23/06/2016, 11.33
JORDANIA - IRAK
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Refugiadas iraquíes: Daesh, el exilio y el deseo de encontrarse con el Papa Francisco

Dos refugiadas cristianas acogidas por la Iglesia jordana de Amán. De una infancia pacífica, bajo un régimen autoritario pero estable, a la violencia del conflicto y a su derivación yihadista. La relación con los musulmanes y la fuerza de la fe. Junto a otras refugiadas han confeccionado una casulla para el pontífice, a quien esperan encontrar en Cracovia.

Amán (AsiaNews) – El recuerdo de una infancia “pacífica y sin grandes problemas”, transcurrida en familia, con las dificultades normales de todos los días, revolucionada por la caída de un régimen que lograba mantener “estable” la vida del país, incluso con el uso de la fuerza. La violencia de la guerra, el caos y, por último, el ascenso de Daesh [acrónimo árabe para el Estado islámico] sacudieron su vida, obligándola a huir de su propia tierra. Y a buscar un refugio en el exterior, a la espera de entender qué dirección tomará el futuro. Es el testimonio confiado a AsiaNews por parte de dos veinteañeras iraquíes, que hace dos años huyeron –una de Kirkuk, la otra, de Mosul-  tras el avance de las milicias yihadistas,  y que hoy viven en Amán, Jordania, junto a otros refugiados, gracias a los proyectos de acogimiento emprendidos en el lugar por la Iglesia y la Caritas local. Y que alimentan el corazón y el “deseo profundo” de poder reunirse algún día con Papa Francisco, quien pide” nunca dejar de rezar por nosotros, los cristianos iraquíes”.”.

Hadeel Akko es una joven iraquí oriunda de Kirkuk, que dejó Irak luego de haber vivido años de violencia y terror, que registraron una progresiva escalada con el avance del Estado islámico, en el verano de 2014. Maryam Zaitona nació y vivió en Mosul, en la llanura de Nínive, en el lugar que hoy es el bastión yihadista en Irak.

Días atrás, Hadeel y Maryam, junto a otras 16 refugiadas iraquíes (en la foto) confiadas al cuidado de don Mario Cornioli, sacerdote fidei donum en misión, llegado de Italia, confeccionaron una casulla que fue cosida con retazos del pequeño taller de sastrería que ha sido emprendido en la capital jordana. Un regalo “made by Iraqi girls” para el Papa Francisco, para que la vista en una de sus próximas celebraciones; el deseo es verla “en vivo” en Cracovia, a fines de julio.

Antes que reconstruir su vida, tras haberlo abandonado todo, el sueño en común de estas muchachas es, justamente, poder reunirse con el Papa, abrazarlo, pedirle que continúe rezando por su país. Quizás esto llegue a concretarse en Cracovia, para la Jornada Mundial de la Juventud, aunque los problemas con las visas están dificultando esta posibilidad. AsiaNews quiso reunirse con ellas para recoger sus historias, sufrimientos y también sus esperanzas y deseos para el futuro.

“Mi vida era estable en Kirkuk, en una casa pequeña” rodeada por el amor “de mi padre George, mi madre, Najwa, y mis hermanos, Aydin yDavid”, Vivíamos “en paz”, agrega, compartiendo las actividades de la Iglesia local y de la catedral del Sagrado Corazón. “Yo formaba parte del coro de la iglesia, jamás hubiera querido abandonarla […] iba a la escuela para aprender, y ponerme un día al servicio de Irak”. “Recuerdo una vida bella, plena –agrega Maryam- que se muestra esquiva con las palabras, pero no así con los sentimientos, que alimenta hacia su propio país-  y que todas las personas vivían en paz y armonía, sin problemas”.  

De su pasado, a Hadeel extraña “los estudios, la iglesia y el coro. Pero más que todo, el amor y la paz” que se respiraban otrora en un Irak que era “tolerante” y que “ya no existe más”. Para  Maryam el sufrimiento más grande es “ya no poder frecuentar más mi parroquia” y también extraña “el tiempo paque pasaba con mis amigos en aquél tiempo, y con la familia”. En el pasado, “las relaciones entre cristianos y musulmanes eran muy buenas”, pero “todo cambió” con la derivación extremista en que se culminara con la llegada de Daesh; ahora los cristianos en general “carecen de la confianza que solían tener en otro tiempo con sus vecinos islámicos”.

“Antes del 2003 –le hace eco Hadeel- las relaciones entre cristianos y musulmanes eran estables gracias a las presencia de un gobierno fuerte y autoritario, que ejercía el derecho, sin distinciones” de índole confesional. Con la invasión americana y la caída de Saddam, se pasó a carecer “del Estado y el derecho” y se generó “una situación de caos; las milicias tomaron el control de las calles” y la comunidad cristiana comenzó a sufrir la violencia y los ataques, que han sido dirigidos “a viviendas particulares y lugares de culto”.

Sin embargo, a pesar de las dificultades y sufrimientos, la fe ha permanecido, y es un elemento “muy importante en la vida de cada día”. Cristo afrontó la cruz por nosotros, cuenta Hadeel, perdonó nuestros pecados y esto es muestra de la grandeza de su amor. “Ninguna tribulación, ninguna dificultad puede minar esta fe, esta fe en Jesús es capaz de realizar milagros”. Un pensamiento que es compartido por Maryam, que en Jesús ha encontrado la fuerza “para afrontar cada circunstancia de la vida”. “Mi vida actual no es ni bella ni fea –prosigue la joven de Mosul- pero sigue habiendo un punto que es central: la Iglesia, que siempre es un gran sostén para todos nosotros, y que siempre permaneció cerca nuestro”. Un sostén, el de la Iglesia y sus representantes, que es “fundamental”, también para Hadeel, porque “nos vuelve parte de la vida cristiana […] y es siempre fuente de nuevas ocasiones, como el curso de costura” que ha estado siguiendo en Amán, en las últimas semanas..

Ambas han colaborado en la confección de la casulla para el Papa Francisco, a quien esperan poder encontrar en un futuro próximo. “Lo amo muchísimo” confiesa la joven de Kirkuk y “quisiera pedirle que me bendiga, y que me enseñe cómo vivir en una humildad y amor, como hace él. Y le pediría también que no se olvide de nosotros [refugiados iraquíes], de rezar por nosotros, que somo sus hijos e hijas”. “Yo quisiera decirle que todos lo amamos –interviene Maryam- y también le diría que rece por nosotros, que necesitamos tanto de esto”.

Por último, las dos muchachas piensan en Irak, su tierra de origen, a la que quizás, han dejado atrás para siempre. “Pienso que regresar a nuestra madre patria será muy difícil –dice Hadeel-, porque allí no hay nada para nosotros. Tengo miedo de regresar; y a pesar de todo, quiero mirar el futuro con esperanza, terminar mis estudios y construirme un mañana”. “Estoy triste –afirma la joven de Mosul- porque, de mi tierra, extraño todo. Espero que el día de mañana, todos puedan vivir juntos sin problemas, y amarse mutuamente, porque el amor es el camino de la paz”. (DS)

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