16/09/2016, 16.05
VATICANO
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Papa: los obispos se esfuercen en hacer “pastoral” la Misericordia

Francisco recibió a los participantes al anual curso de formación promovido conjuntamente por la Congregación para los Obispos y por la Congregación para las Iglesias orientales. La Misericordia “resumen de cuánto Dios ofrece al mundo”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Hacer “pastoral” la misericordia, haciendo sí que esa “forme e informe” a las estructuras de la Iglesia, proponiéndola “como resumen de cuánto Dios ofrece al mundo”. Es la tarea que el Papa Francisco indicó a los nuevos obispos que participan en el curso de formación organizado por las Congregaciones de los Obispos y por la Iglesias Orientales, recibidos esta mañana.

En un largo discurso en el cual Francisco en primer lugar evocó la “emoción” que impregna al recuerdo de la llamada de Dios. “Él os ha “pescado” con el anzuelo de su sorprendente misericordia. Sus redes fueron misteriosamente restringiéndose y no habéis podido hacer nada sino dejarse capturar. Sé muy bien que aún ahora la emoción os impregna recordando su llamada a través de la voz de la Iglesia, Su Esposa”. Así fue, también para Moisés en el pasado, los profetas y a los apóstoles, pero también para los fariseos y para el ladrón crucificado junto a Él. “Dios os libre del hacer vana esa emoción, de domesticarla y vaciarla de su potencia “desestabilizadora”. Déjense desestabilizar: eso  es bueno para un obispo…”. “Es bello dejarse atravesar por el conocimiento amoroso de Dios. Es consolador saber que Él sabe quiénes somos y no nos asusta de nuestra pequeñez. Es calmante conservar en el corazón la memoria de su voz que nos ha llamado propiamente a nosotros, no obstante nuestras propias insuficiencias. Dona paz abandonarse a la certeza que será Él, y no nosotros, a llevar a cumplimiento cuánto Él mismo inició. Muchos hoy se disfrazan y se esconden. Aman construir personajes e inventar perfiles. Se hacen esclavos de los míseros recursos que logran juntar y se aferran como si fuesen suficientes para comprarse el amor que no tiene precio. No soportan la emoción de saberse conocidos por Alguien que es más grande y no desprecia nuestro poco, es más Santo y no nos echa en cara nuestra debilidad, es bueno realmente y no se escandaliza de nuestras llagas. No sea así para vosotros. Dejen que tal emoción os invada, no la quiten ni la silencien”

A los nuevos obispos, el Papa les dio tres sugerencias para el “enorme tarea” de hacer pastoral la misericordia.

La primera es: “Hagan de vuestro ministerio un ícono de la Misericordia, la sola fuerza capaz de seducir y atraer en modo permanente el corazón del hombre”. “No se trata ni siquiera atraer a sí mismo: esto es un peligro, ¡Eh! El mundo está cansado de encantadores mentirosos. Y me permito decir: de curas a la moda o de obispos de modo. La gente “olfatea” y se aleja cuando reconoce a los narcisistas, a los manipuladores, a los defensores de sus propias causas, a los que llaman a falsas cruzadas. Más bien, traten de seguir a Dios, que ya se introduce aún antes de nuestra llegada”. En el “confuso” mundo de hoy es necesario encontrar la voz de Dios, que “¡no se rinde jamás! Somos nosotros que, acostumbrados a rendirnos, a menudo nos acomodamos prefiriendo dejarse convencer que realmente han podido eliminarlo e invitamos discursos amargos para justificar la pereza que se bloquea en el sonido inamovible de las vanas laméntelas. Las laméntelas de un obispo son tan feas”

Saber “iniciar” a aquellos que son confiados a la propia atención es la segunda recomendación. “Todo cuanto es grande necesita de un recorrido para poderse entrar. Tanto más la Misericordia es Cristo. En Él ella permanece como una oferta permanete e inagotable; en Él ella proclama que ninguno está ´perdido: ¡Nadie está perdido! ¡Para Él cada uno es único! Una oveja por la cual Él se arriesga en la tempestad; única moneda comprada con el precio de su sangre; único hijo que murió y ahora está vivo (Cfr.Lc 15). Os ruego que no tengan otra prospectiva desde la cual mirar a vuestros fieles como también de su unicidad, y no dejar nada sin intentarlo con tal de alcanzarlos, no hay que ahorrar ningún esfuerzo para recuperarlos. Sean obispos capaces de iniciar vuestras Iglesias a este abismo de amor. Hoy se pide demasiados frutos a los árboles que no fueron bien cultivados. Se perdió el sentido de la iniciación y todavía en las cosas realmente esenciales de la vida se enciende solamente mediante la iniciación. Piensen en la emergencia educativa, en la transmisión ya sea de contenidos sea de valores, piensen en el analfabetismo afectivo, en los recorridos vocacionales, en el discernimiento en las familias, en la búsqueda de la paz: todo esto requiere iniciación y recorridos guiados, con perseverancia, paciencia y constancia, que son los signos que distinguen al buen pastor del mercenario”.

Ser capaces de “acompañar”, como el samaritano de la parábola, es la tercera recomendación del Papa a los nuevos obispos. “Hacer pastoral la misericordia es justamente esto: conjugarla en verbos, hacerlas palpables y operativa. Los hombres tienen necesidad de la misericordia; son, están si bien inconscientemente, en su búsqueda. Saben bien que están heridos, lo sienten; saben bien que están “medio muertos” (Cfr. Lc 10,30), también teniendo miedo de admitirlo. Cuando inesperadamente ven la misericordia acercarse, entonces exponiéndose tienden la mano para mendigarla. Están fascinadas por su capacidad de detenerse, cuando tantos pasan además; de inclinarse, cuando un cierto reumatismo del alma impide plegarse; de tocar la carne herida, cuando prevalece la preferencia por todo lo que es aséptico”.

“Sean obispos con el corazón herido por una tal misericordia y por lo tanto incansable en la humilde tarea de acompañar al hombre que “por casualidad” puso en nuestro camino”. Acompañar en particular, recomendó Francisco, a los sacerdotes y a las familias. Y a propósito del clero, el Papa recomendó “gran prudencia y responsabilidad en el acoger a candidatos o incardinar a sacerdotes en vuestras Iglesias locales. Por favor, prudencia y responsabilidad en esto. Recuerden que ya desde los inicios se quiso inseparable la relación entre una Iglesia local y sus sacerdotes y jamás se aceptó a un clero vagante o en tránsito de un lugar a otro. Y esta es una enfermedad de nuestros tiempos”.

“Un especial acompañamiento”, concretamente, “reservadas a todas las familias, gozando con su amor generoso y alentando el inmenso bien que donan a este mundo. Sigan sobre todo a aquellas más heridas. “No “pasen de largo” delante de sus fragilidades. Deténganse para dejar que vuestro corazón de pastores sea atravesado por la visión de sus heridas; acérquense con delicadeza y sin miedo. Pongan delante a sus ojos la alegría del amor auténtico y de la gracia con la cual Dios lo eleva a la participación del ´propio Amor. Tantos necesitan de redescubrirla, otros no la conocieron nunca, algunos esperan rescatarla, no pocos deberán llevarse encima el peso de haberla irremediablemente perdida. Os ruego de hacerles compañía en el discernimiento y con empatía”.

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