18/12/2025, 11.39
LINTERNAS ROJAS
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La «larga marcha» del patrimonio cultural en China

de Silvia Torriti

En apenas 40 años desde su adhesión a la UNESCO, la República Popular ya ocupa el primer lugar en número de «patrimonios culturales inmateriales» y cuenta con 60 sitios reconocidos. En todo el país se abren cada año cientos de nuevos museos y, solo en 2024, se han contratado 179.000 nuevos operadores. La «confianza en la cultura» china es uno de los ejes del poder blando de Xi Jinping. Y con la salida de Estados Unidos de la UNESCO, su influencia en las políticas culturales globales está destinada a seguir creciendo.

Milán (AsiaNews) - Hace cuarenta años, China se adhirió a la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). En una entrevista concedida a la agencia de noticias china Xinhua a finales de noviembre, Irina Bokova, exdirectora general de la UNESCO, recordó este importante aniversario y elogió los resultados obtenidos por el Dragón en la protección de su patrimonio. Para Bokova, China es el ejemplo más evidente de cómo un país puede abrazar la modernidad sin dejar de estar profundamente arraigado en su historia y cultura.

En la actualidad, China ocupa el primer lugar a nivel mundial en cuanto al número de «patrimonios culturales inmateriales» reconocidos por la UNESCO, que han alcanzado los 44, y el segundo lugar en cuanto al número de bienes materiales, con 60. El último en incorporarse, el Eje Central de Pekín, la columna vertebral de 7,8 kilómetros de longitud que divide la capital de norte a sur, fue incluido en la lista del patrimonio de la humanidad hace solo un año. 

El interés por la conservación del patrimonio cultural en China se convirtió en una prioridad con la llegada al poder del presidente Xi Jinping en 2012. En los primeros diez años de su mandato, se han destinado más de 100.000 millones de yuanes (14.000 millones de dólares) a la protección del patrimonio cultural, se ha duplicado con creces el número de lugares culturales prioritarios a nivel nacional y se han añadido más sitios chinos a la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Además, se han incrementado las inversiones en infraestructuras museísticas, en particular las situadas en ciudades de segundo y tercer nivel. En 2022 se construyeron 382 museos, 268 en 2023 y 213 el año pasado, lo que eleva el total a 7046.

Al mismo tiempo, también han mejorado las condiciones de conservación de los hallazgos y se han ampliado los servicios públicos en las zonas de interés turístico, con el fin de hacerlas más accesibles y fáciles de visitar. Con el fin de paliar la falta de personal cualificado para el cuidado de las colecciones museísticas en expansión, en 2022 la Administración Nacional del Patrimonio Cultural de China emitió una directiva en la que se instaba a las universidades a aumentar las matriculaciones en los programas de arqueología y a diversificar la oferta académica relacionada. De este modo, las instituciones chinas de patrimonio cultural lograron contratar el año pasado a 179 000 personas, un 21 % más que hace diez años. Además, gracias a intensos esfuerzos diplomáticos, China está recuperando gradualmente muchos de los objetos que le fueron sustraídos durante los saqueos y las incursiones coloniales, especialmente a partir de mediados del siglo XIX.

Sin embargo, detrás de esta renovada atención por la protección del patrimonio cultural chino hay un diseño político muy concreto. Como el propio Xi ha subrayado en varias ocasiones, la valorización del patrimonio nacional es fundamental para reforzar la «confianza [en la cultura]» (wenhua zixin) china. Este concepto se basa en la convicción de que los valores, la historia y la tradición cultural chinos se sitúan en un plano de igualdad, si no de superioridad, con respecto a los de otros países. Por lo tanto, no solo constituyen un motivo de orgullo nacional, sino sobre todo un instrumento de poder blando.

En otras palabras, China pretende utilizar su tradición cultural, haciéndola más atractiva, para ejercer influencia a nivel mundial. Además de abrir y proteger los sitios de interés turístico, esto también se logra mediante la difusión de videojuegos, películas y series de televisión. Es el caso, por ejemplo, del juego de rol de acción Black Myth: Wukong y de la película de animación Ne Zha 2: El ascenso del guerrero de fuego, ambos inspirados en la antigua mitología china, que han tenido un éxito planetario.

Como sostiene Li Qingyun, profesor del Instituto de Marxismo de la Academia de Ciencias Sociales de Shanghái, «con el crecimiento de la economía china y la expansión de su papel en la escena internacional, el interés mundial por la cultura y la filosofía chinas va en aumento. Al abrir el tesoro de sus sitios históricos, su literatura clásica y sus ricas tradiciones artísticas, China ofrece al mundo diferentes formas de comprender su civilización. Esperamos que, gracias a ello, un mayor número de elementos culturales chinos obtengan reconocimiento a nivel mundial y contribuyan positivamente al intercambio cultural internacional».

En este sentido, está claro que el Gobierno chino considera que la UNESCO es fundamental para afirmar su cultura y su narrativa de la historia en la escena mundial. Los observadores están convencidos de que China aprovechará la retirada de Estados Unidos de la UNESCO, anunciada el pasado mes de julio por el presidente Trump, para reforzar aún más su influencia dentro de la organización.

«La UNESCO es un campo de batalla por el poder y la influencia cultural e intelectual», comentó David Killion, ex embajador ante la agencia cultural durante la presidencia de Barack Obama, y añadió que con el paso atrás de Estados Unidos, «estamos cediendo el poder del soft power a una gran potencia expansionista y autoritaria».

Por su parte, la embajada china en Washington se apresuró a desmentir esos temores, señalando que las organizaciones internacionales «no son escenarios para juegos geopolíticos» y que «China nunca tiene la intención de desafiar o sustituir a Estados Unidos». Por lo tanto, espera que «todas las partes puedan ver objetivamente el papel positivo de China en la UNESCO».

Por su parte, la UNESCO afirmó que, aunque China pronto se convertirá en el principal financiador, está infrarrepresentada en el personal de la agencia. «No podemos comentar la estrategia diplomática de un Estado miembro u otro», declaró además una portavoz de la organización en un comunicado.

A pesar de estas garantías, sigue existiendo la preocupación de que Pekín pueda aprovechar su estatus dentro de la agencia para emprender acciones controvertidas en detrimento de los derechos humanos y la democracia.

Emblemático, en este sentido, es el caso de Abduweli Ayup, lingüista perteneciente al grupo étnico uigur, perseguido desde hace años por Pekín. Ayup vio cómo se le revocaba bruscamente la invitación para participar como ponente en una conferencia de la UNESCO sobre lenguas indígenas, celebrada el pasado mes de febrero en París. Los organizadores temían que su intervención pudiera ofender a los directivos de Talkmate, una empresa china dedicada al aprendizaje del mandarín, uno de los principales patrocinadores del evento.

 

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