Ahorcamientos y detenciones entre minorías e inmigrantes: la posguerra de Teherán
En los últimos días se ha ejecutado la sentencia de tres hombres acusados de «espionaje» para Israel. Decenas de migrantes afganos detenidos en la operación «Plan Hijrat». Según la ONU, Teherán deporta hasta 30 000 afganos al día. También se han producido detenciones e interrogatorios entre los bahá'ís y los judíos iraníes. Una aparente demostración de fuerza para enmascarar las debilidades en el plano militar.
Teherán (AsiaNews) - Detenciones, ahorcamientos, minorías religiosas e inmigrantes en el punto de mira. La represión de los ayatolás en los días posteriores a la tregua con Israel y Estados Unidos, que marcó el fin de la «guerra de los 12 días», refleja la caza de los llamados «enemigos internos» de la República Islámica, que habrían favorecido la operación militar del Estado hebreo. En los últimos días, Teherán ha ejecutado la pena de muerte de tres hombres acusados de «espionaje» para Israel: se trata de Edris Ali, Azad Shojaei y Rasoul Ahmad Rasoul, kurdos étnicos de la ciudad noroccidental de Urmia acusados de haber ayudado al Mossad en el asesinato, en 2020, del científico nuclear Mohsen Fakhrizadeh. Al mismo tiempo, cientos de personas, en su gran mayoría civiles, han acabado en cárceles y comisarías de policía de todo el país, entre ellas 700 acusadas de pertenecer a una «red de espionaje israelí» relacionada con el ataque israelí del 13 de junio.
Tras casi dos semanas de guerra, Irán se esfuerza por proyectar internamente una imagen de victoria a nivel oficial. «La República Islámica ha ganado», afirmó el líder supremo Alí Jamenei en un videomensaje el 26 de junio, tras permanecer mucho tiempo en silencio y aislamiento. Sin embargo, dentro de sus fronteras se está llevando a cabo una auténtica demostración de fuerza para enmascarar sus debilidades militares, relacionadas con la derrota sufrida por el Estado hebreo, con el apoyo de Washington. Empezando por la enorme brecha en la seguridad, con el Mossad infiltrado hasta las más altas esferas del poder en Teherán.
Una de las últimas operaciones llevadas a cabo por la policía iraní se denominó «Plan Hijrat», duró 24 horas y condujo a la detención de al menos 18 inmigrantes de nacionalidad afgana en la provincia noroccidental de Ardabil. Detrás de la redada hay una orden precisa de identificar y deportar a los migrantes no autorizados, en respuesta a las «solicitudes y preocupaciones de la opinión pública». Además, quienes acogen, transportan o explotan el trabajo de migrantes indocumentados se arriesgan a ser procesados y se incentiva la denuncia de casos sospechosos. Las detenciones se inscriben en un contexto más amplio de expulsiones, que se ha intensificado en los últimos días. Según la ONU, la República Islámica deporta hasta 30 000 afganos al día, mientras que sigue vigente el plazo de mediados de julio como fecha límite para abandonar el país voluntariamente, y quienes se queden corren el riesgo de ser detenidos y deportados.
El propio Ministerio del Interior se ha pronunciado al respecto, afirmando que en los últimos años se han registrado casos de migrantes que han entrado en Irán de forma más o menos legal y con «intenciones hostiles». De ahí la detención de decenas de personas en las últimas semanas, la mayoría de ellas acusadas de «espionaje». Además de los afganos, entre los detenidos también hay inmigrantes procedentes de la India y de Irak, siempre acusados de espiar para Israel (o Estados Unidos) o de cometer actos de sabotaje. En los últimos días, los medios de comunicación de la República Islámica han difundido confesiones forzadas de algunos migrantes afganos. Según fuentes de IranWire, en algunos casos las fuerzas de seguridad han irrumpido en hoteles conocidos por alojar a migrantes de diferentes nacionalidades y han detenido a varios grupos, aunque por el momento no hay estadísticas oficiales sobre el número de migrantes detenidos.
No solo los migrantes, porque las redadas impuestas por los ayatolás también afectan duramente a las minorías étnicas y religiosas: durante el fin de semana, agentes de inteligencia irrumpieron en la casa de Mansour Meybodi, ciudadano bahá'í en Rafsanjan, con una orden de registro para la vivienda y de detención para su hijo Mahyar Meybodi, al que confiscaron todos los dispositivos electrónicos. La larga ola de detenciones y represión tampoco ha perdonado a la comunidad judía, con al menos 35 personas citadas por las autoridades e interrogadas entre Teherán y Shiraz. Entre los cargos se encuentran los «contactos» de las últimas semanas con familiares en Israel, según informa la ONG activista Hrana, en el marco de la «operación más imponente» contra la minoría judía de los últimos años en Irán. «Se ha hecho hincapié en evitar cualquier comunicación telefónica y en línea con el extranjero», declaró la ONG citando a una fuente cercana a las familias.
En 2011, el Parlamento iraní aprobó una ley que prohíbe los viajes a Israel. Muchos judíos iraníes mantienen vínculos familiares y religiosos en el país, y los expertos en derechos humanos afirman que la norma se ha convertido en un instrumento de represión. Una figura destacada de la comunidad judía de Teherán declaró a Hrana que «hemos visto casos limitados [de represión] en el pasado, pero esto no tiene precedentes» . La magnitud de las citaciones en los cuarteles y los registros es motivo de gran preocupación para la propia seguridad de la comunidad. Rani Omrani, periodista independiente, declaró a Iran International que las tácticas utilizadas por Teherán reflejan su incapacidad para enfrentarse directamente a Israel. «Como no pueden llegar a Israel, están castigando a judíos inocentes en su propia casa», concluye.
17/12/2016 13:14
06/10/2023 18:41