La comunidad católica vietnamita de Seúl celebra su 20º aniversario

Fundada entre los que llegaban para trabajar en las fábricas, hoy se ocupa también de los numerosos estudiantes vietnamitas -muchas veces no creyentes- que asisten a las universidades coreanas. Monseñor Chung en la misa de aniversario: "Llevo en mi corazón la gran fe que he visto en su país. Como los discípulos del Resucitado, ustedes dan testimonio del Evangelio a pesar de las dificultades".

Seúl (AsiaNews) - La comunidad católica vietnamita de la arquidiócesis de Seúl celebró el 23 de abril el 20º aniversario de su fundación con una misa presidida por el arzobispo Peter Chung Soon-Taick en el Centro Pastoral del Trabajo de la arquidiócesis.

Monseñor Chung, que también preside el Comité de la Iglesia católica coreana para los migrantes, expresó su gratitud a los numerosos sacerdotes y laicos católicos que han hecho posible el desarrollo de esta comunidad, que hoy es una de las más significativas de Seúl. Comenzó en abril de 2003 de la mano del padre salesiano Pham Thanh Bin, que empezó a celebrar la misa dominical en el Centro Pastoral del Trabajo, y actualmente está compuesta por seis comunidades locales.

"Comenzó como un pequeño grupo de trabajadores de las fábricas y mujeres que llegaron a Corea por matrimonio” explicó el padre Yoo Sang Hyeok, director del Comité para la pastoral de migrantes de la arquidiócesis de Seúl. “Hoy en día, la comunidad católica vietnamita cuenta con el mayor número de fieles entre las comunidades étnicas de la arquidiócesis. Sólo en la comunidad vietnamita de Seúl, tenemos entre 500 y 600 personas que participan en la misa dominical, y la realidad es que necesitamos espacio para ellos". También ha cambiado el perfil de quienes llegan hoy a Corea del Sur desde Vietnam: "Ahora son más estudiantes que trabajadores migrantes", prosigue el p. Yoo, y entre ellos "hay muchos más no creyentes".

Nguyen Chi Hung, un estudiante de ingeniería informática de 27 años que asistió a la misa con el arzobispo, dijo que se unió a la comunidad vietnamita "con el deseo de ir a la casa del Señor" y que la comunidad le ayudó a establecerse en Corea. Dijo que le gustaría seguir viviendo en Seúl después de graduarse: "Quiero acercarme a más coreanos en el futuro y conocerlos bien".

En su homilía, mons. Chung recordó una visita que había hecho a Vietnam en el pasado como sacerdote de la Orden Carmelita. "Hacia las cinco de la mañana", contó, "vi a fieles de diferentes barrios que acudían a la gran iglesia del convento carmelita para asistir a misa, cantando himnos y rezando de todo corazón. Fue una escena que me conmovió profundamente y que aún guardo en mi corazón".

"Vivir en un país extranjero desconocido, lejos de la familia y del hogar, es una tarea difícil que exige grandes sacrificios", añadió, "y todos ustedes soportan diversas adversidades a causa del trabajo o de los estudios. La resurrección de Jesús es un acontecimiento que da fuerza, gracia y bendiciones a todos los que pasamos por momentos difíciles. Y al igual que los discípulos fueron enviados a diversas partes del mundo después de la resurrección de Jesucristo, también ustedes se sacrifican y soportan dificultades por sus queridas familias y su futuro, ofreciendo el amor de Jesús. Traten de vivir con determinación como apóstoles que practican el Evangelio".

Además de la comunidad vietnamita, el Centro Arquidiocesano de Seúl atiende también a comunidades de inmigrantes de Filipinas, Sudamérica, Mongolia, Tailandia, China e Indonesia. "Quiero que todos recordemos", comentó el p. Yoo, "que antes de ser migrantes, son personas amadas por Dios. La diferencia de estilos de vida en las distintas culturas puede dar lugar a conflictos. Pero si respetamos sus culturas y compartimos la nuestra con ellos, nuestra sociedad se integrará de forma natural'.