20/06/2014, 00.00
VATICANO
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Papa: Los reglamentos nacionales e internacionales tienen "la obligación" de tutelar la libertad religiosa

Un derecho “intrínsecamente inherente a la naturaleza humana”. “La persecución contra los cristianos hoy es aún más fuerte que en los primeros siglos de la Iglesia, y hay muchos más mártires hoy que en aquella época”.Un derecho “intrínsecamente inherente a la naturaleza humana”. “La persecución contra los cristianos hoy es aún más fuerte que en los primeros siglos de la Iglesia, y hay muchos más mártires hoy que en aquella época”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Los reglamentos jurídicos, estatutarios o internacionales, están "obligados" a "reconocer, garantizar y proteger la libertad religiosa", que "favorece el desarrollo de relaciones de mutuo respeto entre las diversas Confesiones y una sana colaboración con el Estado y la sociedad política, sin confusión de roles y sin antagonismos". Lo dijo el Papa hoy en una reflexión sobre el derecho "intrínsecamente inherente a la naturaleza humana" de la libertad religiosa en un mundo en el cual, denunció, jamás como hoy en la historia, los cristianos son perseguidos.

Ocasión para la reflexión y la denuncia del Papa, la audiencia a los participantes al congreso promovido por el Departamento de jurisprudencia de la Universidad LUMSA y la School Law de la St. John´s University sobre el tema: "La libertad religiosa según el derecho internacional y el conflicto global de los valores".

"Recientemente, el debate alrededor de la libertad religiosa se hizo muy intenso, interpelando ya sean los gobiernos o las Confesiones religiosas. La Iglesia Católica, en cuanto a esto, posee una larga historia de apoyo a la libertad religiosa, culminada en la Declaración "Dignitatis Humanae" del Concilio Vaticano II. De hecho, todo ser humano es un "buscador de la verdad acerca de su propio origen y del propio destino. En su mente y en "su corazón" surgen interrogativos y pensamientos que no pueden ser reprimidos o sofocados, en cuanto surgen de lo profundo y son connaturales a la íntima esencia de la persona. Son preguntas religiosas y necesitan de la libertad religiosa para manifestarse plenamente. Ellas tratan de dar luz sobre el auténtico significado de la existencia, sobre la unión que conecta al cosmos con la historia, y tratan de rasgar lo obscuro por el cual está rodeada la cuestión humana si tales preguntas no fuesen puestas y permanecieran sin respuesta.

La razón reconoce en la libertad religiosa un derecho fundamental del hombre que reflexiona sobre su más alta dignidad, la de poder buscar la verdad y de adherir a ella, recociendo en ella una condición indispensable para poder explayar toda su propia potencialidad. La libertad religiosa no es sólo la de un pensamiento o de un culto privado. Es libertad de vivir según los principios éticos consecutivos a la verdad encontrada, ya sea privadamente ya sea públicamente. Este es un gran desafío en este mundo globalizado, donde el pensamiento débil rebaja también el nivel ético general, y en nombre de un falso concepto de tolerancia se termina persiguiendo  aquellos que defienden la verdad sobre el hombre y sus consecuencias éticas".

Los reglamentos jurídicos, estatutarios o internacionales, están llamados por lo tanto a reconocer, garantizar y proteger a la libertad religiosa, que es un derecho intrínsecamente inherente a la naturaleza humana, a su dignidad de ser libre, y es también un indicador de una sana democracia y una de las fuentes principales de la legitimidad del Estado. La libertad religiosa, incluida en las constituciones y en las leyes y traducida en comportamientos coherentes, favorece el desarrollo de las relaciones de mutuo respeto entre las diversas Confesiones y una sana colaboración con el Estado y la sociedad política, sin confusión de roles ni antagonismos. En lugar del conflicto global de los valores se hace posible de tal modo, partiendo de un núcleo de valores universalmente compartidos, una global colaboración en vista del bien común".

"A la luz de tales adquisiciones de la razón, confirmadas y perfeccionadas por la revelación y por el progreso civiles de los pueblos, resulta incomprensible y preocupante que, hasta ahora persistan discriminaciones y restricciones de derechos por el solo hecho de pertenecer o profesar públicamente una determinada fe. ¡Es inaceptable que además subsistan verdaderas persecuciones por motivos de pertenencia religiosa! Esto hiere a la razón, atenta contra la paz y humilla la dignidad del hombre".

Es para mí un motivo de gran dolor constatar que los cristianos en el mundo sufren el mayor número de tales discriminaciones. Las persecuciones contra los cristianos hoy es aún más fuerte que en los primeros siglos de la Iglesia, y hay más cristianos mártires que en aquella época. Esto sucede a más de 1700 años del edicto de Constantino, que concedía la libertad a los cristianos de profesar públicamente la propia fe".

"Deseo vivamente que vuestro congreso ilustre con profundidad y rigor científico las razones que obligan a cada ordenamiento jurídico a respetar y defender la libertad religiosa".

 

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