La batalla rusa contra el «satanismo occidental»
La fiscalía general ha conseguido la prohibición de un «movimiento internacional» en el que, en realidad, las autoridades locales agrupan desde ecologistas hasta Pokemon, todos ellos rostros de «conspiraciones organizadas para debilitar el espíritu patriótico de los jóvenes». La antropóloga Arkhipova: se trata de una nueva «ideología milenarista», según la cual solo los «verdaderos rusos» se salvarán.
Moscú (AsiaNews) - La Fiscalía General de Rusia ha conseguido que el tribunal prohíba el «movimiento internacional del satanismo», contra el que había intervenido en varias ocasiones el patriarca de Moscú Kirill (Gundjaev), advirtiendo que los «satanistas occidentales» están arruinando a la juventud rusa. A esta preocupación se sumó también la Duma de Moscú, donde el diputado y ex actor Nikolaj Burlaev transmitió a sus colegas diputados el temor de que el satanismo «es aún peor que el movimiento LGBT», y que era necesario redactar lo antes posible una ley contra esta terrible amenaza.
La antropóloga Aleksandra Arkhipova, autora del canal de Telegram «Antropología (no) divertida», intenta explicar esta decisión. Recuerda el pánico que se extendió en 2016 a raíz de un artículo en Novaya Evropa que hablaba de las «ballenas azules», un movimiento promotor de una gran campaña vegetariana, que dio lugar a un debate bastante surrealista en la sociedad rusa. Como consecuencia de estas discusiones, se aprobó una nueva ley que condenaba no solo la «incitación al suicidio», sino también las «tendencias suicidas», acusando de ello a una «conspiración de instigadores», evidentemente organizada desde el extranjero, para llevar a la autodestrucción el alma de los rusos.
La idea de una conspiración externa para arruinar a los rusos en lo más íntimo fue retomada con mucho fervor por los órganos legislativos rusos, que condenaron cualquier mensaje difundido en la red que pudiera crear las condiciones para «actividades extremistas». Se identificó el «movimiento Columbine», que recordaba la masacre del Colegio Columbine en Colorado en 1999, cuando dos estudiantes exterminaron a 24 personas, entre estudiantes y personal escolar. A este se le asoció el «movimiento LGBT» y el movimiento Child-free contra el nacimiento de hijos, todas ellas instancias genéricas que en Rusia se consideraron proyectos organizados por fuerzas oscuras, con la intención de devastar los espíritus en Occidente y en todo el mundo, y sobre todo en Rusia.
Así se llegó a unificar estas grandes conspiraciones en el «movimiento satanista», con la intención de «matar a los niños» con la justificación de causas ecologistas, naturalistas y de género, incluidos los organizadores de los «juegos de Pokémon» y los «Quadroberi» que se disfrazan de animales. A estas amenazas se han sumado también todos los sitios de acrobacias y juegos temerarios propuestos a los jóvenes, como el de «Corre o muere», que propone cruzar las calles entre los coches en marcha y otros similares. Locuras juveniles extremas, que lamentablemente siempre han existido, y que hoy en día se multiplican también gracias a la guerra en curso, que según Arkhipova «desarrolla en Rusia una idea de fortaleza sitiada, por lo que hay que movilizarse y buscar al enemigo interno y externo».
La antropóloga cree que se está extendiendo en Rusia una nueva «ideología milenarista», arraigada en las tendencias apocalípticas típicas del alma rusa, que exalta la perspectiva de una destrucción global en la que solo se salvan aquellos que defienden los valores auténticos, y los demás están destinados a desaparecer. Este paradigma es bastante evidente en las expresiones del presidente Putin, que repite a menudo que «en la guerra nuclear todos serán aniquilados, pero solo nosotros iremos al paraíso», y en las del jefe de contraespionaje Sergei Naryshkin, según el cual «aquí en Rusia todo es normal, mientras que en Occidente ahora solo viven los biomekhanoidy», seres transformados en autómatas.
De ahí la obsesión generalizada en Rusia por la necesidad de «salvar a nuestros hijos», empezando por los deportados a Rusia desde Ucrania y, a ser posible, atrayéndolos desde otros países. La educación en los «valores tradicionales» y el «espíritu patriótico» debe comenzar necesariamente en los años de la escuela infantil, como reiteran varias medidas recientes del Gobierno y de la Duma, y es necesario limitar lo antes posible el acceso a las fuentes de información digitales, como en el proyecto de sustitución del servicio de mensajería WhatsApp por el nacional Max. El Estado ruso es «patriarcal», comenta Arkhipova, no tanto en el sentido de las relaciones entre hombres y mujeres, sino en la concepción de un «Estado-familia», en el que el zar se dirige a sus súbditos como a los hijos de una familia numerosa, víctimas del «satanismo mundial».
17/08/2018 10:25
25/02/2022 10:58
20/04/2017 12:29
09/09/2017 13:15