16/10/2018, 15.17
CAMBOYA-VATICANO
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Simposio de AsiaNews 2018: Camboya, para los jóvenes un rol como protagonistas en la iglesia y en la sociedad

de Luca Bolelli

“Camboya atraviesa un momento crítico, desde el momento que está pasando del contexto rural, vivido por milenios al mundo moderno, en el cual entró sólo en los últimos años”. “Tener siempre al Señor al lado, caminar con Él y junto a Él da a los jóvenes fuerza, luz en las elecciones que deben hacer y valentía para llevarlas adelante”.

 

Kdol Leu (AsiaNews) – Urbanización, nuevas formas de comunicación y nuevos equilibrios familiares: la modernidad trajo rápidos y cambios en la sociedad camboyana. Fascinados y al mismo tiempo atemorizados, muchachas y muchachos tratan de ganarse un rol como protagonistas en la sociedad. A través del compromiso en el campo de la educación, la Iglesia los acompaña y trata de protegerlos de los peligros de un “mundo nuevo”, donde el encuentro y el diálogo son siempre más difíciles. En su intervención en el Simposio de AsiaNews 2018, el p. Luca Bolelli, misionero del PIME desde hace 11 años en el país, cuenta cómo los jóvenes católicos se preparan a enfrentar el futuro, fuertes de la presencia de Jesús y animados por un profundo espíritu de colaboración.

Soy el p. Luca, misionero del Pontificio Instituto Misiones Extranjeras (PIME) en Camboya desde hace 11 años. Desde hace 9 soy párroco del pueblo de Kdol Leu. En este momento me encuentro en el ingreso de la iglesia con algunos jóvenes de la parroquia que vinieron esta mañana a rezar conmigo.

Camboya es un país muy joven: según algunas estadísticas, la edad media es de apenas 22 años. Esto se debe al hecho que la nación atravesó un período largo de guerra, que diezmó el número de habitantes (los más ancianos recordarán seguramente el nombre de Pol Pot). En los años 90 hubo un boom generacional que dio vida a una vasta generación juvenil. Quien viene de Italia, se queda admirado por la cantidad de niños en los pueblos y también en la iglesia, algo insólito para nosotros italianos en el día de hoy. Alguien podría comparar a camboya con Italia de los años 60 que, apenas salida de la guerra, atravesaba un período de reconstrucción y por lo tanto de un fuerte aumento de los nacimientos.

Camboya atraviesa un momento crítico, desde el momento que está pasando del contexto rural, vivido por milenios al mundo moderno, en el cual entró en los últimos años. Esto tiene un gran impacto sobre la población, en particular sobre los jóvenes. Hace algunos días, una señora me contaba que vio cómo su madre, que a su vez vivió como una abuela y así fue por muchas generaciones. En cambio el modo de vivir de su hija es completamente diverso. Está sucediendo un cambio realmente de época. Este cambio crea miedos y al mismo tiempo muchas expectativas. Me hago vocero de los jóvenes que ven al lado mío, a los cuales pedí que me hablaran. Trataré de dar su voz.

Entrar en la modernidad significa para ellos y sobre todo para los jóvenes que crecieron en el campo, entrar en un mundo nuevo. Por un lado esta novedad los fascina, porque les abre las relaciones y conocer nuevas, pero por el otro lado los asusta. La posibilidad de utilizar los nuevos medios de comunicación, que con prepotencia entraron en la vida cotidiana de todos a través de los celulares y las redes sociales, pone el mundo en sus manos. esto, antes no era posible, piensen que cuando llegué a este pueblo, hace apenas 9 años atrás, era el único que tenía un celular. En cambio ahora, tengo uno que es el que vale menos: todos los jóvenes, aún aquellos provenientes de familias pobres, poseen un smartphone que, a costos contenidos, los pone en contacto con el mundo.

Como pueden imaginar, todo esto los atrae y los involucra mucho. Pero, al mismo tiempo los asusta, porque ven ya las consecuencias. Por ejemplo, en la escuela se dan cuenta que los compañeros están completamente absorbidos por estos medios de comunicación, que pierden tiempo y arriesgan dejarse involucrar en situaciones peligrosas. Como en tantas otras partes del mundo, esto está sucediendo también en Camboya. El problema es que aquí a los jóvenes, les falta una historia precedente, quizás los ‘anticuerpos’ o la capacidad que les permitan entrar en la modernidad como protagonistas. Es esto que nosotros misioneros y la Iglesia en Camboya estamos tratando de hacer.

La Iglesia camboyana está muy comprometida en la educación de los jóvenes: se habla de escuelas, ligadas a los salesianos o a algunas realidades parroquiales y misioneras; de centros para estudiantes que frecuentan la escuela pública y luego vuelven a sus casas; de grupos juveniles, algo que en Camboya no existe. Los jóvenes no tienen un lugar donde poder reunirse y encontrarse. esto no existe en la realidad camboyana, ni siquiera en las pagodas. En casa, en las familias hay muy poca comunicación entre padres e hijos, igual en las escuelas se privilegian ante todo los contenidos y no la educación. La posibilidad que tiene en nuestras parroquias y misiones de agregarse como grupos juveniles es increíble y nueva. Los jóvenes están atraídos por la idea de poderse encontrar y hablar de lo que más les gusta.

La modernidad está también llevando a la sociedad camboyana a concentrarse en las ciudades, en particular en la capital Phnom Penh. Esta se está convirtiendo en una megalópolis con 2-3 millones de habitantes y respecto a hace pocos años atrás, es completamente diversa. Cuando llegué a camboya, hace 11 años, estaban construyendo el primer rascacielos y ahora los hay por todos lados. Los pueblos lamentablemente se vacían de jóvenes, por lo tanto también los muchachos que se pueden ver saben ya que el futuro de ellos está aquí, en la ciudad. Para algunos,esta es una gran atracción, para otros un profundo desagrado, porque quisieran quedarse en su pueblo natal. También yo se que esta comunidad no tiene un futuro seguro, porque los jóvenes se están yendo todos. En los pueblos podemos observar un “agujero generacional” que tiene que ver con los que tienen 20 años.

Esto quiere decir para ellos un gran cambio, porque la red familiar que tienen en el pueblo, en la ciudad no existe. Si acá estaban acostumbrados a sus núcleos familiares que comprendían a abuelos, tíos y parientes que se ayudan, en la ciudad están solos. también el número de los hijos está cambiando. Estos jóvenes tienen muchos hermanos pero en el futuro las familias serán menos numerosas. Camboya es un país donde el 93% de la población es budista: ser cristianos aquí no es fácil. Los jóvenes narran a menudo que demostrar la propia pertenencia religiosa, en la escuela o en otros ambientes públicos es arriesgado porque los expone a la crítica y a la burla por parte de quien piensa que están traicionando la identidad camboyana. Sin embargo, la situación está cambiando: el cristianismo es conocido más que antes y no hay contra este el hastío de hace un tiempo, cuando sobre los cristianos se decían cosas de las más absurdas.

Algunos de estos muchachos son cristianos porque nacieron de padres cristianos, otros porque se convirtieron. La fe para ellos es la certeza de que no están solos, sino siempre en la compañía de Jesús. este es una aspecto muy fuerte, que de otro modo no podrían experimentar. tener siempre al Señor al lado, caminar con Él y junto a Él les da mucha fuerza, luz en las elecciones que deben tomar y valentía en el llevarlos adelante. Conocer o no conocer a Jesús hace que la diferencia sea enorme.

Les pedí a ellos si tienen algún deseo de comunicar al Papa. Ante todo, me respondieron que desearían que el pontífice los fuese a visitar a Camboya, por lo tanto si alguno de vosotros tiene la posibilidad de hablar con el Papa, entonces que lo invite. En segundo lugar, expresaron la aspiración de ayudar a los jóvenes a ser protagonistas en la Iglesia. estos muchachos están muy involucrados en la vida de la comunidad: ayudan a los niños, con los cuales desarrollan actividades, también en otros pueblos. Alguno habrá notado que son sólo muchachas, pero aquí como en otras partes del mundo, la fe atrae sobre todo a las mujeres. Transmitir la fe a todos es otros desafío que nos toca. Les agradezco la atención, amen a Camboya, porque allí está el futuro de la Iglesia.

 

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