04/11/2016, 14.00
INDIA
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“Yo, sacerdote del PIME, de la India a Filipinas”

El Pbro. Sundeep Kumar Pulindindi es originario de Eluru, en Andhra Pradesh. Hasta ahora se había ocupado de la educación en el seminario local, donde se desempeñó en el rol de rector. “debemos prestar más atención a la formación de nuestros jóvenes, entrar en confianza con ellos”. Conocer en vivo las problemáticas de las personas.

Roma (AsiaNews)- “Estoy listo para la aventura de la misión, que para mí significa conocer en vivo y en directo a las personas y sus problemas”. Lo dice el p. Sundeep Kumar Pulindindi, sacerdote indio del PIME (Pontificio Instituto de las Misiones Extranjeras). A AsiaNews habla de su vocación y del trabajo desarrollado hasta ahora como educador, pero también de su profundo deseo de ir a misionar. Él vivió en Filipinas por cuatro años, entre la favela de Bucandala y la ciudad de Arakan, en la provincia de Cotabato. Es allí que aprendió lo que significa la misión. “Aquella experiencia formó mi espiritualidad. Las personas requieren encarnación. No se puede hablar en modo abstracto de los pobres, de los marginados o de los necesitados: debemos vivir con ellos, comer y dormir junto a ellos. Es sólo de este modo que podemos conocer el rostro y los nombres de aquellos por los cuales rezamos, de aquellos que encomendamos a Dios”.

El p. Sundeep Kumar, de 34 años es originario de Eluru, en Andhra Pradesh. Él se define como un “hijo” del Pime: nacido en el hospital local dirigido por las Hermanas de la Inmaculada (congregación femenina asociada al Pime), realizó todos sus estudios en las escuelas de los padres misioneros, desde la primaria hasta el seminario.

Hablando de su vocación, dice que son dos las razones fundamentales de su “llamada misionera”. La primera es aquella que él define “automática”, o sea el haber frecuentado desde su tierna edad el ambiente de los sacerdotes. La segunda, “motivacional”, fue determinada por el haber visto y vivido el espíritu misionero. “Sus historias-cuenta- me han inspirado a hacer en el extranjero aquello que ellos vinieron a hacer en India. Fue un deseo madurado en mí desde mi infancia, quería seguir su ejemplo. El Pime había venido a mi tierra para evangelizar y yo quiero hacer los mismo en los lugares donde Cristo jamás llegó”.

Para él la misión es una “desafío siempre estimulante”. “Es más fácil-afirma- difundir las enseñanzas de Cristo en la propia tierra, entre las personas de la propia cultura. Podría hacerlo también sentado en un escritorio delante de la computadora, utilizando los medios de comunicación con Skype, Whasapp o Facebook”.

Lo que me empujó a unirme a un instituto misionero “fue el desafío de la aventura”. Ël declara que está listo para esta “aventura”, que lo llevará a Filipinas.

Hasta ahora él se había ocupado de educación, cubriendo el rol de rector del Valarpirai- St. Thomas Formation House. “Hay una gran diferencia-refiere-entre formar a los otros y formarse a sí mismo”. En lo que se refiere a su formación, él está agradecido de haber tenido la oportunidad de frecuentar por tres años la Summer School para educadores de la Universidad Gregoriana. “Para mí fue un momento importante de crecimiento espiritual, durante el cual tuve tiempo de reflexionar sobre mi vocación, sobre mi dimensión humana. Esto me ha ayudado en un modo extraordinario”.

Los cursos le han hecho comprender mejor como enfrentar las dificultades de las generaciones actuales. “Yo fui nombrado vice-rector a los 31 años, era realmente muy joven. Y para un joven es más difícil lograr ganarse la atención y el respeto de los jóvenes”. Por esto, agrega, “el único modo de entrar en su mente y en su corazón es ponerse a nivel de los estudiantes y testimoniar con la propia vida aquello que se intenta enseñar. No basta con decir lo que hay que hacer, se lo debe también llevar a la práctica”.

Para ser buenos misioneros, dice, “es necesario recibir también una buena enseñanza. Por lo tanto es necesario tener buenos formadores”. “El riesgo-concluye-es que los misioneros vayan todos al extranjero y en patria no quede ninguno a ocuparse del cuidado de la formación de los seminaristas. No debemos olvidarnos de los jóvenes, porque es en estos años que se forma el deseo de la misión. También esta es misión: indirecta, pero igualmente siempre misión”.

 

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