07/09/2015, 00.00
ITALIA – ASIA
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A propósito de prófugos y acogida: cuando Italia acogía los boat people

de Piero Gheddo
Después del pedido del Papa Francisco en favor de la apertura de las puertas a quien huye del hambre, guerra y persecución, un artículo del p. Gheddo recuerda cuando nuestro país se puso en primera línea en la cogida de vietnamitas y camboyanos, que huían de Ho Chi Minh y de Pol Pot. El testimonio evangélico mueve a la sociedad civil y hasta otras religiones.

Milán (AsiaNews)- En los años 1975-1980 el Centro Misionero Pime de Milán (dirigido por el p. Giacomo Girardi) y la revista “Mundo y Misión” (yo era el director), con el Centro diocesano y Caritas ambrosiana, iniciaron una campaña para los “boat people” vietnamitas y camboyanos (1975-1978) que tuvo un suceso inesperado. El 12 de enero de 1978, al finalizar la campaña nace en el Centro misionero Pime de Milán la “Secretaría prófugos Vietnam Camboya”, con un trabajo a todo ritmo de 18 universitarios de varios movimientos: Focsiv, Mani Tese, Agesci, CL, Gen-focolari.

En junio de 1978, especialmente Caritas Ambrosiana y la nacional habían alcanzado un número suficiente de pedidos de adopción. De enero a junio se realizaron más de 200 conferencias sobre los prófugos, vigilas de oración en toda Italia. Los “boat people” eran un hecho nacional que estaba en las primeras páginas de todos los diarios.

El 22 de junio de 1979 el Primer ministro, Giulio Andreotti invita al p. Girardi y a mí al Palacio Chigi para agradecernos: “Han hecho una campaña valiente, providencial y victoriosa”, porque en los años 1975-80, proclamar que dos pueblos escapaban de Vietnam y Camboya después de la “liberación” llevada a cabo por los Vietcong y los Khmer Rojos significaba calificarlos, como mínimo como provocadores “financiados por la CIA”. Andreotti envía tres naves de la Marina militar que traen a Italia 3.500 prófugos.

Caritas italiana, nacida en 1973 de la Conferencia episcopal italiana (CEI) comienza a ser internacional y mons. Giovanni Nervo me llama para formar parte del Comité directivo. Por Caritas estuve en Tailandia, Eritrea, Paquistán-Afganistán y acompañé al Presidente, al arzobispo de Taranto mons. Motolese (entonces yo hablaba bien inglés), a visitar algunos campos en la frontera con Laos y Camboya.

Con mons. Motolese en misión oficial de la Iglesia italiana, el helicóptero de la ONU nos lleva a algunos de los 14 campos prófugos, campos inmensos, donde decenas de miles de personas habían escapado como hoy escapan del Norte de África hacia Italia. Vivía bajo tiendas de la Cruz Roja y de la ONU, rodeados de alambres de púa y por los militares tailandeses. Recuerdo como una pesadilla el campo de Kag I Dang con ¡130 mil prófugos en el barro es espera de agua y comida!

El pueblo tailandés no los quería, los “piratas” en el mar los robaban, los pescadores los echaban al mar. También el ejército, la policía y la guardia nacional rechazaban a los prófugos hacia la frontera con Laos y Camboya, teniéndolos en el barro para que no se escaparan y dejándolos indefensos cuando los Khmer Rojos entraban en los campos invadiendo y ejecutando. Eran los años de los “boat people”, que provocaban y dividían a los italianos.

La pequeña Iglesia tailandesa se movió inmediatamente para recibir a los prófugos y la CEI había apoyado una campaña para recibirlos en Italia. Caritas italiana, movilizando el voluntariado católico instituía entre los prófugos dispensarios médicos, dirigidos por las hermanas y los voluntarios italianos. Mi secretaria, sor Franca Nava, Misionera de la Inmaculada (las hermanas del Pime), enfermera especializada en ginecología y en el cuidado de los niños y leprosos (con misiones en Bangladesh e India), fue a Tailandia por dos meses de “vacaciones de verano” (se quedó 2 años) en un dispensario de caritas italiana en el campo prófugos de Mairut.

Trabajaban mucho por la cantidad de emergencias, comían sólo pescado y arroz hervido con salsa picante, pero nunca se enfermaron; los pocos católicos de Tailandia visitaban a los prófugos, llevaban ayuda, los obispos pedían al gobierno que los acogieran.

En el verano de 1978 el Rey Bhumibol Adulyadej, considerado como un dios de la nación, símbolo de la identidad cultural y del budismo, habla por TV y dice: “Debemos acoger a nuestros hermanos camboyanos y vietnamitas, como lo hacen los cristianos, que nos dan un gran ejemplo. Son nuestros hermanos y hermanas, debemos acogerlos, no echarlos al mar, no robarles. Si vosotros rechazáis a estos prófugos, les robáis o los tiráis al mar enviándolos a una muerte segura no sois buenos tailandeses”.

Vuelto a Tailandia algunos años después, los misioneros italianos me decían que el discurso del Rey, retomado en los periódicos y amplificado en primera página, convenció a los tailandeses a formar una Asociación de voluntariado para ayudar a los prófugos, no sólo de laos y Vietnam sino también de Myanmar, otro Estado que persigue a los tribales animistas y cristianos.

Entre los budistas tailandeses hay poquísimas conversiones, pero la gente inicia a cambiar de actitud, se difunden los valores del Evangelio, paz, justicia, fraternidad, compartir, diálogo y todos saben que son valores evangélicos. También el ejército, la policía y la guardia nacional  siguieron el ejemplo de los cristianos, comenzando a defender a los prófugos de las incursiones de los Khmer Rojos de Pol Pot.

 

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