21/11/2014, 00.00
MYANMAR
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El p. Robert del Pime, de Myanmar a Papua Nueva Guinea, misión "sobre el agua"

El testimonio del p. Robert, signo de la madurez de la Iglesia en Myanmar, que celebra los 500 años de la primera evangelización. La fe donada por los misioneros, es ofrecida ahora más allá de las fronteras geográficas y de la propia cultura.

Loikaw (AsiaNews)- De toda una vida sobre las montañas de Myanmar, en la región de kaya, a una misión que se realiza sobre el agua en Papua Nueva Guinea; de un país cristiano del 1%, a otro de mayoría cristiana, pero que necesita todo el redescubrimiento del Evangelio. Es la vocación del P. Robert, seminarista de etnia Kaya, se convirtió en misionero del Pime y fue enviado a Papua Nueva Guinea.

En el camino de este joven cura (35 años) está marcado de algún modo por el destino de la Iglesia de Myanmar que festeja sus 500 años de la primera evangelización. En el encuentro con los misioneros del Pime, el p. Robert descubrió- y tuvo una confirmación- que la fe recibida va donada hasta en los extremos confines de la tierra.

La entrevista al p. Robert se realizó en el mes de abril pasado, en ocasión de los 25 años de la diócesis de Loikaw, y en correspondencia de la primera vuelta del misionero a su tierra después de 4 años (BC)

Padre Robert cuéntanos de ti...

Me llamo Robert Moe, nací en Nanattaw en 1979, entré al seminario a los 15 años, al seminario de Loilaw y luego al regional de Taunggy. Pensaba ser sacerdote diocesano. En el 2003 en Taunggy encontré algunos padres del Pime que enseñaban allí. En particular recuerdo mi diálogo con el p. Adriano Pelosin- que en aquel tiempo trabajaba en Bangkok, venía a menudo a vernos y aquel año ha hablado de su vida de misionero, de su trabajo. Esto hizo nacer en mí el deseo de la misión más allá de los confines diocesanos.

Descubriste la misión "ad gentes"...

Sí, el p. Pelosin nos explicó esta característica del Pime. "Si te vuelves padre y misionero del Pime- me decía- no está dicho que te envíen a tu país, a tu tribu, a tu diócesis o a tu familia. Te envían fuera de tu cultura y de tus confines geográficos pues este es el carisma del Pime. Y esto suscitó aún más mi interés.

Me llamaba la atención la experiencia del p. Adriano, el modo en el cual él vive el carisma del Pime, su relación con los budistas, su caridad y atención hacia los chicos de la calle. Después de haber hablado con el obispo, tres de la  misma diócesis de Loikaw tomamos la decisión de entrar en el Pime.

Ahora hace 4 años que vives en Papua Nueva Guinea...

Sí, trabajo allí de hace dos años, más el periodo del estudio de la lengua.

¿Qué te dio esta experiencia de misión?

Yo había sugerido a mis superiores que me mandasen a Papua, porque amo más las forestas que las ciudades. Pero cuando llegué, me di cuenta de la diferencia: en nuestras partes en el Estado de Kaya, hay montañas, pero en la  misión hay sólo agua: se viaja sobre el mar, se está siempre en la barca, etc... Yo estoy en la isla de Watuluma. Lo que encuentro difícil es adaptarme a la mentalidad local. Allí el sacerdote debe hacer un poco de todo: el cura debe ser a veces juez, a veces docente, y así a menudo me siento incapaz de asumir todos estos roles. Además la cultura es diversa: a veces dices una cosa y los locales entienden de otro modo. Esto es propiamente un shock cultural. De todos modos estoy contento de estos años.

 

¿Qué sentido tiene, con todas las necesidades que hay aquí en Myanmar, ir a vivir la misión a otro lugar?

Es una pregunta que mis amigos me hacen a menudo y que yo también busqué una respuesta. En Myanmar los cristianos (protestantes y católicos) no alcanzan ni el 55 de la población, en Papua la mayoría de la población es cristiana. Nosotros estamos allá para ayudar a la Iglesia local para que se vuelva más grande y madura. De mi parte vivo lo que otros misioneros ha hecho, llevándonos la fe a Myanmar. Recibí la fe porque otros antes que yo ha hecho esta elección, abandonando sus países y sus necesidades: para venir a trasmitirnos la fe a nosotros, ahora nos toca a nosotros comunicar la fe a nuestra vez. En mi diócesis y en mi país tenemos necesidad de entender la urgencia de transmitir la fe al mundo. Por esto estoy aquí.

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