "persecución nacida de la avaricia del Emperador"; la cruz, desgarrador momento "en el que vemos a María al pie de la cruz, como cualquier madre, firme, sin falta, acompañando a su Hijo al extremo de la muerte y muerte de cruz".

Ante estas dificultades María nunca le pregunta dónde está la promesa del Señor. Por ello, dice Francisco, "Contemplamos su vida, y nos sentimos comprendidos, entendidos. Podemos sentarnos a rezar y usar un lenguaje común frente a un sinfín de situaciones que vivimos a diario. Nos podemos identificar en muchas situaciones de su vida. Contarle de nuestras realidades porque Ella las comprende. Ella es mujer de fe, es la Madre de la Iglesia, ella creyó. Su vida, es testimonio de que Dios no defrauda, que Dios no abandona a su Pueblo, aunque existan momentos o situaciones que parecen que Él no está. Ella fue la primera discípula que acompañó a su Hijo y sostuvo la esperanza de los apóstoles en los momentos difíciles. Estaban encerrados con no sé cuántas llaves, de miedo en el cenáculo. Fue la mujer que estuvo atenta y supo decir –cuando parecía que la fiesta y la alegría terminaba–: «mirá no tienen vino» (Jn 2,3). Fue la mujer que supo ir y estar con su prima «unos tres meses» (Lc 1,56) para que no estuviera sola en su parto. Esa es nuestra Madre, así de buena, así de generosa, así de acompañadora en nuestra vida".

Rompiendo con la historia del Evangelio, Francesco subraya como María " en esta tierra, es la Madre que ha estado a nuestro lado en tantas situaciones difíciles. Este Santuario, guarda, atesora, la memoria de un pueblo que sabe que María es Madre y que ha estado y está al lado de sus hijos. Ha estado y está en nuestros hospitales, en nuestras escuelas, en nuestras casas. Ha estado y está en nuestros trabajos y en nuestros caminos. Ha estado y está en las mesas de cada hogar. Ha estado y está en la formación de la Patria, haciéndonos Nación. Siempre con una presencia discreta y silenciosa. En la mirada de una imagen, una estampita o una medalla. Bajo el signo de un rosario, sabemos que no vamos solos, que Ella nos acompaña".

¿Por qué, se pregunta el Papa? "porque María simplemente quiso estar en medio de su Pueblo, con sus hijos, con su familia. Siguiendo siempre a Jesús, desde la muchedumbre. Como buena madre no abandonó a los suyos, sino por el contrario, siempre se metió donde un hijo pudiera estar necesitando de Ella. Tan sólo, porque es Madre".

Y este testimonio el pueblo paraguayo lo sabe bien: “Y ustedes lo saben, han hecho experiencia de esto que estamos compartiendo. Todos ustedes, todos los paraguayos tienen la  memoria viva, tienen la memoria viva de un Pueblo que ha hecho carne estas palabras del Evangelio. Y quisiera referirme de modo especial a ustedes mujeres y madres paraguayas, que con gran valor y abnegación, han sabido levantar un País derrotado, hundido, sumergido por una guerra inicua. Ustedes tienen la memoria, ustedes tienen la genética de aquellas que reconstruyeron la vida, la fe, la dignidad de su Pueblo, junto a María. Han vivido situaciones muy pero muy difíciles, que desde una lógica común sería contraria a toda fe. Ustedes al contrario, impulsadas y sostenidas por la Virgen, siguieron creyentes, inclusive «esperando contra toda esperanza» (Rm 4,18). Y cuando todo parecía derrumbarse, junto a María se decían: No temamos, el Señor está con nosotros, está con nuestro Pueblo, con nuestras familias, hagamos lo que Él nos diga. Y allí encontraron ayer y encuentran hoy, la fuerza para no dejar que esta tierra se desmadre. Dios bendiga ese tesón, Dios bendiga y aliente la fe de ustedes, Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América".

Como pueblo, concluyó el Papa, " Como Pueblo, hemos venido a nuestra casa, a la casa de la Patria paraguaya, a escuchar una vez más, esas palabras que tanto bien nos hacen: «Alégrate, el Señor está contigo». Es un llamado a no perder la memoria, a no perder las raíces, los muchos testimonios que han recibido de pueblo creyente y jugado por sus luchas. Una fe que se ha hecho vida, una vida que se ha hecho esperanza y una esperanza que las lleva a primerear en la caridad. Sí, al igual que Jesús, sigan ‘primereando’ en el amor. Sean ustedes los portadores de esta fe, de esta vida, de esta esperanza. Ustedes paraguayos sean forjadores de este hoy y mañana".

 

[Texto original de la homilia: Español]

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