15/08/2020, 13.14
VATICANO
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Papa: Asunción, que una de nosotros viva en el Cielo con el cuerpo nos da esperanza

“ Pidamos a la Virgen, puerta del Cielo, la gracia de iniciar cada día alzando la mirada hacia el cielo, hacia Dios, para decirle: “¡Gracias!”. “Hoy quisiera rezar en particular por la difícil situación de Nigeria, golpeada por el terrorismo”. Al final, un pedido, Francisco se dirigió a Egipto, Sudán y Etiopía, involucrados en una tratativa sobre el Nilo, para que sea “un río de paz”.

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – “ De poco sirve ir a la Luna si no vivimos como hermanos en la Tierra. Pero que una de nosotros viva en el Cielo con el cuerpo nos da esperanza: entendemos que somos valiosos, destinados a resucitar”. Junto al “poner a Dios en el primer lugar”, es cuanto en las palabras del Papa Francisco, inspira la hodierna fiesta de la Asunción de María.

A algunos miles de personas presentes en la plaza de san Pedro para recitar el Ángelus, Francisco dijo que: Cuando el hombre puso un pie en la Luna, se dijo una frase que se hizo famosa: «Este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad».

“De hecho, la humanidad había alcanzado un hito histórico. Pero hoy, en la Asunción de María al Cielo, celebramos una conquista infinitamente más grande. La Virgen ha puesto sus pies en el paraíso: no ha ido solo en Espíritu, sino también con el cuerpo, toda ella.” 

“Dios no dejará desvanecer nuestro cuerpo en la nada. ¡Con Dios nada se pierde! En María se alcanza la meta y tenemos ante nuestros ojos la razón por la que caminamos: no para conquistar las cosas de aquí abajo, que se desvanecen, sino la patria allá arriba, que es para siempre. Y la Virgen es la estrella que nos orienta. Ella, como enseña el Concilio, «precede con su luz al peregrinante Pueblo de Dios como signo de esperanza cierta y de consuelo» (Lumen gentium, 68).

“¿Qué nos aconseja nuestra Madre? Hoy en el Evangelio lo primero que dice es «engrandece mi alma al Señor» (Lc 1, 46). Acostumbrados a escuchar estas palabras, quizá ya no hagamos caso a su significado”.

“Engrandece literalmente significa “hacer grande”, engrandecer. María “engrandece al Señor”: no los problemas, que tampoco le faltaban en ese momento, sino al Señor. ¡Cuántas veces, en cambio, nos dejamos vencer por las dificultades y absorber por los miedos! La Virgen no, porque pone a Dios como primera grandeza de la vida. De aquí surge el Magnificat, de aquí nace la alegría: no de la ausencia de problemas, que antes o después llegan, sino de la presencia de Dios. Porque Dios es grande. Y mira a los pequeño. Nosotros somos su debilidad de amor: Dios ama a sus pequeños”.

“María, de hecho, se reconoce pequeña y exalta las «maravillas» (v. 49) que el Señor ha hecho en ella. ¿Cuáles? Sobre todo el don inesperado de la vida. María es virgen y se queda embarazada; y también Isabel, que era anciana, espera un hijo. El Señor hace maravillas con sus pequeños, con quien no se cree grande sino que da gran espacio a Dios en la vida. Él extiende su misericordia sobre quien confía en Él y enaltece a los humildes. María alaba a Dios por esto”.

“Y nosotros - podemos preguntarnos - ¿nos acordamos de alabar a Dios? ¿Le damos las gracias por las maravillas que hace por nosotros? ¿Por cada jornada que nos regala, porque nos ama y nos perdona  siempre, por su ternura? ¿Y por habernos dado a su Madre, por los hermanos y las hermanas que nos pone en el camino, porque nos ha abierto el Cielo? Si olvidamos el bien, el corazón se encoge. Pero si, como María, recordamos las maravillas que el Señor realiza, si al menos una vez al día lo magnificamos, entonces damos un gran paso adelante. El corazón se dilatará, la alegría aumentará. Pidamos a la Virgen, puerta del Cielo, la gracia de iniciar cada día alzando la mirada hacia el cielo, hacia Dios, para decirle: “¡Gracias!”.

Y después de recitar la oración mariana, el Papa dijo que “la Virgen María, que hoy contemplamos en la gloria celeste, es “Madre de la esperanza”. Recientemente este título se ha incluido entre las letanías lauretanas. Invocamos su intercesión por todas las situaciones en el mundo que más tienen sed de esperanza: esperanza de paz, de justicia, de una vida digna”.

“Hoy -agregó -quisiera rezar en particular por la difícil situación de Nigeria, golpeada por el terrorismo”. Al final, un pedido, Francisco se dirigió a Egipto, Sudán y Etiopía, involucrados en una tratativa sobre el Nilo, para que sea “un río de paz”.

 

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