En la cumbre mundial sobre la condición de la mujer, 30 años después de la Conferencia de Beijing, el presidente chino prometió fondos para UN Women y nuevas iniciativas de cooperación para la situación de la mujer en el mundo. Pero desde 2022 en el Politburó solo hay hombres. Y en el mundo laboral - con el brusco giro de la política del hijo único a los incentivos a la natalidad- la discriminación también vuelve a cobrar fuerza.

 

Milán (AsiaNews/Agencias) – La noticia de la semana en los medios oficiales chinos ha sido la Global Leaders' Meeting on Women que reunió en Beijing a delegados de 110 países y organizaciones internacionales para discutir sobre la situación de la mujer en el mundo. La iniciativa contó con el fuerte apoyo de la República Popular China para conmemorar el 30º aniversario de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer que se celebró en la capital china en 1995, un evento de gran relevancia a nivel mundial.

Por eso el presidente Xi Jinping intervino personalmente en la cumbre el 13 de octubre con un discurso en el que pretendió acreditar a la República Popular China como “país líder” en los esfuerzos para reducir la “brecha de género” en el mundo de hoy. Xi prometió específicamente que Beijing destinará 10 millones de dólares en los próximos cinco años a la UN Women, la agencia de las Naciones Unidas creada en 2010 para promover el empoderamiento de todas las mujeres y niñas y la igualdad de género. También anunció que China invitará a 50 mil mujeres a participar en programas de intercambio y formación en el país. Ya en vísperas de la cumbre, Beijing había hecho circular abundantemente una serie de datos sobre la contribución que ya ha ofrecido su gobierno a esta causa: desde las más de 1200 mujeres chinas destinadas en misiones de paz de la ONU, hasta el 36,7% de la fuerza laboral femenina desplegada en el extranjero en iniciativas de cooperación internacional, y los aproximadamente 100 proyectos de salud materna en marcha en países en desarrollo.

Sin embargo, como muchos han señalado, estos datos no se condicen con un panorama de la condición femenina dentro de China que no se compone solo de éxitos. Si bien Xi destacó en su discurso el papel fundamental de las mujeres en el desarrollo económico y social de China, y afirmó que representan más del 40% de la fuerza laboral, y los periódicos publicaron imágenes de las mujeres astronautas chinas, otros indicadores hablan de un crecimiento de la brecha de género en los últimos años.

En este sentido, se ha citado ampliamente el hecho de que desde el inicio del tercer mandato quinquenal de Xi como Secretario General del Partido Comunista en 2022, por primera vez en 25 años no hay ninguna mujer entre los 24 miembros del Politburó, el órgano central de toma de decisiones del Partido Comunista Chino. Y en la edición del Global Gender Gap Report 2025 del Foro Económico Mundial, China también cayó al puesto 103 de los 148 países, un fuerte descenso respecto al puesto 61 que ocupaba en 2011 durante la presidencia de Hu Jintao. Y no faltó quien recordara la dura represión que sufrieron las activistas feministas que intentaron impulsar en las redes sociales chinas la campaña  #MetToo contra la violencia de género.

Un análisis más completo del Libro Blanco "Los logros de China en el desarrollo integral de las mujeres en la nueva era", publicado por el gobierno chino, lo ofreció en el sitio indio The Tribune Eerishika Pankaj, directora de la Organización para la Investigación sobre China y Asia de Nueva Delhi. “Sería incorrecto ignorar los avances reales logrados por las mujeres chinas en sectores como la educación, el acceso a la atención médica y la reducción de la pobreza – escribe la analista india -. Hoy las mujeres representan más de la mitad de los graduados universitarios, y la tasa de alfabetización femenina ha crecido drásticamente respecto a una generación atrás. En las zonas rurales, las campañas destinadas a la lucha contra la pobreza han mejorado la atención de la salud materna y ampliado las oportunidades para que las mujeres se involucren en actividades no agrícolas. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer”.

Una de las cuestiones que se señalan es el impacto del brusco giro de la política del hijo único a las medidas para afrontar la emergencia demográfica alentando la natalidad. Hoy los empleadores chinos tienden a considerar un costo los subsidios y las licencias parentales más prolongadas, lo que alimenta las discriminaciones. “Las mujeres – explica Eerishika Pankaj - informan que en las entrevistas son interrogadas mucho más exhaustivamente que los hombres sobre sus intenciones respecto al matrimonio y los hijos”. Por no hablar de la persistente herencia confuciana, que refuerza las jerarquías de género. “Aunque el Partido presenta la igualdad de género como una conquista del socialismo, las expectativas culturales - mujeres como cuidadoras, hombres como cabezas de familia - siguen profundamente arraigadas”. Las investigaciones muestran que las mujeres ganan significativamente menos que los hombres, encuentran un techo de cristal en los puestos directivos e incluso sufren presiones relacionadas con la apariencia física en los procesos de selección de personal.

“Las mujeres son movilizadas cuando son útiles para el Estado, y después se las relega al ámbito doméstico cuando cambian las prioridades políticas”, considera Eerishika Pankaj. Y concluye: “La paradoja de las políticas de género en China es evidente: las mujeres son indispensables para el proyecto de modernización del Partido, pero sus derechos siguen estando subordinados - se exaltan cuando sirven a los objetivos nacionales y se limitan cuando se vuelven incómodos”.

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