10/06/2020, 12.47
VATICANO
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Papa: proteger a los niños de la explotación que los priva de su infancia

Llamamiento de Francisco en vista de la Jornada mundial contra la explotación de trabajo de los menores. En el momento de la vida en el cual nos sentiremos realmente solos, “en aquel momento Dios nos dará un nombre nuevo, que contiene el sentido de toda la vida, nos cambiará el corazón, y nos dará la bendición reservada a quien se dejó cambiar por Él. Esta es una bella invitación a dejarse cambiar por Dios. Él sabe cómo hacer, Él nos conoce”.

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Se haga “todo lo posible” para proteger a los menores de la explotación “que priva a los niños de su infancia y que pone en peligro el desarrollo integral”. Es el pedido lanzado por el Papa Francisco en vista de la Jornada mundial contra la explotación del trabajo de los menores, que se celebra el viernes próximo, 12 de junio.

En el llamamiento , llegado al finalizar la audiencia general, Francisco subrayó que “en la actual situación de emergencia sanitaria, en diversos países y jóvenes están obligados a trabajos inadecuados para sus edades, para ayudar a sus propias familias en condiciones de extrema pobreza. En no pocos casos se trata de formas de esclavitud y de reclusión, que provocan sufrimiento físico y psicológico. Todos somos responsables de esto.

Hago un llamamiento a las instituciones para que hagan todo lo posible por proteger a los menores, llenando las lagunas económicas y sociales que están en la base de la dinámica distorsionada dinámica en la que, lamentablemente, ellos se ven envueltos. Los niños son el futuro de la familia humana: ¡depende de todos nosotros favorecer su crecimiento, salud y serenidad!

Precedentemente, en la catequesis para la audiencia, realizada hoy desde la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano, continuando el ciclo de su oración, habló de la “Oración de Jacob”,(Gen 32,25-30).

De Jacob, “un hombre que había hecho de la astucia su mejor arma”, el Papa recordó la “difícil relación” con su hermano Esaú y consiguió con sutilezas la bendición de su padre que pertenecía al hermano, al primogénito. Fue esta la primera de una larga serie de argucias, que harán de él un hombre rico. “Jacob-diríamos con lenguaje moderno- es un hombre que ‘se hizo a sí mismo’ con tenacidad y paciencia’, con el ingenio, la argucia logra conquistar todo lo que desea”.

“Le falta algo, la relación viva con sus raíces. Pero un día sintió el deseo de volver a casa, y se puso en camino. Al llegar a la última etapa de este viaje de regreso hizo pasar a toda su familia y a su ganado el torrente Jabbok, que delimitaba las tierras de su hermano. Era de noche, estaba solo, y un torbellino de pensamientos lo envolvía. En ese momento se produjo su encuentro con Dios, que es descrito como una lucha con un desconocido en medio de la oscuridad; “La tradición espiritual de la Iglesia vio en esta narración es símbolo es símbolo del combate de la fe y de la victoria de la perseverancia” (CCC 2573).

“Jacob luchó durante toda la noche sin dejarse derrotar por su adversario. Al final, fue derrotado, golpeado por su rival en el nervio ciático, y desde entonces quedó cojo toda su vida. Aquel misterioso contrincante le preguntó su nombre al patriarca y le dice: ‘Ya no te llamarás más Jacob, ahora serás Israel, porque has combatido con Dios y con los hombres y has vencido (v. 29)”.

Entonces también Jacob le pregunta al otro: “revélame tu nombre”. Aquel no se lo revela, pero en compensación lo bendice Y Jacob entiend que se encontró con Dios “cara a cara” (Cfr vv. 30-31)”. 

“El Papa Francisco explicó que luchar con Dios “es una metáfora de la oración. En ocasiones anteriores, Jacob se había mostrado capaz de dialogar con Dios, de sentirlo como presencia amiga y cercana”.

Pero, en aquella noche, “por medio de aquella lucha que dura demasiado tiempo y que casi lo hace sucumbir, el patriarca sale cambiado”.

Cambiar el nombre, el modo de vivir, la personalidad. “Por una vez, no es dueño de la situación, no es el hombre estratega y calculador. Dios lo lleva hacia su verdad mortal que tiembla y que tiene miedo. Por una vez, Jacob no tiene nada más que presentar a Dios que no sea su fragilidad y su impotencia y también sus pecados. Y es este Jacob es el que recibe de Dios la bendición con la cual entra cojeando a la tierra prometida, vulnerable y vulnerado, pero con el corazón nuevo”.

“Todos nosotros tenemos una cita en la noche con Dios”. “Él nos sorprenderá en el momento en el que no lo esperamos, en el que nos encontremos verdaderamente solos”. “Es esa misma noche, combatiendo con lo desconocido, tomaremos conciencia de ser únicamente pobres hombres. Me permito decir pobrecitos.

Pero, precisamente entonces, “no tendremos nada que temer, porque en ese momento Dios nos dará un nombre nuevo que contiene el sentido de toda nuestra vida. Nos dará la bendición reservada a quien se ha dejado cambiar por Él.  Esta es una bella invitación a dejarse cambiar por Dios. Él sabe cómo hacer, Él nos conoce”.

 

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