30/12/2025, 13.41
NEPAL
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La misión de la Hna. Cecilia: ‘Hacerse próximo’ en los remotos valles de Nepal

de Giacomo D’Alessandro

La religiosa es la primera mujer que dirige Cáritas Nepal. Cuenta a AsiaNews sobre el trabajo social y misionero en un país asolado por deslizamientos de tierra, inundaciones y terremotos, donde se vive para la subsistencia en lugares inaccesibles, entre la selva tropical y el Himalaya. En los grupos y cooperativas rurales, el 60-70% de los participantes son mujeres.

Katmandú - “Soy religiosa de una congregación que nació para ofrecer educación y autonomía a los esclavos. En la India había trabajado en la emergencia de los niños que son víctimas del trabajo infantil, por eso hacerme cargo aquí de la misión de Caritas Nepal fue muy estimulante, me siento muy identificada, a pesar de las resistencias culturales al liderazgo femenino”. La Hna. Cecilia Durga Shrestha, la primera mujer que dirige una entidad tan importante en Nepal, no se esconde detrás de las palabras. El país, de mayoría hinduista y el resto budista, prohíbe el proselitismo de otras entidades religiosas, pero el gobierno colabora estrechamente con Cáritas Nepal porque es una de las realidades más confiables y organizadas para responder a las emergencias sociales y ambientales.

“Hemos elegido - continúa la Hna. Cecilia - cuatro campos de acción: sostenibilidad y cambio climático, derechos humanos y empoderamiento, reducción del riesgo y resiliencia de las comunidades y ayuda humanitaria y asistencia. Lo que más me gusta es trabajar sobre el terreno. Para nosotros, la palabra ‘compasión’ se traduce como acción, y cuando entramos en casa de las personas que más sufren, se quedan asombradas de que nos sintamos tan motivados por estar allí con ellas”.

En un país con una administración altamente descentralizada, donde las vías de comunicación son pocas y lentas, Cáritas opera a través de unos 150 empleados repartidos en las realidades locales y en las provincias más remotas. Estas personas tienen la capacidad de reconocer las necesidades y situaciones críticas, e imaginar soluciones de desarrollo a largo plazo. A menudo parten de cosas realmente pequeñas, pero que son fundamentales en una civilización rural. Por ejemplo, Radha, una mujer de Baghmati (Lalitpur), pudo asistir a un curso sobre hortalizas de invierno y ahora cultiva siete de ellas para cubrir las necesidades de toda su familia. O Janu, una mujer de Khatyad, a la que entregaron dos conejos y ahora tiene un pequeño criadero. Purna Singh, una campesina de Nawalparasi, recibió capacitación sobre la preparación de pesticidas naturales, y ya no necesita pagar costosos pesticidas químicos. “El hecho de que la mayoría de nosotros seamos hindúes, no católicos, facilita la relación de confianza con las comunidades locales: ven que trabajamos juntos independientemente de la religión o la casta. Aunque los problemas relacionados con las discriminaciones entre castas están lejos de haber quedado superados, incluso entre nosotros mismos...”

Alrededor de la mesa, en la acogedora y soleada sede de Cáritas en Katmandú, hay un pequeño y experimentado equipo de referentes - hombres y mujeres - de todas las áreas de trabajo. Ellos cuentan detalladamente el tipo de situaciones que están afrontando y las estrategias que han aprendido a utilizar desde 1991 para optimizar los limitados recursos disponibles. “Podemos decir que hemos respondido a más de 1000 desastres en pequeña y gran escala: terremotos, incendios, rayos, inundaciones comunes, pero también grandes catástrofes sísmicas, como la de 2015, cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo”.

Lo compruebo personalmente al día siguiente en un recorrido por la zona de Balthali, a pocas horas de la capital, donde me envían junto con Ramesh. Nos desplazamos en jeep, en moto o incluso a pie entre aldeas conectadas por estrechos senderos en la selva, y puedo ver con mis propios ojos que la ayuda a las familias y a las comunidades ha pasado, año tras año, a través de pequeñas pero fundamentales oportunidades: una formación para mejorar las competencias agrícolas y aumentar el excedente; un par de cabras para poner en marcha un pequeño criadero y tener leche a diario; una escuela que funciona como punto de referencia para una zona desatendida e aislada; el material para reconstruir una cabaña después de un terremoto; una cisterna para recoger el agua potable que, si bien es abundante en la selva, es difícil de acumular en las cantidades necesarias para una aldea entera, especialmente en la estación seca.

“Dedicamos mucha energía a la formación y capacitación de los que deben llevar adelante los proyectos, incluso sin que nosotros estemos presentes. Por ejemplo, en los grupos de las aldeas y en las escuelas desarrollamos competencias para afrontar catástrofes, como obtener información, estar preparados y elaborar planes de supervivencia y de resiliencia para estas situaciones tan frecuentes en nuestro país”.

En los grupos y cooperativas rurales el 60-70% de los participantes son mujeres, y esto remite a otra cuestión importante, el empoderamiento femenino en un país donde la cultura patriarcal todavía es muy fuerte y difundida, y la práctica de los matrimonios infantiles es difícil de frenar a tiempo. “Una de nuestras prioridades es distribuir, en las situaciones de emergencia, un kit especial pensado para las mujeres: material para la higiene menstrual, nutrientes específicos para las madres lactantes o embarazadas… Tenemos algunas organizaciones, dirigidas por grupos de mujeres, en las que reforzamos las capacidades para defender sus derechos, para pedir fondos al gobierno y a los entes locales, para poner en marcha emprendimientos autónomos o cooperativas agrícolas”.

En las conversaciones, la planificación se entrelaza continuamente con la situación actual de Nepal, que en septiembre de 2025 vivió una “revuelta histórica” liderada por movimientos juveniles GenZ, que consiguieron derrocar al gobierno, nombrar a una primera ministra de transición (la primera mujer premier, Sushila Karki) y que se empiecen a preparar nuevas elecciones democráticas para marzo de 2026. Las reivindicaciones que dieron lugar a esta revolución parecen ampliamente compartidas (aunque condenan sus derivas violentas), porque corresponden a la vida cotidiana y a las desigualdades que resultan tan evidentes al recorrer el país, como el fuerte aislamiento y la fragmentación social, la falta de acceso a la atención de la salud, a la escuela y a la educación universitaria, y la ausencia de obras públicas de gran envergadura para reducir el riesgo de las calamidades ambientales.

Tuve una prueba de ello cuando visitamos las aldeas de Thimàl, a cinco horas por caminos de tierra desde Katmandú, alojados por familias Tamang que con la ayuda de algunas asociaciones europeas están intentando mejorar por sí mismas los servicios disponibles (una clínica, la escuela, un acueducto). Pero también han reactivado la cadena del “mala”, las valiosísimas cuentas que se compran a precio de oro en todo el mundo para hacer las pulseras y collares sagrados del budismo. En esta comunidad son evidentes las contradicciones en las que se debate hoy el país: la despoblación de jóvenes que confluyen masivamente en la capital para estudiar o emigran para trabajar a los países árabes; el persistente aislamiento de comunidades indígenas que todavía conservan rituales, ecosistemas y medicina tradicional; la fragilidad de un territorio que oscila entre la subsistencia rural ancestral y las nuevas oportunidades que ofrecen el turismo de excursión o los estudios universitarios.

Nepal tiene hambre de maduración social, de mejorar las condiciones de subsistencia y de educación de las nuevas generaciones, y las realidades como Cáritas Nepal, que desde hace más de 30 años trabajan en estos temas, se encuentran hoy más que nunca en el lugar apropiado para continuar su compromiso, buscando apoyo en las comunidades y en las administraciones, pero también en la financiación externa. No obstante, son conscientes de los riesgos para un pueblo que aspira al cambio sin contar con suficientes herramientas culturales, y que podría engañarse creyendo que puede imponer los derechos de la mayoría por encima de los intereses de unos pocos, en un mundo cada vez más dominado por oligarquías dispuestas a todo en las disputas por los nuevos desafíos globales.

 

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