01/02/2022, 12.58
MYANMAR
Enviar a un amigo

A un año del golpe, el Myanmar que resiste

de Alessandra De Poli

Hay más de 400 mil desplazados. Los niños no van a la escuela desde hace dos años. La lucha ya no se limita a ciertas regiones, sino que está en todas partes. El testimonio de un sacerdote de la diócesis de Taungoo a AsiaNews sobre el trabajo de ayuda que lleva adelante la Iglesia: “Loikaw es una ciudad fantasma, la gente huye sin poder llevarse nada. Tratamos de ayudar, pero es cada vez más complicado”.

 

Rangún (AsiaNews) - Ha pasado un año desde el golpe de Estado que sacudió a Myanmar. El 1 de febrero de 2021 la junta militar birmana derrocó al gobierno civil dirigido por Aung San Suu Kyi y tomó el control del país. Al movimiento de desobediencia civil, severamente reprimido por el régimen, se han sumado las milicias étnicas. Algunas de ellas, que habían permanecido silenciosas durante años, han retomado las armas y hoy los enfrentamientos ya no se limitan a algunas regiones, sino que “están por todas partes”.

Este es el panorama que describe a AsiaNews el p. William Htoo, secretario de la diócesis de Taungoo, en una de las regiones más golpeadas por el conflicto. “Muchos jóvenes que iban a la universidad y soñaban con carreras brillantes han visto que su futuro se desvanece de un momento para otro”, explica el p. Htoo. “Los niños ya no van a la escuela, están en casa desde hace dos años”, sigue diciendo el sacerdote. "Hombres y mujeres jóvenes se han unido a las milicias para luchar contra el ejército. Hay cientos de miles de desplazados en todo el país”.

La resistencia no parece tener intención de rendirse. Para hoy estaba prevista una huelga silenciosa de protesta contra los generales: la gente se encierra en su casa, no va a trabajar, las calles de las grandes ciudades están vacías. El movimiento de desobediencia civil ha desaparecido de las noticias, pero sigue activo y se opone a los soldados a la par que las milicias guerrilleras que luchan en los bosques.

Poco antes de Navidad los militares bombardearon por enésima vez Loikaw, en el estado de Kayah, donde vive la mayoría de los cristianos de Myanmar. Las fuentes locales nos dicen que la ciudad ha quedado vacía, simplemente ya no existe. Los datos más recientes de ACNUR, la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados, hablan de unos 406.000 refugiados internos. El aumento más significativo se registró en diciembre de 2021 debido a los enfrentamientos en el sureste del país. En los Estados de Kayah, Kayin, Shan y Mon hay casi 220.000 personas definidas como "desplazados internos" por la ONU. Otros 32.000 huyeron a India o Tailandia el año pasado. El P. Htoo confirma: “Muchos se preparan para salir del país y buscan trabajo fuera porque aquí hay cada vez menos trabajo y más pobreza”.

“Falta comida y atención médica”, prosigue el religioso. "La mayoría de los trabajadores de la salud han abandonado los hospitales estatales porque no quieren trabajar con el ejército, pero los hospitales privados son demasiado caros". La Iglesia local está en primera línea para prestar ayuda, pero le resulta imposible cubrir todas las necesidades. “Cada vez hay más problemas. Los robos y asaltos van en aumento porque la gente está pasando necesidades y la vida es cada vez más difícil. La Iglesia trata de señalar un camino, pero cada vez resulta más complicado”.

La diócesis acoge a todos los que necesitan ayuda. Cerca de 10.000 personas han pasado por Taungoo en los últimos meses. “La gente huye sin llevarse nada, solo piensan en su propia seguridad. Si no hay soldados en las calles, algunos emprenden viajes de 3 o 4 días para tratar de recuperar algo”. Las religiosas y los sacerdotes locales compran comida y recargas telefónicas y van a visitar los pueblos "aunque solo sea para dar un poco de apoyo moral a la población".

En ese contexto, la menor de las preocupaciones es la pandemia: “Antes del golpe había una gran aprensión, pero después el covid pasó a un segundo plano”. El padre Htoo sonríe cuando lo cuenta, dando a entender que el pueblo de Myanmar no puede permitirse el lujo de dejar de luchar contra la junta militar para hacer frente a una crisis sanitaria. El voluntad de resistir al régimen es más fuerte: “Todas las familias se han contagiado, incluso muchas religiosas y sacerdotes lo han tenido. No hay posibilidad de hacer hisopados. En las aldeas, donde comen mucho ají, descubren que se han contagiado cuando ya no sienten los sabores y los olores”.

A pesar de todos los dramas que ha visto en el último año, el p. Htoo sonríe. Porque en Myanmar no hay miseria, explican nuestras fuentes. Aunque puede reinar la anarquía y el caos, el país se mantiene unido por el espíritu de solidaridad de la gente.

Ha pasado un año desde el golpe de Estado. ¿Cuánto durará esta guerra civil? “Simplificando al máximo podemos decir que hay dos grupos, los civiles y los militares. Ambos quieren controlar el país, pero ninguno de los dos quiere ceder y rendirse. En este momento es imposible pensar en una negociación”, comenta el sacerdote. “Todos están rezando por la paz y para que se resuelva esta crisis política, pero llevará tiempo reconstruir el país y sobre todo el espíritu de la gente”.

 

TAGs
Enviar a un amigo
Vista para imprimir
CLOSE X
Ver también
Rangún: China visita a la junta militar mientras siguen los enfrentamientos con las milicias étnicas
01/09/2021 15:28
Loikaw, nuevo obispo Celso Ba Shwe: 'La mitad de la diócesis desplazada, pero seguimos adelante’
30/03/2023 14:55
Monjes budistas huyen de los enfrentamientos en el Estado de Kayah
17/01/2022 14:01
Bangkok: crece el número de refugiados birmanos en la frontera
03/01/2022 11:09
Cardenal Chow: algún día todos los católicos chinos podrán rezar en el mismo lugar
20/11/2023 15:12


Newsletter

Suscríbase a la newsletter de Asia News o cambie sus preferencias

Regístrese
“L’Asia: ecco il nostro comune compito per il terzo millennio!” - Giovanni Paolo II, da “Alzatevi, andiamo”