06/03/2022, 02.50
ECCLESIA IN ASIA
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Jerusalén, Patriarca Pizzaballa: Cuaresma de comunión que supere la guerra y la pandemia

de Dario Salvi

Israel ha reabierto sus fronteras y ya se pueden ver los primeros grupos de peregrinos tras dos años de cierres por el Covid-19. El primado latino reflexiona sobre un tiempo en el que "hemos tenido que hacer frente a la fragilidad y la soledad", pero el deseo de "volver a empezar" es fuerte y define "objetivos y perspectivas". La importancia de un "camino sinodal" hecho de "participación y misión".

 

Jerusalén (AsiaNews) - Una imagen de esperanza, en un mundo marcado durante los dos últimos años por el recuento de muertos, los contagios diarios y las restricciones impuestas para combatir la pandemia de Covid-19. Un mundo que hace pocos días ha despertado con un nuevo conflicto a las puertas de Europa, desencadenado por la invasión rusa de Ucrania, que supone el riesgo de convertirse en la Tercera Guerra Mundial con devastadoras armas atómicas. En esta realidad de sombras y miedos, llega una luz de la mano de los primeros grupos de peregrinos que vuelven a animar las calles de la ciudad vieja de Jerusalén y los lugares santos de la tradición cristiana. Del vacío del coronavirus a la oración, en el tiempo de Cuaresma que prepara la Pascua, un tiempo que en el pasado representaba para decenas de miles de fieles la oportunidad de seguir -como peregrinos- las huellas de Jesús.

El renacimiento de la primavera que acaba de comenzar viene acompañado, gracias a la reapertura que ha decidido el gobierno israelí,  por la reanudación de los viajes a los lugares santos. La luz verde se esperaba para Navidad pero la llegada de la variante Omicron obligó a las autoridades a sellar de nuevo las fronteras. Gracias a una campaña de vacunación masiva y a la menor incidencia de hospitalizaciones y víctimas -en proporción al número de casos-, con una relajación de la presión hospitalaria, el gobierno del Estado judío dio por terminada la fase de emergencia y apuesta a volver gradualmente a una (nueva) normalidad . El 1 de marzo se abrió nuevamente el espacio aéreo a los turistas (incluyendo a los no vacunados) de todas las edades, con un hisopado molecular negativo al salir y una nueva prueba negativa al ingresar en el aeropuerto internacional Ben Gurion de Tel Aviv.

Se puede acceder a las principales atracciones turísticas y lugares de culto y ya no hace falta el Green pass (Tav yarok) para ingresar a Israel, uno de los primeros países del mundo en adoptar la polémica medida. Se mantiene la obligación de llevar mascarilla, sobre todo en el transporte público. Sin embargo, la ciudad ha vuelto a la vida y ya se pueden ver los primeros grupos de peregrinos, como ocurrió a finales de febrero cuando el vicario patriarcal emérito Monseñor Giacinto-Boulos Marcuzzo recibió a algunos compatriotas de la diócesis de Treviso (norte de Italia) y a una representación de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén. “Son pequeños grupos -confía el prelado- de 20 o 30 personas como máximo, pero son la señal de una tendencia que podemos definir como positiva. Además, para toda la Cuaresma y la Semana Santa se ha previsto una buena afluencia, que debería seguir aumentando después de Pascua”.

Silencio, fragilidad, soledad

Uno de los eventos más simbólicos y cargados de significado de la primera fase de la pandemia fue la celebración del Domingo de Ramos -casi en solitario- del Patriarca latino de Jerusalén Pierbattista Pizzaballa en la pendiente del Monte de los Olivos. El rito sustituyó la tradicional procesión dentro de las murallas de la ciudad vieja porque el gobierno - de acuerdo con las medidas adoptadas en la mayor parte del mundo - había impuesto un severo confinamiento a la población. Hoy, dos años después, el ambiente ha cambiado y hay expectativa por las celebraciones de Cuaresma; al mismo tiempo aumentan las reservas de grupos de peregrinos, uno de los motores de la economía local sobre todo para la población cristiana.

“Durante dos años - recuerda el patriarca Pizzaballa a AsiaNews - hemos tenido que presenciar el silencio, el cierre casi total de las fronteras, la dramática situación económica de muchas familias de Belén, Jerusalén y otras regiones de Tierra Santa. A diferencia de Occidente - añade - no hemos asistido a un vaciamiento de las iglesias, pero sí hubo fuertes repercusiones en el mundo académico y escolar. Hemos tenido que hacer frente a muchas fragilidades y soledades, sin embargo en los últimos meses también he visto un gran deseo de volver a empezar.

Nosotros también nos preguntamos cómo será el antes y el después de la pandemia, todavía no hay respuestas definitivas pero considero que lo primero que debemos hacer es trabajar. Las consecuencias podremos comprenderlas después, pero ahora lo importante es estar aquí y mantener nuestra presencia”. El objetivo para las próximas semanas es celebrar "una Cuaresma normal" en la medida de lo posible, dejando atrás "los confinamientos y restableciendo todas las actividades normales y habituales de oración y ayuno, que para nosotros es muy importante".

Una comunidad en camino

El patriarca Pizzaballa también anticipa el tema central del mensaje de Pascua, que es seguir recorriendo "un camino sinodal" hecho de "comunión, participación y misión". Creo que esto - explica - es lo más importante después de dos años de restricciones. … Encontrarse y construir la comunidad”. Desde ese punto de vista resultan fundamentales las progresivas aperturas y el regreso de los fieles de todo el mundo. "Las fronteras están abiertas desde el 1 de marzo incluso para los no vacunados - confirma el primado -. Por eso podemos mirar al futuro con un cauto optimismo. Por supuesto, no esperamos cifras récord de inmediato, como las que se registraron en los dos años previos a la pandemia”, pero sí una recuperación y la posibilidad de definir objetivos y perspectivas. Reorganizar la apertura de santuarios y lugares de culto lleva tiempo, pero sabemos que estamos avanzando en esa dirección”.

Sobre la situación de la Iglesia en Tierra Santa, el Patriarca latino señala que “no tenemos las vocaciones de 20 años atrás en términos numéricos, pero todavía hay y provienen de todo el territorio. El perfil también ha cambiado, porque antes eran muy jóvenes mientras que hoy muchas personas ingresan al seminario desde el mundo laboral o universitario. Son vocaciones más maduras, que requieren programas de formación diferentes" en una realidad donde "el componente migrante" sigue siendo una presencia significativa" y capaz de sobrevivir "a pesar de todos los problemas".

Por último, con respecto a las tensiones que siguen caracterizando a la región - que dos años de pandemia no han disminuido sino que han contribuido a exasperar - el patriarca Pizzaballa no quiere ceder al pesimismo: "Oriente Medio y Tierra Santa en particular son una realidad de 'et... et', no de 'aut... aut', y después de la violencia de los últimos meses, con la guerra relámpago en Gaza y zonas en disputa como Sheikh Jarrah en Jerusalén“ nos alegramos por los permisos que el gobierno de Israel ha concedido para la Franja. Necesitamos relaciones, informes, y para Gaza la situación parece haber mejorado en los últimos tiempos. Los cambios no se producen de la noche a la mañana porque no solo requieren pasos legislativos sino también culturales, requieren compromiso y paciencia”, como la “ciudadanía”, que puede ser la base de una “convivencia” pacífica en la región.

 

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