20/10/2022, 15.30
LÍBANO - SIRIA
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Beirut, los plazos constitucionales congelan la repatriación de los refugiados sirios

de Fady Noun

El plan, criticado por ACNUR y la UE, que lo denominan "deportación blanda", dispone el retorno de al menos 15.000 personas por mes. La intención es implementarlo "tan pronto como sea posible". Sin embargo, algunos analistas creen que ya no se lo considera una prioridad. La elección del presidente de la República y del nuevo gobierno son fundamentales para trazar las políticas futuras.

 

Beirut (AsiaNews) - Beirut ha postergado el plan de repatriación de refugiados sirios que dispone el regreso a su país de origen de unas 15 mil personas por mes. La decisión se considera vital para el Líbano, pero ha recibido fuertes críticas porque el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la Unión Europea y varias ONG internacionales de derechos humanos la ven como una forma de "deportación blanda".

El ministro libanés para los desplazados, Issam Charafeddine, anunció el 18 de octubre en un comunicado público que "el Estado libanés ha decidido no implementar inmediatamente el plan inicial propuesto por el ministerio". No obstante, este mismo plan "se pondrá en marcha lo antes posible".

De todos modos, analistas y expertos en política local creen que en gran medida el proyecto ha perdido prioridad, a la espera de que se resuelva el problema relacionado con los plazos constitucionales en el Líbano. Estos disponen la elección de un presidente de la República y la posterior formación de un nuevo gobierno, dos etapas que prometen ser tan fundamentales como sumamente problemáticas.

Oficialmente el problema se planteó durante la sexta conferencia sobre refugiados sirios que tuvo lugar en Bruselas el 9 de mayo, durante la cual los países donantes habían insistido en la integración de los refugiados sirios en el tejido social libanés. Tras una reacción inicial de conmoción, la delegación libanesa comprendió que la comunidad internacional, y en primer lugar los propios donantes, no aprobarían -por muchas razones- el retorno de los refugiados sirios que huyeron de la guerra en su país de origen.

En primer lugar porque esta misma comunidad, que ha perdido la apuesta por el derrocamiento del régimen sirio, no quiere dejar sentado su fracaso, dándole al presidente Bashar al-Assad un tanto a su favor. Pero además -según una hipótesis no confirmada que circula con insistencia en algunos ambientes políticos- porque este gran número de desplazados sirios en el Líbano, en su mayoría sunitas, constituye un elemento que podría contrarrestar el poder de Hezbolá y el creciente número de chiítas en ese país, en el marco de una situación de incertidumbre y tensiones contrapuestas.

Y por último, porque la guerra en Siria, que comenzó en la primavera de 2011, en realidad todavía no ha terminado, a pesar de que el régimen y sus aliados han logrado conquistas significativas. Sin embargo, todavía no han logrado la victoria final, lo que podría convencer a la comunidad internacional de ceder con respecto al tema de los refugiados. El ministro Charafeddine, que viajó a Damasco el pasado mes de agosto, dejó claro que había recibido todas las garantías y seguridades del gobierno sirio de que sus ciudadanos pueden volver "sin temor a represalias del régimen". Luego agregó que "un convoy formado por 483 familias partirá a fines de esta semana" desde Ersal (en el sector este de Líbano) para regresar a su país. Pero incluso este regreso parece ser problemático: el director general de seguridad Abbas Ibrahim, encargado de organizar las repatriaciones, confirmó que las autoridades libanesas todavía están esperando la luz verde de la contraparte en Damasco antes de proceder.

El plan de repatriación debería haberse hecho, según el ministro, de acuerdo con la ACNUR y con Siria. Sin embargo, ni el Alto Comisionado de la ONU ni Damasco, cada uno por sus propias razones, dan por sentada esta solución. Siria quiere utilizar esta circunstancia para normalizar sus relaciones con el país de los cedros, dado que Beirut nunca ha roto oficialmente lazos con su vecino desde que comenzó la guerra en 2011. Al mismo tiempo cabe recordar que ningún representante de primer nivel ha visitado oficialmente Damasco desde que empezó la guerra civil y, aquellos que lo hicieron, fueron "a título personal".

La discrepancia con el organismo de las Naciones Unidas es de otra naturaleza. Líbano pide, en primer lugar, que se suspendan los pagos mensuales de ayuda a los refugiados sirios para animarles a regresar a su país. Esta ayuda es fuente de tensiones y cuestionamientos de la población local, según la cual los refugiados sirios en el Líbano gozan de un nivel de vida superior al suyo. También se considera que el objetivo de la comunidad internacional es naturalizarlos. Pero el Líbano ha dejado claro a la UE y a la ONU que se asume a sí mismo como “país de tránsito” y rechaza categóricamente el plan europeo de integrar en su territorio a los cientos de miles de sirios a los que actualmente acoge.

 

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