Papa: confiar en Dios aún delante de tantos males que no logramos entender

“Cuando nosotros hoy, miramos o vemos tantos valles oscuros, tantas desgracias, tanta gente que muere de hambre, por la guerra, tantos niños discapacitados”, nos viene la pregunta pero: ¿Dónde está Dios?”. “No sé, es un misterio para mí. Solamente, algo me ilumina- no en la mente, sino en el alma- pensar en Jesús en el Getsemaní: “Padre, este cáliz ¡no! Pero que se cumpla tu voluntad”. “Confía en la voluntad del Padre”

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Delante de la enfermedad de un niño, de las hermanas de Madre Teresa asesinadas en Yemen, en lo migrantes abandonados en el frío, en una palabra en los “tantos valles oscuros” de nuestro tiempo y de nuestra vida, si bien no entendemos…debemos confiar en Dios. Lo dijo el Papa Francisco en la homilía de la misa celebrada esta mañana en la casa Santa Marta, comentando la Primera Lectura extraída del libro de Daniel que narra la historia de Susana, una mujer justa, que es “ensuciada” por el “malvado deseo” de dos jueces, pero que prefiere confiar en Dios y elegir morir inocente antes que realizar los que querían aquellos hombres. Confiarse en las manos del Señor que jamás deja solo a su pueblo, que siempre camina con nosotros, que nos ama y no nos abandona.

“Cuando nosotros- dijo- hoy, miramos o vemos tantos valles oscuros, tantas desgracias, tanta gente que muere de hambre, por la guerra, tantos niños discapacitados, tantos…tantos que ahora, tú preguntas a los padres: “¿Qué enfermedad tiene?”- “Nadie lo sabe: le dicen rara”. Es aquella que nosotros hacemos con nuestras cosas: pensamos en lo tumores de la Tierra de los fuegos…Cuando tú ves todo esto te preguntas…Pero: ¿Dónde está el Señor? Señor: ¿Dónde estás? ¿Tú caminas conmigo? Este era el sentimiento de Susana. Y también el nuestro. Tú ves a cuatro hermanas asesinadas en Yemen: pero, servían por amor y ¡terminaron siendo sacrificadas por odio! Cuando tú ves que se cierran las puertas a los prófugos y los dejan afuera, al aire libre, con el frío que haced….Pero: Señor: ¿Dónde estás Tú?”.

“¿Cómo puedo confiar en Ti- prosiguió el Papa- si veo todas estas cosas?” Y cuando las cosas me suceden a mí, cada uno puede decir: Pero, ¿Cómo es que confío en Ti?” “Solamente, a esta pregunta hay una respuesta”. “No se puede explicar, no…yo no soy capaz”. ¿”Por qué sufre un niño?” “No lo sé, es un misterio para mí. Sólo me ilumina algo- no en la mente, sino en el alma- ver a Jesús en el Getsemaní: “adre, este cáliz: ¡No! Pero que se haga tu voluntad”. Confía en la voluntad del Padre. Jesús sabe que no todo termina, ni con la muerte ni con la angustia y la última palabra desde la Cruz: “Padre en tus manos entrego mi espíritu”, y así muere. Confiarse en Dios, que camina conmigo, que camina con el pueblo, que camina con la Iglesia: y esto es un acto de fe. Yo confío. No sé: no sé por qué sucede esto, pero confío. Tú sabrás el por qué”.

Y esta, “es la enseñanza de Jesús: que se fía del Señor que es Pastor, no le falta nada”. Aunque si se va por el valle oscuro “sabe que el mal es un mal momentáneo, pero el mal definitivo no existirá porque el Señor… “Porque Tú estás conmigo” Tu bastón y Tu cayado me dan seguridad”. Ésta, subrayó “es una gracia” que tenemos que pedir: “Señor, enséñame a confiarme en Tus manos, en confiar en Tu guía, aún en los momentos horribles, en los momentos oscuros, en el momento de la muerte”. “Nos hará bien, hoy, pensar en nuestra vida, en los problemas que tenemos y pedir la gracia de confiarnos en las manos del Señor. Pensemos en tanta gente que ni siquiera tiene una última caricia en el momento de morir. Hace tres días murió una persona, aquí, en la calle, un sin techo: murió de frío. En plena Roma, una ciudad que tiene todas las posibilidades de ayudar. ¿Por qué, Señor? Ni siquiera una caricia---Pero yo me fío, porque Tú no desilusionas”. “Señor- concluyó- no te entiendo. Esta es una hermosa plegaria. Porque sin entender, me pongo en tus manos”.