Gaza: Líbano rehén de Hezbolá. Temor a una "gran guerra" entre los cristianos del sur

de Fady Noun

Los pueblos de Rmeich, Aïn Ebel y Debel recibieron la visita sorpresa del nuncio apostólico, monseñor Paolo Borgia. Se trata de una zona de guerra, expuesta al intercambio de golpes entre el movimiento proiraní y el Estado judío. Los campesinos abandonaron parte de los campos alcanzados por los proyectiles de fósforo (prohibidos) israelíes. La ONG Solidarity proporcionó 1.350 paquetes de alimentos.

Beirut (AsiaNews) - Aislados del mundo, rodeados desde el comienzo de la guerra en Gaza por la potencia de fuego del ejército israelí, empeñado en repeler la infiltración de Hezbolá y de los comandos palestinos de las brigadas al-Qassam, que forman parte de Hamás: ésta es la difícil situación de los habitantes que han quedado atrás en la pequeña ciudad de Rmeich (unos 10.000 habitantes) y en los dos pueblos vecinos de Aïn Ebel y Debl, situados al borde de la frontera entre el Líbano e Israel. Por eso ha sorprendido tanto la visita del Nuncio Apostólico, monseñor Paolo Borgia, en los últimos días.

El diplomático vaticano llegó a Rmeich con un convoy de la ONG libanesa Solidarity, dirigida por el empresario Charles Hajje, que también es presidente de la Fundación Maronitas en el Mundo, institución del Patriarcado Maronita. Acogido en el ayuntamiento, el nuncio transmitió a sus invitados la bendición y la solicitud del Papa Francisco y del Secretario de Estado Card. Pietro Parolin, que le autorizaron excepcionalmente a visitar esta zona de guerra.

En efecto, la ciudad está situada en una zona de guerra. "Por lo que a nosotros respecta, el conflicto que el primer ministro Nagib Mikati trata de evitar visitando las capitales árabes, en realidad ya está allí y presente", afirma Milad Alam, presidente del municipio de Rmeich. A continuación, el funcionario agradeció al nuncio su visita. Por supuesto, se trata de una guerra contenida, pero 'ya se ha cobrado muchas víctimas, entre ellas un fotógrafo de la agencia Reuters', recuerda.

Sin embargo, aunque limitada, esta guerra, que la inmensa mayoría de los libaneses no desea, empieza a pasar factura a la población fronteriza. Frente a Hezbolá, el Estado libanés ha revelado el alcance de su impotencia. Los municipios se ven privados de sus recursos y la población se siente olvidada por el gobierno central. El ejército libanés no tiene nada que decir en el sur del país de los cedros y la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (Unifil) se ve reducida a apelar a la razón frente a todas las partes.

Al recibir al nuncio, el presidente del municipio de Rmeich fue directo. "¿Qué tiene que ver Gaza con nosotros?", preguntó. Expresó una opinión muy extendida en Líbano, donde la mayoría silenciosa y los partidos representativos, sobre todo de las comunidades cristianas, creen que "Líbano es rehén de Hezbolá".

Regalo de la nunciatura

Expresando la preocupación del Papa por su seguridad y sus repetidos llamados a un alto el fuego en Gaza, el nuncio entregó una donación de dinero a los habitantes de Rmeich. Por su parte, la ONG Solidarity entregó a la población un lote de 1.350 paquetes de alimentos, cuyos ingredientes han sido especialmente seleccionados para que requieran una cocción mínima. "También hemos aumentado las raciones, porque quién sabe cuándo podremos volver aquí", explica el responsable de la carga.

Como él, los residentes restringen sus movimientos para evitar los ataques indiscriminados de la artillería y los drones del ejército israelí. Ayer, el ejército del Estado judío atacó un coche en la carretera de Aïnata, matando a cuatro personas, tres niños y su abuela, e hiriendo a una quinta, la madre. Por la mañana, cuatro socorristas de los scouts de Al-Rissala, pertenecientes al movimiento chií Amal, resultaron heridos en un ataque con drones. Hezbolá, por su parte, también anunció ayer la muerte de dos de sus combatientes, elevando a 60 el número de bajas desde el 8 de octubre, y prometió responder a los bombardeos contra civiles.

El 3 de noviembre, en su primer discurso desde el comienzo del conflicto, el líder del movimiento proiraní, Hasán Nasralá, había atribuido a Estados Unidos "toda la responsabilidad" de la guerra entre Israel y Hamás. También advirtió a Israel de la "estupidez" que representaría o sigue representando un ataque contra Líbano, y añadió que detener la "agresión contra Gaza" evitaría la escalada regional del conflicto. Por último, el líder de Hezbolá aclaró que ni Irán ni su movimiento estaban al corriente de los preparativos del ataque del 7 de octubre.

Para garantizar que se puedan cosechar las aceitunas de los campos expuestos al fuego, los habitantes de Rmeich y sus alrededores tienen que avisar a Unifil, que tiene otras cosas de las que preocuparse", señala Charles Hajje. Añade que después de que algunos olivares fueran bombardeados con proyectiles de fósforo, lo que estaría prohibido, los habitantes se abstuvieron de cosechar nada en determinadas zonas y campos, temiendo los efectos nocivos del fósforo sobre el aceite de oliva.

Mantener abiertas las escuelas

La principal preocupación actual de los habitantes de Rmeich es mantener abiertas las dos escuelas del pueblo. "Si cerramos, todo el pueblo quedará rápidamente abandonado", explica a AsiaNews la hermana Rita Eid, directora de la escuela maronita de la Sagrada Familia, que normalmente escolariza a 700 jóvenes. En la actualidad, dos tercios de las familias se han refugiado con parientes en Beirut. Sólo quedan los que no tienen adónde ir o temen los saqueos. Dos sacerdotes y tres monjes también han permanecido en Rmeich. Se siguen celebrando misas, pero la escuela está cerrada por precaución. Los ecos lejanos de las explosiones han llegado a oídos del nuncio. Ahora forman parte del paisaje.

Rmeich, Aïn Ebel y Debl viven al día, esperando contra toda esperanza que la guerra, la gran guerra, no estalle. Por su parte, gracias a la financiación privada, la Hermana Rita ha puesto en marcha cursos en línea y ha iniciado la enseñanza a distancia para evitar que sus alumnos, rezagados o ausentes, pierdan el año. Ésta es también una de las múltiples caras de la resistencia.