10/05/2022, 15.00
PUERTA DE ORIENTE
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El cambio climático arrasa con el patrimonio iraquí

de Dario Salvi

Las tormentas de arena son cada vez más frecuentes y causan víctimas mortales y miles de ingresos en los hospitales. Las reservas de agua se redujeron un 50% desde el año pasado. En 2040, el Tigris y el Éufrates podrían haberse secado. El emblemático caso del lago Sawa. También peligran los restos arqueológicos y las ciudades históricas, desde Ur hasta Babilonia.

 

Milán (AsiaNews) - Irak, que se extiende a lo largo de lo que antes se conocía como la Mesopotamia o la media luna fértil, una tierra regada por el Tigris y el Éufrates y rica en recursos, es hoy un espejo emblemático de la crisis provocada por el cambio climático. Desde el aumento de las temperaturas hasta el agotamiento de las reservas, sumado a las tormentas de arena cada vez más frecuentes -que también implican una emergencia sanitaria-, los problemas se acumulan con creciente intensidad.

En pocas semanas, se registraron miles de hospitalizaciones y al menos una víctima por las ráfagas de polvo y arena que cubrieron como un manto la capital y otras zonas del país, con  repercusiones en el transporte y repetidos cierres del aeropuerto internacional de Bagdad. Según los meteorólogos y expertos, el fenómeno ha tenido un incremento nunca registrado hasta ahora y seguirá aumentando en el futuro próximo debido a la sequía, la desertificación y la disminución de las precipitaciones, que en este momento han alcanzado el mínimo histórico. Ya en 2016, los expertos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) habían previsto hasta 300 eventos anuales relacionados con el polvo y las tormentas de arena.

La emergencia está afectando no solo a Bagdad sin también a seis de las 18 provincias del país, especialmente Al Anbar y a la ciudad santa de Nayaf. Esta última, al igual que la capital, quedó cubierta por un fantasmal manto de nubes anaranjadas que oscurecieron el cielo durante mucho tiempo. El portavoz del Ministerio de Salud iraquí, Seif al-Badr, habló de más de 5.000 pedidos de ayuda. Hay cerca de 700 personas rescatadas en la provincia de Al Anbar, más de 300 en la provincia central de Salaheddin y al menos un centenar entre Diwaniya y Nayaf.

Rico en petróleo, pese a que puede contar con los dos grandes ríos de Medio Oriente, Irak es uno de los cinco países del mundo más vulnerables al cambio climático y la desertificación, que suponen una grave amenaza para los cultivos y la seguridad alimentaria. Según los expertos, el peligro de una "catástrofe social y económica" es real. Además, un informe del Banco Mundial del mes de noviembre del año pasado habla de una caída de más del 20% de los recursos hídricos para 2050, con consecuencias devastadoras para los 41 millones de habitantes.

La crisis hídrica

"Las reservas de agua se encuentran en un nivel mucho más bajo que el año pasado, con una caída de alrededor del 50% debido a las escasas precipitaciones y al caudal que llega de las naciones vecinas". Las palabras del asesor del Ministerio de Recursos Hídricos, Aoun Diab, a Afp son algo más que una señal de alarma en un momento de "sucesivos años de sequía: 2020, 2021, 2022". El nivel de las aguas del Tigris y el Éufrates -ríos que comparten Irak, Siria y Turquía- han descendido considerablemente en los últimos años y, si no se toman medidas, el Ministerio de Recursos Hídricos advierte que ambos se habrán secado en 2040. Otro motivo de preocupación es "la contaminación del agua relacionada con el sistema de alcantarillado, las fábricas y los talleres, e incluso los residuos hospitalarios", cuya gestión es crítica según el portavoz del Ministerio Ali Radi. También está la actividad de otros países de la regón, como Irán. El año pasado, el ministro Mahdi Rashid al-Hamdani acusó a ese país de cavar túneles e intentar alterar el curso de las aguas. Actualmente se está estudiando una demanda contra Teherán en la Corte Internacional de Justicia.

Entre tanto, el gobierno estudia un plan para reducir en un 50% los cultivos de invierno en las zonas de regadío. Por otra parte están las consecuencias de las guerras libradas a lo largo de los años, la mala gestión de los recursos y la corrupción. Todos estos elementos, de diversas maneras, han contribuido a agravar la situación, de modo que hoy se necesitan inversiones de miles de millones de euros para responder a la emergencia. Según el Banco Mundial, "el estado actual de las infraestructuras ha llevado" a un aumento de la salinidad que hoy "afecta a cerca del 60% de las tierras cultivadas" con una "reducción del 30-60% del rendimiento". El actual estancamiento político tiene bloqueado el presupuesto para el año en curso; además hay una normativa insuficiente sobre la contaminación, una mala gestión de los recursos existentes y métodos agrícolas ineficientes.

El lago Sawa

La cuenca es única en Irak y se caracteriza por un valor de salinidad especial, el más alto del país. Situada cerca del río Éufrates, a poco más de 20 km al oeste de la ciudad de al-Saramawa, no tiene afluentes ni efluentes, sino que recibe el agua del río a través de un estructurado sistema de grietas articuladas que canalizan el agua hacia los acuíferos situados debajo. En el pasado, el nivel variaba entre las estaciones secas y húmedas, pero nunca se había secado del todo gracias al delicado equilibrio entre alimentación y evaporación. Sin embargo, la situación ha cambiado drásticamente este año, haciendo que desaparezca casi por completo. Hoy, en una superficie arenosa cubierta de sal sólo queda un mísero estanque donde nadan minúsculos peces, gracias a un manantial que conecta lo que queda del lago con una capa freática subterránea.

En su momento tenía más de cinco kilómetros de ancho, pero en 2014 comenzó un proceso que lo fue secando debido al "cambio climático y al aumento de las temperaturas", como explica Youssef Jabbar, jefe del departamento de medio ambiente de la provincia de Muthana. Los hoteles e instalaciones turísticas abandonados se remontan a la década de 1990, cuando el espejo de agua estaba rodeada de playas de arena y era un lugar popular para que los recién casados y las familias se bañaran o hicieran un picnic. Hoy solo quedan botellas vacías y bolsas de plástico que se agitan entre los arbustos resecos por el sol. “Este año, por primera vez - confirma el ecologista Husam Subhi -el lago ha desaparecido". Más de 1.000 pozos ilegales excavados para sostener la agricultura de la zona también han contribuido al desastre. El lago Sawa no es el único lago de Irak que se enfrenta a los peligros de la sequía y el cambio climático. Las redes sociales están llenas de imágenes de tierras áridas o cruzadas por grietas debidas a la sequía, desde las marismas de Howiza, en el sur, patrimonio mundial de la UNESCO, hasta el lago Milh, en la provincia central de Karbala.

Migración y patrimonio cultural

La crisis hídrica es una de las causas de la migración interna porque los agricultores y pastores se ven obligados a abandonar las tierras y los cursos de agua que ya no pueden sostener los cultivos y el ganado. La Organización Internacional para las Migraciones calcula que, solo en 2019, más de 20.000 iraquíes abandonaron sus hogares y sus tierras por falta de agua potable. La crisis de las reservas repercute en los sectores agrícola y petrolero, supone la compra de bienes en el exterior y afecta a la economía interna con el aumento de los precios y de la inflación.

Si no se producen cambios significativos, el PIB de Irak podría caer un 4% según el Banco Mundial. Por último, las tormentas de arena, la falta de agua y el aumento de la salinidad corren el riesgo de causar graves daños al patrimonio cultural, afectando también a los restos arqueológicos, monumentos y antigüedades. Desde Ur de los Caldeos hasta la legendaria Babilonia, explica Augusta McMahon, profesora de arqueología mesopotámica de la Universidad de Cambridge, su pérdida "provocará lagunas en nuestro conocimiento de la evolución humana, el desarrollo de las primeras ciudades, la gestión de los imperios y los cambios dinámicos en el panorama político de la era islámica".

La sal en el suelo puede ayudar a los arqueólogos en algunas circunstancias, pero el mismo mineral también puede ser devastador y destruir el patrimonio. Por otro lado, el aumento del nivel del mar podría llevar a que una gran parte del sur quede sumergida en menos de 30 años. “Imaginen", señala el geo-arqueólogo Jaafar Jotheri, profesor de la Universidad al-Qadisiyah, "que dentro de 10 años la mayoría de nuestros yacimientos arqueológicos podrían quedar cubiertos por un manto de agua salada". El peligro ya es real en Babilonia, patrimonio de la Unesco, donde una capa de sal cubre ladrillos de barro de 2.600 años de antigüedad. En el templo de Ishtar, la diosa sumeria del amor y la guerra, los muros se están erosionando.

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