02/05/2017, 13.54
VATICANO
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Papa: Dios “ablande un poco el corazón” de quien condena todo aquello que está “fuera de la Ley”

Son personas que tienen el “corazón duro” y “saben que la ternura de Dios es capaz de cambiar un corazón de piedra y colocar en su lugar un corazón de carne”. Los dos discípulos de Emaús “somos nosotros”, “con tantas dudas”, “tantos pecados”, que tantas veces “queremos alejarnos de la Cruz, de las probas” “pero hagamos un espacio para sentir a Jesús que nos calienta el corazón”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- El Señor “ablande un poco el corazón” de aquella gente que “está siempre cerrada en la Ley y condena todo aquello que está fuera de la Ley, gente que no sabe que la ternura de Dios es capaz de quitar un corazón de piedra y poner en su lugar, uno de carne”.

Lo dijo el Papa Francisco en la homilía de la misa celebrada esta mañana en la casa S. Marta, partiendo de la Primera Lectura, que narra el martirio de Esteban, “un testigo de obediencia”, como Jesús que obedeció hasta la muerte y justamente por esto fue perseguido.

Aquellos que lo lapidaron, no entendían la Palabra de Dios. Esteban los había llamado “testaduras”, “incircunciso en el corazón y en el oído” y decir a una persona “incircunciso” equivalía a llamarlo “pagano”. Francisco por lo tanto pide reflexionar sobre los diversos modos de no entender la palabra de dios. Por ejemplo, Jesús llama a los discípulos de Emaús “tontos”, una expresión que no es una alabanza pero no tan fuerte como la que usa Esteban: no entendían, tenían miedo porque no querían problemas, “tenían miedo” pero “eran buenos”, “abiertos a la verdad”. Y cuando Jesús los reprocha, dejan entrar sus palabras y el corazón arde mientras que aquellos que lapidaron a Esteban, “estaban furibundos”, no querían escuchar. Este es el drama de la “clausura del corazón”: “el corazón duro”.

En el Salmo 94, el Señor amonesta de hecho a su pueblo exhortando a no endurecer el corazón y después, con el profeta Ezequiel, hace una “promesa bellísima”: la de cambiar el corazón de piedra por uno de carne, o sea un corazón “que sepa escuchar” y “recibir el testimonio de la obediencia”. “Y esto hace sufrir tanto, tanto a la Iglesia: los corazones cerrados, los corazones de piedra, los corazones que no quieren abrirse, que no quieren sentir; los corazones que solamente conocen el lenguaje de la condena: saben condenar; no saben decir: ‘Pero explícame…’ No: están cerrados. Saben todo. No necesitan explicaciones”.

También Jesús reprocha que hayan matado a los profetas “porque os decían aquello que a vosotros no gustaba”. Un corazón cerrado de hecho no deja entrar al espíritu santo. “No había puesto en el corazón para el Espíritu Santo. En cambio, la Lectura de hoy nos dice que Esteban, lleno de Espíritu Santo, había entendido todo: era testigo de la obediencia del Verbo hacho carne y esto lo hace el Espíritu Santo. Estaba pleno. Un corazón cerrado, un corazón obstinado, un corazón pagano no deja entrar al Espíritu y se siente auto-suficiente en sí mismo”.

Los dos discípulos de Emaús “somos nosotros” sostuvo el Papa, “con tantas dudas”, “tantos pecados”, que tantas veces “queremos alejarnos de la Cruz, de las pruebas, “pero hagamos un lugar para sentir que Jesús calienta el corazón”. Al otro grupo, a aquellos que están “cerrados en la rigidez de la Ley”, que no queremos escuchar. Jesús habló tanto, diciendo cosas “más feas” de las de dijo Esteban. Y Francisco concluyó refiriéndose al episodio de la adúltera, que era una pecadora. “Cada uno de nosotros entra en un diálogo entre Jesús y la víctima de los corazones de piedra: la adúltera”. A aquellos que querían lapidarla, Jesús le responde solamente. “Miren dentro de vosotros”. “Y hoy, miremos a esta ternura de Jesús: el testigo de la obediencia, el Gran Testigo, Jesús, que dio la vida nos hace ver la ternura de Dios en confrontación con nosotros, con nuestros pecados, con nuestras debilidades. Entramos en este diálogo y pidamos la gracia que el Señor ablande un poco el corazón de estos rígidos, de aquella gente que está cerrada siempre en la Ley y condena todo aquellos que está fuera de la ley. No saben que el Verbo vino y se hizo carne, que el Verbo es testigo de obediencia. No saben que la ternura de Dios es capaz de transformar el corazón de piedra y colocar en su lugar un corazón de carne”.

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