03/05/2017, 15.54
CHINA
Enviar a un amigo

Diario del largo viaje de Li Aijie, visita a su marido prisionero en Xinjiang

Pudieron verse por poco más de media hora después de meses de separación. Zhang Haitao está en buena salud, gracias a que mejoraron las condiciones en la cárcel, gracias al esfuerzo de activistas y abogados para los derechos humanos. En la prisión está prohibido leer la Biblia y tener fotografías. El aliento de los amigos y la promesa de no rendirse.

Urumqi (AsiaNews/China Change)- Li Aijie se embarcó el pasado 19 de abril en un largo y difícil viaje para llegar a la cárcel de Shaya, en Xinjiang sud-occidental. Desde el pasado noviembre que no a su marido Zhang Haitao, activista por los derechos humanos, arrestado en China en 2015 y condenado a 19 años de cárcel por “instigación a la subversión contra los poderes del Estado”. Después de tantas dificultades, la mujer narra el breve encuentro con el marido, describiendo el dolor de tenerse que separar tan rápidamente y la confortación  del espíritu sereno de su amado y su sonrisa que le infundió.

Desde el 2 de diciembre pasado Zhang Haitao está encarcelado para descontar la pena hasta el 25 de junio de 2034, cuando tendrá 63 años.

Reportamos el diario de la mujer, publicado el 29 de abril en China Change.

El 22 de abril de 2017 tomé un tren desde Urumqi y llegué a Aksu en la mañana del 23 de abril alrededor de las ocho de la mañana. La voluntaria por los derechos humanos, Huang Xiaomin la estaba esperando en la estación del ferrocarril. Después de desayunar, nosotros cuatro-Huang, el abogado Ran Tong, un chofer y yo- hemos viajado bajo una fría garúa. Llegamos a la capital del condado de Shaya poco después de las cinco de la tarde.

Después de haber encontrado alojamiento, la mañana del 24 de abril partimos para la prisión de Shaya. Visto que no teníamos familiaridad con la ruta, fuimos por la parte equivocada y nos vimos obligados en volver atrás a mitad del trayecto. Alrededor de las 10,30 llegamos al fin a las puertas de la prisión. La inquietud y la insomnio debidas  a  preocuparme por la incertidumbre sobre el encuentro que me han puesto más nerviosa y exhausta.

Mientras observaba nuestras cartas de identidad y documentos, la guardia nos informó que otros trámites serían necesarios. El abogado Ran Ton y la profesora Huang discutieron, negociado y mediado sobre la base de la racionalidad y la ley. La guardia carcelaria nos informó que debía pedir instrucciones a su supervisor. Esperamos ansiosos. Después de haber consultado con su supervisor dos veces, la guardia caminó lentamente hacia nosotros y dijo. “Vuestros documentos no están completos y hoy no es día de visita”. El corazón se me vino a la garganta. “Pero hemos tenido en consideración que hicieron un largo viaje. Recuérdense de traer todos los documentos la próxima vez”.

La piedra que me pesaba en el corazón finalmente cayó. Estaba tan excitada que me dije en silencio: “¡Sea alabado Dios! ¡Gracias a Dios!”. Mis apasionadas oraciones de la mañana fueron escuchadas.

Me hicieron subir a un autobús de la cárcel con algunos familiares uighuros que estabn de visita. Cuando estaba sentada en el vehículo, estaba superada por la emoción. Las lágrimas me corrían por las mejillas, mientras pensaba que pornto vería a mi marido, que tanto me faltó. El bus pasó por una zona desértica. Había álamos rojos que daban un sentido de incertidumbre y decadencia. Bajo la fuerte luz del  sol, parecían quemados y desolados.

Unos cinco o seis minutos después, el autobús se detuvo delante de un aislado edificio blanco. Cuando descendimos, hombres y mujeres fuimos colocados en dos filas distintas y pasamos por estrictos controles de seguridad que exigían quitarse los zapatos. Saqué mi documento de identidad, dinero y guardé el resto de mis documentos en un armarito de la prisión. Deposité 600 yuan, que es lo máximo permitido para Haitao. Luego me senté esperando en un banquito. La televisión colgada en la pared estaba mostrando la vida de los prisioneros.

Un miembro del equipo me llevó a una oficina y me explicó algunas reglas, como el hecho de hablar de política habría dado pie a que la visita terminaría y que la visita dura sólo 30 minutos. Me llevaron afuera de la habitación. Después entré en otra habitación.

“Tu hombre está en esta habitación”, dijo el oficial de policía, indicándome la parte de la izquierda. Mientras entraba, vi a tres policías que esperaban. Inmediatamente vi a Haitao sentado de la otra parte de un vidrio divisorio, con dos policías detrás de él. Emocionada caminé rápido hacia él y me senté. “¡Marido, haz adelgazado!”, le dije enseguida. “¡También tú, esposa!”. Haitao respondió con una sonrisa. Parecía estar de buen humor y su color era sano. Parecía calmo y limpio, los cual me calmó.

“Marido, ¿cómo estás? ¿Cómo es tu vida aquí? ¿Te han quitado las cadenas de los pies? ¿Te duele todavía el estómago?”. Lo bombardeé a preguntas, preocupada que no tendría suficiente tiempo para decirle todo lo que quería.

“No llevo más cadenas. Ni siquiera mi estómago anda mal. Cuando llegué a la prisión me han visitado en el hospital de Shaya. Todo está bien. Tenemos una rutina regular aquí. Cada mañana nos levantamos a las siete y media. Después de lavarnos, hacemos ejercicios y comemos. Después del desayuno, hacemos otros diez minutos de ejercicios, antes de comenzar a estudiar”. “¿Qué estudias?”. “Estudiamos cultura tradicional, como las enseñanzas de Confucio y Mencio”.

“¿Tienes una Biblia contigo?” ¿Puedes leerla?” Te había traído una Biblia que te mandó la Iglesia de la lluvia otoñal*, pero no permitieron entrarla”. “¡No tenemos permiso para leerla aquí adentro!”. “Pero necesitas rezar a Dios por ti mismo, tu familia, los amigos, por el país, la Nación y también por la policía que está alrededor tuyo. Debes marte y a los otros, ok?”. Haitao asintió con la cabeza.

Me dijo que como comida tiene pan al vapor, una sopa asquerosa y algunos pequeños platos de contorno. Si les dan leche, entonces no dan otra cosa. Puede haber huevos, tofu y también pollo y arroz pilaf cuando es el momento de “mejorar la vida de los detenidos”. “Estoy bien de salud”, dijo.

“¡Levántate entonces y camina así me haces ver!”. Quería ver con mis ojos. Haitao se levantó y caminó. “De acuerdo, no estás mal. ¡Estás lleno de espíritu!”. Me sentí aliviada y él se sentó de nuevo. “¿Quién te trajo ahora?” Me preguntó Haitao me preguntó. “Huang Xiaom y el abogado Ran Ton. ¡Pero, no les han permitido entrar!”. “Oh, esto me hace sentir mejor. ¡Por favor agradécelos en mi nombre!”. Haitao puso sus manos en oración.

“Antes que partiera de casa, todos nuestros amigos me pidieron que te saludara y te envían sus pensamientos. La hermana Wang Yi y su marido Hua Chunhui y muchos otros amigos. También después que llegué al condado de Shaya eran tantos los amigos que me llamaban para que te dijera que hicieras ejercicios y te cuides la salud. Que debes ser fuerte y darte aliento, que están seguros que pronto estarás libre. ¡Todos te están esperando!”

Haitao se quedó en silencio por un poco, con las manos unidas frente a sí. “Por favor agradece a todos por mí. No me dejaré desalentar. ¡Por favor, di a todos que no se preocupen!”

Haitao me dijo que continuará apelándose por su caso.

“Le llevé la foto de nuestro hijo, pero no me permitieron llevarlo adentro. Nuestro hijo es un travieso, no deja de besar tu foto. Sabe cómo se hacen las llamadas telefónicas y “te llama”. “La próxima vez que vendré lo traeré conmigo”. “¿Logra hablar mucho? Lo estás viciando demasiado y por esto, ¿se hace impertinente? No lo vicies mucho. ¿Puede soportar un viaje tan largo? Si no, espera que sea un poco más grande”, dijo, pareciendo que estaba calmo. Pero yo vi que sus ojos se le humedecieron.

Le pregunté a Hiatao si la prisión le permitía escribir cartas a los parientes. Dijo que envió dos. Una de ellas fue inspeccionada y rechazada por las autoridades carcelarias, pero la otra fue expedida. “¡No la has recibido?”. Me dijo que me escribiría todos los meses.

“¿Cómo están tus padres?” “Si necesitas algo, pídeselo a mis hermanas, y diles que dije yo que los hagan”. “Ok”, asintió con énfasis.

En aquel momento sentí una voz detrás de mí que anunciaba que tenía todavía cinco minutos. “Haitao debes cuidar de tu salud. Debes mucho a mí y a nuestro hijo. ¡Cuando salgas deberás pagar el doble!”, le dije con un tono de voz apurado y severo.

Pensando que me iba a separar muy pronto de él, no logré impedir las lágrimas. Una guardia carcelaria me dio dos pañuelitos.

“Mujer tuve un sueño. Tan claro que parece real. Estabas sentada en la mesita de casa donde está el teléfono y no logras dejar de llamarme. Y continuabas llamándome. Pero no otra cosa más que el mensaje que el número llamado no es alcanzable. Y continuabas llamando y el teléfono continúa repitiendo la misma cosa”.

A ese punto, Haitao fue levantado por dos guardias.

“¡Habéis superado el tiempo prestablecido, en cinco minutos!”, exclamó el guardia detrás de mí.

Me levanté, poniendo mis manos en el vidrio. También Haitao alargó sus manos hacia mí, sus manos temblorosas y las acercó hacia las mías, en el otro lado del vidrio. “Sí, es verdad. Cuando apenas te habían arrestado te llamé continuamente en ese modo. Marido, cuídate. Nuestro hijo y yo te esperamos. ¡Te esperaremos todos!” Me estaba ahogando con los hipos, mientras las lágrimas caían como perlas de un hilo cortado.

La puerta de la sala de espera se abrió. Haitao se dio vuelta hacia mí, sus manos temblaban en oración. La luz del sol entró, iluminando la habitación sólo los rincones estaban en la oscuridad.

Vi el rostro sonriente de Haitao lleno de luz y esperanza y e´l estaba determinado y calmo. Esto me confortó mucho.

En mi viaje de vuelta, pensé en los álamos que pueden vivir por mil años. Creo que dentro de no mucho estaré caminando mano en mano con Haitao.

No puedo no pensar en los sufrimientos vividos por Gao Zhisheng en esta prisión. Es gracias a los incesantes esfuerzos y a la resistencia suya y de otros después de él que mejoraron las condiciones en las cuales está ahora Zhang Haitao.

Este fue un largo viaje. Las palabras no pueden expresar cuán difícil y cansador para la mente ha sido. Una visita similar es también costosa, algo que una familia como la mía no puede permitirse. Agradezco a todos los amigos por la mano que nos han dado. Es vuestro cuidado, amor y apoyo los que me han dado la fuerza para seguir adelante. Sin vosotros es difícil hacer algo. Quisiera agradecer a Huang Xiaomin por su compañía y el apoyo en este viaje y a cuantos han creado contactos, organizado a choferes y vehículos. El abogado Ran Ton viajó con nosotros por todo el tiempo y nos asistió legalmente gratuita. Yo, en nombre de mi marido Zhang Haitao, ¡Os agradecemos a todos!

El mes próximo llevaré a mi hijo Little Mandela a la prisión de Shaya, para que pueda ver al padre que jamás vio. Invito con el debido respeto a mis amigos y a las personas de todas las extracciones sociales que continúen prestando atención. Mi próxima visitá la realizaré el 25-26 años. También la prisión nos dijo que deberemos contactarnos con anticipación.

De nuevo, ¡mi más profunda gratitud para todos!

Li Aijie

25 de abril de 2017

*La Iglesia de la lluvia otoñal  (秋雨之福) e una numerosa Iglesia doméstica en Chengdu, en la provincia de Sichuan.

TAGs
Enviar a un amigo
Vista para imprimir
CLOSE X
Ver también
Lee Ming-cheh, el activista taiwanés arrestado en China, es llevado a juicio
07/09/2017 15:00
Lee Ching-yu va a la prisión para visitar a su marido, el activista taiwanés prisionero de Beijing
27/03/2018 16:53
Encuentro Xi-Trump: la promesa de un mayor diálogo y una visita a China
08/04/2017 12:26
Lahore, falleció Asma Jahangir ‘abanderada de los derechos humanos y la democracia”
12/02/2018 12:02
Estudiantes protestan por los raptos de esposas: ‘que las muchachas puedan ser felices’
07/06/2018 11:53


Newsletter

Suscríbase a la newsletter de Asia News o cambie sus preferencias

Regístrese
“L’Asia: ecco il nostro comune compito per il terzo millennio!” - Giovanni Paolo II, da “Alzatevi, andiamo”