25/01/2018, 12.43
SIRIA
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Caritas Siria: sangre cristiana derramada en Damasco, iglesias atacadas y fieles muertos

de Sandra Awad*

Mientras que en Viena se inauguran los dos días de coloquios de paz de la ONU en torno a Siria, en el territorio se continúa combatiendo y sigue muriendo gente. Desde que comenzó el año, la capital es el blanco de un lanzamiento incesante de morteros. El dramático relato del hospital que ha recibido a los muertos y heridos.  El silencio de los medios occidentales sobre la tragedia en curso.

Damasco (AsiaNews) – Hoy, en la ciudad de Viena (Austria), se inauguran los dos días de coloquios de paz organizados por la ONU y dedicados a Siria. Se aguarda la participación de ambas delegaciones –gubernamental y grupos rebeldes- para discutir los pasos a dar para lograr un cese del fuego estable y duradero en el contexto de un conflicto que ya ha causado más de 340.000 víctimas. Simultáneamente, prosigue la ofensiva de los turcos en la región septentrional de Afrin, donde los enfrentamientos entre las tropas de Ankara y las milicias kurdas ya han provocado cuando menos 32 víctimas, incluyendo civiles. En un tablero sirio que continúa evolucionando, en las últimas semanas se ha registrado un aumento de la violencia que ha azotado incluso la capital misma, Damasco, provocando decenas de víctimas y heridos. En la mira de éstos también está la comunidad cristiana, que ha sufrido daños gravísimos en sus iglesias y lugares de culto, y la muerte de hombres, mujeres y niños. A continuación, el relato de la responsable de comunicación de Caritas Siria:  

Desde el primero de enero de este año, algunos grupos vinculados a al-Qaeda han emprendido una ofensiva a gran escala para reconquistar una base militar de importancia estratégica, situada en la periferia oriental de la capital, Damasco. Se trata de una base que contiene armas y vehículos, y constituye el mayor complejo de la región de Ghouta oriental, la cual se extiende desde Harasta hasta Arbeen. Esta estructura aloja un gran número de soldados, además de ser un enorme depósito de armas.

Desde entonces, los ataques aéreos de la aviación siria han comenzado a azotar las posiciones de al-Qaeda en la localidad de Harasta; en respuesta, los milicianos de tanto en tanto empezaron a atacar algunos barrios de Damasco, con disparos de mortero y cohetes. Los ataques se centran especialmente en la parte antigua de la ciudad, donde se levantan muchas iglesias y escuelas cristianas.

En los últimos 20 días, los disparos de mortero han golpeado a más de cinco iglesias, provocando gravísimos daños materiales, además de muertos y heridos entre la población civil.

El 22 de enero pasado, a las 2.15 de la tarde, que es la hora pico en Damasco, dado que los estudiantes salen de las escuelas y los empleados dejan sus lugares de trabajo, algunos disparos de mortero comenzaron a llover sobre la ciudad vieja (Bab Touma, Bab Sharki  y Al-Amin Street). El saldo global de los ataques con mortero es de al menos 12 muertos y cerca de 31 heridos.

El hospital francés (el Saint Louis Hospital) fue el principal centro hospitalario dedicado a la atención de los heridos, por el hecho de ser el nosocomio más próximo a la ciudad vieja. Para tener una mínima idea de la situación humanitaria que se estaba consumando allí dentro, quisiera compartir con ustedes algunas historias que he recogido en el lugar. Me las ha contando, tras el anonimato, una persona que estaba trabajando en el hospital en las frenéticas horas que siguieron a los ataques:  

“¡Fue la primera vez que sentí los gritos y el llanto de personas, estudiantes, padres, dentro de una sala de hospital!”

“Vi a una madre muerta, rodeada de sus hijos, que invocaban su nombre en voz alta, como si trataran de despertarla de un sueño profundo… ¡Mamá, mamá!”.

“Vi a una familia, cuyo padre estaba internado en terapia intensiva, la madre había sido gravemente herida y el hijo pequeño, de tan sólo tres años, había perdido la vida. Todo porque los padres habían decidido llevarlo a pasear aprovechando el día agradable, una jornada de sol… La abuela del niño gritaba, lloraba, lanzaba improperios… Pero nadie se animaba a acusarla. Hasta hace algunos minutos era una abuela, ahora ya no lo es más… Ahora sólo es una madre de luto, que deambula desesperada en busca de doctores que le den noticias sobre su hijo, que está internado en terapia intensiva”.  

“He visto a una mujer llorando por su marido, junto al cual, pocos minutos antes, ella había estado caminando por la calle. De repente, un disparo de mortero lo lanzó lejos de ella, como si fuese una ramita...”.

“Y también, he visto a una jovencita de 15 años toda cubierta de sangre. Se llamaba Rita, ahora es un ángel del cielo”.

“He visto a una madre narrando a las personas que estaban a su lado que, recientemente, había inscripto a la hija en el gimnasio para hacer un poco de aeróbica. Ahora la jovencita ya no puede hacer más nada, perdió una pierna y se encuentra en condiciones críticas”.

“He visto sangre, agua y desinfectante esparcidos por todo el hospital. Los doctores corrían de un lado a otro. Trabajaban y lloraban al mismo tiempo. “¿Habéis visto algo igual? ¿Habéis visto alguna vez al director de un hospital correr a través de los corredores teniendo en sus manos paquetes de sangre para los pacientes? Incluso el guardián del hospital hacía el intento de calmar a las personas, mientras él, también, lloraba…”.

 

En estas horas hay otra imagen que me duele en lo más profundo. Se trata de la foto de Rabee, que comienza a dar sus primeros pasos usando sus nuevas prótesis, con una grande sonrisa grabada en su rostro. Hace tiempo que no veía un rostro tan feliz en aquel muchacho de 15 años que, hace poco más de un año, perdió sus piernas y a su padre a causa de un disparo de mortero que azotó Damasco. Desde entonces, Caritas se ocupa de Rabee y de su familia (la madre y los tres hermanos menores), cuya historia ya hemos narrado desde las páginas de AsiaNews (leer aquí).

El rostro de Rabee se superpone con el de una muchacha de 15 años, de nombre “Christine”, que justo en estos días perdió una pierna a causa de las esquirlas de un artefacto que estalló en la calle. Christine necesitará mucho tiempo para rehabilitarse, para volver a sonreír; ¡y ella aún no sabe que ha perdido las piernas, y a su queridísima amiga Rita!

Si bien la situación aún no es tranquila y sigue siendo peligrosa, lo que hace más daño provoca es saber que jamás se leerán estos nombres y estas historias en los grandes canales de información internacional, siempre serán víctimas desconocidas. No se conocerá nunca su mísera suerte, el mundo no sabrá nada sobre la tragedia de ellos, que se consumó el 22 de enero pasado en Damasco, cuando un grupo de estudiantes estaba tratando de regresar a sus hogares.

Por esta vez, no quiero concluir con el pedido de rezar por Siria. Más bien les pido que cuenten en voz alta, a todos, la tragedia que se está consumando en el país y que, por uno u otro motivo, a menudo es olvidada por los grandes medios occidentales.

 

* Responsable de la Comunicación en Caritas Siria    

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