Beijing pide que se "presione" a Israel, pero corre el riesgo de quedar arrinconada

La oferta de mediación que propuso Xi Jinping desde Astaná ha caído en el vacío, y Beijing observa con gran preocupación la posibilidad de una intervención directa de Estados Unidos en Irán. La crisis también está mostrando la fragilidad de los organismos multilaterales respaldados por Beijing, como la OCS y los BRICS. Movilización para sacar a los ciudadanos chinos de Teherán.

Beijing (AsiaNews/Agencias) - "China está profundamente preocupada por la evolución de la situación actual. Nos oponemos a cualquier acto que viole los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, así como la soberanía, la seguridad y la integridad territorial de otros países".

En la habitual conferencia de prensa diaria del Ministerio de Relaciones Exteriores en Beijing, el tono de las referencias a la guerra en Irán se está haciendo cada día más preocupante. Hay indicios contundentes que muestran que el presidente de Estados Unidos considera con creciente convicción una intervención directa junto a Israel. Es decir, la dirección opuesta a la desescalada del conflicto que invocan muchas partes y que el presidente Xi Jinping también ha pedido expresamente en estas horas desde Astaná, donde participó en la segunda cumbre que reunió a Beijing y los países de Asia Central. "China - dijo Xi - está dispuesta a colaborar con todos para desempeñar un papel constructivo en el restablecimiento de la paz y la estabilidad en Oriente Medio".

El presidente chino regresó hoy a Beijing, mientras el escenario parece ir en dirección opuesta. "La escalada de la situación en Oriente Medio no beneficia a nadie - comentó hoy el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Guo Jiakun -. Los países que ejercen una influencia especial sobre Israel deberían adoptar una posición objetiva y justa, asumir sus responsabilidades y desempeñar un papel activo y constructivo para aliviar las tensiones y evitar la profundización del conflicto".

Beijing se encuentra en este caso en una posición extremadamente incómoda: a pesar de las ambiciones que mostró en 2023 - cuando "bendijo" con su mediación la reapertura de los canales de comunicación entre Teherán y Riad-, su peso en el equilibrio político de Oriente Medio sigue siendo limitado. Ha hecho grandes negocios en la región, entre las compras de petróleo iraní y los acuerdos comerciales con los países del Golfo en el marco de la Belt and Road Initiative. Pero a nivel político ha recogido muy poco. Y si Estados Unidos decidiera entrar en el conflicto, se encontraría en un callejón sin salida.

Irán es, de hecho, una de las piezas fundamentales en el mundo de las instituciones multilaterales "made in China". Desde 2023 forma parte de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), que en estas horas ha condenado el ataque israelí a Teherán, pero con un documento que no fue firmado por la India, que es uno de los nueve países miembros. Desde el 1 de enero de 2024 Teherán también es miembro de pleno derecho de los BRICS, la agrupación de países alternativa al G7 fuertemente respaldada por Xi Jinping, al que en los últimos años se han sumado Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica y otros países. Dentro de apenas dos semanas - el 6 y 7 de julio - está programada en Río de Janeiro la cumbre anual de jefes de Estado y de gobierno de los BRICS, donde también se esperaba la presencia del presidente iraní Masoud Pezeshkian. Será una prueba de fuego para comprender la verdadera importancia de la red de relaciones que ha construido Beijing en estos años.

Por ahora, el único resultado concreto que China puede exhibir, casi una semana después del comienzo de las hostilidades, es la movilización para la repatriación de sus ciudadanos que se encuentran en Irán. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Beijing ha informado que 791 ciudadanos chinos han sido trasladados desde Irán a zonas seguras, mientras que más de 1.000 están en proceso de evacuación. En la operación también están participando las embajadas y consulados chinos en países vecinos como Azerbaiyán y Turkmenistán, que han enviado equipos operativos para ayudar a los ciudadanos chinos a cruzar los puestos fronterizos y colaboran con su posterior regreso a China. También han sido evacuados de Israel algunos ciudadanos chinos.