08/11/2021, 12.31
AFGANISTÁN
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Hussain Rezai: 'Mi lucha por las mujeres afganas'

de Alessandra De Poli

El testimonio de un exiliado hazara que creó en Daikundi una fundación en homenaje a su prometida, muerta en un atentado. "Queríamos luchar contra el olvido de la memoria, pero los talibanes destruyeron todo". Ahora se encuentra en Italia y busca la manera de que su hermana pueda estudiar.

 

Milán (AsiaNews) - El asesinato de cuatro mujeres en Mazar-e-Sharif, a las que encontraron muertas en su casa hace pocos días, volvió a centrar la atención en la condición de las mujeres en Afganistán, más allá de la propaganda de los talibanes. Una de ellas, Frozan Safi, era activista y profesora de la universidad. Por lo que se ha podido reconstruir, probablemente fueron engañadas, porque habían recibido llamadas telefónicas diciéndoles que podían salir del país y confiaron en las personas equivocadas.

Esta tragedia pudo filtrarse a través de la pantalla que cubre toda la información, pero se parece demasiado a muchas otras historias que llegan desde Afganistán. "Cuando me fui, tenía la sensación de estar saliendo del infierno, de escapar de la cárcel". Hussain Rezai habla con AsiaNews sosteniendo un cuaderno que tiene escrito "Re-born" en la tapa. Tiene un rostro grande y pacífico y sonríe mientras bebe té de azafrán junto a su hermana Fatima Jaan. "Tengo miedo de que los talibanes hagan una limpieza étnica de mi gente, los hazara".

Hussain forma parte de la comunidad más perseguida de Afganistán. En las últimas semanas han llegado numerosos testimonios de que los hazaras que fueron obligados a abandonar sus aldeas y los talibanes confiscaran sus casas y sus tierras. De las provincias también llegan rumores de ejecuciones extrajudiciales, imposibles de comprobar  porque hoy todos tienen demasiado miedo a las represalias. Ahora que salió de Afganistán, Hussain puede relatar las atrocidades que ha vivido.

Llegó a Perugia a finales de agosto, pero solo consiguió llevar consigo a su hermana. Su madre, sus hermanos y dos sobrinos que cuidaba desde que murió otra hermana quedaron atrás. En Kabul trabajaba en la comisión anticorrupción del gobierno afgano. Cuando los talibanes llegaron a la capital comenzó a ocultarse en casas de amigos porque no sabía si vendrían a buscarlo ni cuándo. "Me puse un viejo peraahan tunbaan, el vestido tradicional afgano para los hombres, me dejé crecer la barba y dejé de lavarme para que no me reconocieran y no parecer un ex funcionario", cuenta a AsiaNews. Un periodista italiano con el que había trabajado en 2012 lo ayudó a escapar. Tenía permiso para dejar salir a sus dos sobrinos, Hadi y Mahdi, pero en los frenéticos días posteriores a mediados de agosto, cuando las fuerzas occidentales intentaban evacuar la mayor cantidad posible de afganos, se perdieron en la multitud y no pudieron ingresar al aeropuerto.

La vida de Hussain ya había quedado trastornada el 24 de julio de 2017, cuando un atentado suicida destruyó un autobús donde viajaban funcionarios del Ministerio de Minas y Petróleo. Murieron 36 personas, entre ellas Najiba Mahab, su prometida. “Había vuelto a Afganistán seis meses antes y estábamos comprando todo lo necesario para celebrar la boda en su aldea, en la provincia de Daykundi”.

Najiba era una joven brillante. Se había graduado en informática en la India y después estuvo en Japón con otra beca para hacer una maestría de dos años. Como no encontraban su cuerpo después del atentado, los amigos de Hussain le propusieron que enterrara un ataúd vacío. Pero él quería algo tangible. Después de varias horas le enviaron la foto de una mano y él reconoció el anillo de compromiso que le había regalado a Najiba. “Fue el día más horrible de mi vida. Tardé dos años en superar el trauma”, sigue diciendo. “Pero incluso si hubiera tomado un arma y hubiera salido a matar un talibán, ¿qué habría cambiado? Ni siquiera sabía quién era el responsable del ataque".

Entonces Hussain puso en marcha la Fundación Najiba en la ciudad de Nili, provincia de Daykundi. Al principio era solo una biblioteca, "porque queríamos luchar contra los talibanes con la educación". Después las actividades de la fundación se expandieron: se construyó un laboratorio de informática alimentado por paneles solares en homenaje a Najiba, luego se formó un equipo de voleibol femenino. "Queríamos vengarnos de los talibanes de forma no violenta, crear muchas pequeñas Najibas y luchar contra el olvido de la memoria, hacer saber a las nuevas generaciones que todo lo que hemos hecho ha sido gracias a la sangre de nuestros seres queridos".

El mes pasado la biblioteca fue destruida, saquearon el laboratorio, las jugadoras de voleibol ya no pueden jugar y se esconden. Después del ataque a la Fundación, Hussain decidió abandonar su país, temiendo que los talibanes vinieran a buscarlo.

Hussain es licenciado en sociología y filosofía y estudió relaciones internacionales. Antes de irse trató de esconder todos los libros que pudieran resultar peligrosos para su familia, los de filosofía y los de inglés. Cuando AsiaNews le preguntó qué quería hacer, dijo que ahora quiere pensar primero en su hermana: "buscarle una beca del gobierno italiano e inscribirla en la universidad". "En cuanto a mí, me gustaría continuar mis estudios, pero una cosa a la vez”. Por el momento, está a salvo en Italia, después se verá. Quizás ese “re-born” de la tapa de su cuaderno, ese enésimo renacimiento, no resulte tan imposible.

 

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