Amenazas y detenciones para los ahmadíes pakistaníes en vísperas de la fiesta del Eid.
Las fuerzas policiales obligan a los fieles a firmar declaraciones (ilegales) en las que se comprometen a no celebrar los ritos, ni siquiera en sus casas particulares. Fuentes locales informan de personas detenidas o víctimas de abusos. Recientemente, un apreciado médico, Sheikh Mahmood, fue asesinado en Sargodha por ser ahmadí. Llamamiento al Gobierno por parte de grupos activistas y ONG para la protección de los derechos y la libertad religiosa.
Lahore (AsiaNews) - Con la proximidad del Eid-ul-Adha, el «banquete del sacrificio» que se celebra al final del Hajj, la peregrinación mayor a La Meca, se repiten también este año los episodios de acoso, detenciones y abusos hacia la minoría musulmana ahmadí en Pakistán. Persecuciones y violaciones de los derechos humanos y la libertad religiosa protagonizadas por las propias fuerzas del orden, con policías que detienen a los fieles y los obligan a firmar declaraciones ilegales en las que prometen no realizar el qurbani (sacrificio ritual de un animal) ni siquiera en sus casas. Fuentes locales informan que grupos ahmadíes han sido obligados a firmar varias declaraciones en distintos distritos del Punyab y en algunas partes de Sindh.
Los ahmadíes (aproximadamente el 2 % de la población pakistaní) son un movimiento religioso inspirado en el islam que surgió a finales del siglo XIX, cuyo fundador, Mirza Ghulam Ahmad, se consideraba un profeta aparecido después de Mahoma, por lo que los suníes los consideran herejes. Son la comunidad más perseguida del país. Según un informe de 2018, entre 1984 y 2017 fueron asesinados 260 fieles, demolidos 27 lugares religiosos, otros 33 cerrados, 22 incendiados o dañados y 17 ocupados por la fuerza.
Al analizar los últimos episodios de estos días, activistas y grupos pro derechos humanos hablan de «violación flagrante de la libertad religiosa», ya que no existe ninguna base legal o jurídica para obligar a los fieles de la minoría a presentar dichos escritos. Estos actos no solo son «discriminatorios», sino también «inconstitucionales e inhumanos» frente a una comunidad que es castigada únicamente «por practicar pacíficamente su fe». Cada año, las autoridades emprenden estas acciones ilegales para privar de sus derechos a los ahmadis pakistaníes, que por naturaleza son patriotas y amantes de la paz, solo para apaciguar a los grupos extremistas, lo cual es «inaceptable». Por ello, los movimientos pro derechos apelan al Gobierno para que actúe «de inmediato» para detener esta práctica ilegal.
La persecución de la comunidad ahmadí no es nada nuevo, ya que desde hace tiempo sufre todo tipo de violencia en Pakistán. El mes pasado, un renombrado gastroenterólogo ahmadí, Sheikh Mahmood, fue asesinado en Sargodha por su fe. Era más que un médico, sobre todo por el carácter humanitario con el que ejercía su profesión y se ponía al servicio de los enfermos, cuidándolos y ayudándolos personalmente.
Todo ello a pesar de las presiones de los movimientos anti-ahmadíes, que lo habían amenazado y le habían intimado a dejar su trabajo, ataques a los que el médico de 58 años siempre se opuso con firmeza, continuando con su actividad y pagando con su vida. Además, en la última semana de mayo, unos agresores desconocidos, atribuibles a grupos fundamentalistas musulmanes, incendiaron una cámara frigorífica vacía en un hospital de Shakargarh, ciudad del distrito de Narowal. El motivo del gesto fue que anteriormente se había conservado en su interior el cuerpo de una mujer ahmadí.
Aamir Mahmood, portavoz de la comunidad ahmadí, subraya a AsiaNews: «Se trata de un acto completamente ilegal que viola el artículo 25 de la Constitución. Este tipo de incidentes fomentan el odio contra los ahmadíes y constituyen una amenaza para su libertad de religión o de creencia. El Gobierno y las fuerzas del orden —continúa— deberían tomar nota inmediatamente de estas amenazas y garantizar la protección de la comunidad, para que pueda llevar a cabo sus prácticas religiosas sin temor». «El año pasado, durante el Eid-ul-Adha, en varias ciudades se detuvo a personas de la comunidad ahmadí —recuerda— y se presentaron denuncias contra ellas por haber realizado sacrificios durante el Eid».
Amelia Gill, activista pro derechos humanos de origen pakistaní que actualmente reside en el Reino Unido, consultada por AsiaNews, añade: «Este odio masivo acabará volviéndose contra quienes están fomentando el odio en la sociedad. También los instigadores del odio tendrán que afrontar las consecuencias, porque el odio volverá contra ellos y este fuego quemará sus propias casas. El odio, la educación y los comportamientos religiosos distorsionados —concluye— matan la capacidad crítica de una sociedad y hacen que sus ciudadanos sean incapaces de pensar y ver las cosas de forma innovadora o crítica. La educación básica, la formación y el buen ambiente deben ser liberales y fuente de aprecio, no restrictivos y centrados en la fe. Así es como una sociedad puede producir un verdadero hombre libre y una sociedad pacífica».
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