12/07/2025, 14.02
MUNDO RUSO
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La unión de los pueblos y las religiones de Rusia

de Stefano Caprio

Releyendo la historia y la realidad rusa pasada y presente, el patriarca Kirill condena a quienes "hacen llamamientos en defensa de la pureza del Islam o de la Ortodoxia", porque "podemos tener diferentes culturas y tradiciones, pero somos un solo pueblo". Mientras tanto, en el barrio moscovita de Kommunalka, se presenta un centro multirreligioso donde se construirán una iglesia ortodoxa, una sinagoga, una mezquita y un templo budista en un espacio compartido.

En los últimos meses han surgido en Rusia tensiones de índole étnica y también religiosa, sumado al creciente activismo de los nacionalistas de la "Comunidad Rusa" que organizan acciones contra los migrantes internos de las zonas del Cáucaso y los provenientes de Asia Central, con tonos extremistas a nivel ideológico filonazi y expresiones de "Ortodoxia radical" a nivel religioso, apoyados por las fuerzas del orden y bendecidos por las comunidades monásticas ortodoxas más radicalizadas. Otra fuente de gran preocupación es la controversia religiosa intraortodoxa entre las diversas jurisdicciones de las iglesias en Ucrania, donde las autoridades civiles presionan cada vez más a la Iglesia pro-Moscú UPZ. En los últimos días se le ha revocado la ciudadanía ucraniana al metropolitano de Kiev, Onufryj (Berezovski), porque se considera que es incompatible con su ciudadanía rusa original. Otros obispos y sacerdotes de la Iglesia UPZ ahora corren el riesgo de ser objeto de la misma medida restrictiva, lo que podría llevar a la expulsión del clero ruso de Ucrania.

El patriarca de Moscú Kirill (Gundyaev) ha intentado responder a estos y otros desafíos durante una discurso que pronunció en la catedral de Cristo Salvador, junto al Kremlin, ante los miembros de la Comisión para el diálogo interreligioso - un organismo creado directamente por la presidencia de Rusia - en el que subrayó la importancia del diálogo multiétnico y multirreligioso como característica principal de la vida de la sociedad rusa. Afirmó que "nosotros tenemos la fortuna de pertenecer a diversas comunidades étnicas y religiosas, podemos tener diferentes culturas y tradiciones, pero somos un único pueblo", lo que se resume en la característica sobornost, la "comunión universal" del mundo ruso.

Kirill asegura que este tipo de unidad "es un fenómeno muy raro en la historia de la civilización humana", una prerrogativa eminentemente rusa. Recordando los antiguos imperios, "desde el romano hasta el soviético", el patriarca observa que en estos sistemas los pueblos vivían efectivamente juntos, "pero la mayoría de las veces esta unidad, especialmente en las fases de agregación, se basaba solo en la fuerza". La fuerza de la etnia principal, del centro político de la capital, Roma, Constantinopla y las posteriores, eran "factores estatales que imponían la unificación", como ocurrió también en la época soviética, donde prevaleció el factor ideológico, aunque en opinión del líder ortodoxo "esta ideología era bastante equilibrada y ofrecía una perspectiva de política nacional sin discriminaciones por factores étnicos". Esto permitía consolidar las relaciones entre las personas, pero "ahora la Unión Soviética ya no existe, independientemente de  nuestra reacción a esto, y sin embargo nuestra unión se ha conservado".

Con estas expresiones, el patriarca resume eficazmente la evolución de la historia rusa en las últimas décadas, recuperando la continuidad entre el imperio soviético "ateo" y el imperio ruso "ortodoxo" de Kirill-Putin. Al igual que el presidente Vladimir Putin, el patriarca Kirill (también Vladimir de nacimiento) creció durante la restauración estalinista bajo la secretaría de Leonid Brézhnev, quien "reparó los daños" del deshielo de Jruschov, en el que se había condenado el "culto a la personalidad" del líder supremo y se había abierto una ventana al "desorden occidental". No es casualidad que en el último congreso de los comunistas rusos del KPRF, hace pocos días, la denuncia de Nikita Jruschov en el XX Congreso del PCUS contra Stalin, en 1956, haya sido declarada "un error de juicio", cerrando el círculo también a nivel histórico-ideológico.

Sin embargo, el patriarca insiste en la dimensión más "profunda y espiritual" de esta continuidad entre comunismo y comunión, afirmando que "los factores políticos, geopolíticos e ideológicos, en los que estaba fundada la unión absolutamente excepcional de nuestro pueblo multiétnico, hoy han desaparecido, pero nosotros seguimos juntos". Por lo tanto, la superioridad de la inspiración religiosa es lo que hace único al pueblo ruso, no las dimensiones sociopolíticas o ideológicas, sino "la sabiduría popular que se ha forjado en la experiencia histórica, que nos permite custodiar una unidad que no es solo en las palabras o las declaraciones, sino en la realidad vivida".

Según la narrativa patriarcal, "la fe en un único Dios ha sido siempre el fundamento espiritual de la vida de nuestro país multiétnico", de modo que todas las verdades profesadas por los rusos, "la fraternidad, la colaboración, la ayuda mutua, el respeto de todos" no se quedan sólo en declaraciones formales o términos vacíos en la retórica cotidiana, sino que son "expresiones de una mentalidad arraigada en las personas, que provienen de lo profundo del corazón". Kirill se proclama profundamente convencido de que "no solo el diálogo, sino la simple convivencia diaria y la cooperación entre ortodoxos y musulmanes" en Rusia, que "por gracia de Dios no se ve oscurecida por ningún tipo de conflicto", es una de las fuerzas unificadoras de las "personas creyentes" y de la solidaridad de todo el pueblo multiétnico. El Islam ruso es una herencia del yugo tártaro-mongol, con la conversión de los kanatos de la Horda de Oro a la religión musulmana a finales del siglo XIV, poco antes del "renacimiento de la Santa Rusia" precisamente en las batallas contra los invasores que habían dominado el país durante un par de siglos, y que fueron luego integrados por los zares victoriosos.

 

Con estas reinterpretaciones de la historia y de la realidad rusa pasada y presente, el patriarca reivindica el papel determinante de la Iglesia en la fundación del Estado ruso y exhorta a los líderes religiosos a "no poner obstáculos al proceso de consolidación", recordando que "existen fuerzas de todos los bandos que se oponen al desarrollo de estas relaciones". Condena a los que "lanzan llamamientos en defensa de lo que consideran la pureza del Islam o de la Ortodoxia", olvidando que las buenas relaciones entre las confesiones tradicionales de Rusia son "logros de nuestros teólogos y ministros de culto, basados en el progreso real de la historia de nuestra patria multiétnica, en esa comunión que se ha forjado en la experiencia de las personas, no en las cátedras de las universidades, las academias teológicas o algún círculo intelectual", atendiendo a las objeciones provenientes de diversos sectores del mundo académico ruso.

En esta interpretación, "los ortodoxos y los musulmanes luchan codo a codo por nuestra Patria, y podemos enumerar muchísimos ejemplos de aquellos que, en la diversidad de la fe, están unidos en el propósito de hacer crecer nuestro gran país, y esta cooperación debe continuar ante todo entre ortodoxos y musulmanes, las principales religiones monoteístas", bendiciendo de hecho la comparación de la Ortodoxia militante con el Islam alineado en defensa de las leyes sagradas. Las otras religiones tradicionales, según la ley rusa, son el budismo, difundido sobre todo entre los herederos de las etnias tártaro-mongolas, y el judaísmo, presente en las zonas caucásicas desde la antigua Rus' de Kiev, y que luego se difundió en la Rusia del siglo XIX a raíz de las peregrinaciones provenientes de diversos países de Europa.

Las tesis patriarcales fueron respaldadas por el Gran Rabino de Rusia, Berl Lazar (nacido en Milán, educado en Estados Unidos y ruso "por adopción" desde hace más de treinta años), quien confirmó que "los rusos tenemos un único Padre que nos une" en el discurso que pronunció  en la presentación de un centro multirreligioso en el barrio moscovita de Kommunalka, donde se construirán una iglesia ortodoxa, una sinagoga, una mezquita y un templo budista en un espacio común. Felicitó por su colaboración a los líderes de las religiones tradicionales rusas a todos los niveles federales y regionales, y recordó su reciente visita a la ciudad de Derbent, en el punto más meridional de toda la Federación Rusa a orillas del mar Caspio, donde también se está abriendo un complejo que representa la Ortodoxia, el Islam y el Judaísmo con lugares de culto, salas de museo y una biblioteca, totalmente financiado por el empresario y oligarca Suleyman Kerimov, senador ultraputinista por la república de Daguestán, sometido a todo tipo de sanciones internacionales. El rabino lo ha elogiado por su comprensión de "cuán importante es que las religiones rusas tradicionales no se limiten a vivir una al lado de la otra, sino que muestran la capacidad de colaborar y encontrar puntos en común, para demostrar que lo que nos une es mucho más que lo que nos divide", circunstancia especialmente necesaria en las zonas del Cáucaso septentrional, donde las "religiones abrahámicas" están en guerra desde hace más de mil años.

Lazar reconoce, en efecto, que "no todo es fácil entre nosotros", ya que muchos ministros de culto "de nivel medio y bajo" a menudo se dejan influir por movimientos extremistas, que reavivan los conflictos interétnicos e interreligiosos, pero según el gran rabino "son expresiones marginales dentro de sus propias comunidades", sin insistir en los pogromos antisemitas de los últimos años precisamente en las zonas caucásicas, sino, por el contrario, en la necesidad de "luchar juntos contra estas provocaciones". A la pregunta de en qué medida es posible conservar las relaciones amistosas entre las diversas confesiones en tiempos de continuos conflictos interreligiosos a nivel internacional, la respuesta de Lazar es típicamente rabínica: "Es una prueba de nuestra relación con lo eterno, y debemos mantener un enfoque equilibrado, recordando que el mandamiento de amar al prójimo vale para todas las religiones… Sería demasiado fácil amar solamente a aquellos con quienes nos llevamos bien". Rusia está formada por aquellos que aman incluso a quienes nunca querrían someterse a su asfixiante "comunión universal".

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