08/12/2015, 00.00
VATICANO
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Papa: La Inmaculada, icono de la misericordia divina que ha vencido el pecado

En el Angelus, el Papa Francisco subraya que María es "la primera en ser salvada” por la misericordia de Dios. Celebrar su fiesta significa, también, “volvernos, a su vez, artífices de misericordia”, venciendo “nuestro egoísmo” y tornando “más feliz la vida de nuestros hermanos...secando aquellas lágrimas y donando un poco de alegría”. Esta tarde, Francisco se dirige a Plaza España para rendir un homenaje a la Virgen, y luego a Santa María Mayor. El aplauso al Papa Benedicto XVI.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – La Inmaculada Concepción, la fiesta que hoy celebramos, tiene un nexo profundo con el Jubileo de la Misericordia inaugurado hoy. Durante el Angelus, con los fieles aún reunidos en la plaza San Pedro luego de la misa celebrada esta mañana, a la cual siguió la apertura de la Puerta Santa, el Papa Francisco explicó que “María es la primera salvada de la infinita misericordia del Padre, tal primicia de la salvación que Dios quiere donar a cada hombre y mujer, en Cristo. Por esto, la Inmaculada se ha convertido en icono sublime de la misericordia divina que ha vencido el pecado. Y nosotros, hoy, al inicio del Jubileo de la Misericordia, queremos mirar a este icono con amor confiado y contemplarla en todo su esplendor, imitándola en la fe”.

Celebrar la fiesta de la Inmaculada significa no sólo “acoger plenamente a Dios y su gracia misericordiosa en nuestra vida”, sino también “transformarse, a su vez, en artífices de misericordia a través de un camino evangélico”.

“La fiesta de la Inmaculada – agregó - se transforma en la fiesta de todos nosotros si, con nuestros “si”, estos “si” cotidianos, conseguimos vencer nuestro egoísmo y hacer más feliz la vida de nuestros hermanos, a donarles esperanza, secando aquellas lágrimas y donando un  poco de alegría. A imitación de María, estamos llamados a transformarnos en portadores de Cristo y testigos de su amor, mirando en primer lugar a aquellos que son privilegiados a los ojos de Jesús: «porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver». (Mt 25, 35-36)”.

Improvisando, luego exhortó: “No tengamos miedo, dejémonos abrazar por la misericordia divina que perdona todo. Nada es más dulce que Su misericordia; dejémonos acariciar por Dios”.

“Por intercesión de María Inmaculada – concluyó - la misericordia tome posesión de nuestros corazones y transforme toda nuestra vida”.

Luego de recitar el Angelus, el pontífice recordó que, esta tarde, se dirigirá a Plaza España, para rezar a los pies del monumento a la Inmaculada, que se erige en la plaza, y que irá también a Santa María Mayor a rezar frente al ícono de María, salvación del pueblo romano. “Les pido  – dijo - que se unan espiritualmente a mí en esta peregrinación, que es un acto de devoción filial a María, Madre de Misericordia. A Ella confiaré la Iglesia y la humanidad entera y en modo particular a la ciudad de Roma”.

Hacia el final de los saludos, él recordó que “hoy al inicio [del Año Santo] también ha cruzado la Puerta de la Misericordia el Papa Benedicto [XVI]: ¡enviémosle desde aquí un saludo, todos, a Papa Benedicto!”. Y la multitud lo aplaudió largamente.

 

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