Las Iglesias de Asia vuelven a partir de Penang con la mirada puesta en 2033

de Giorgio Bernardelli

Un mandato confiado a más de 800 delegados para hacer presente a Jesús a través de la vida en sus propios países cerró la Gran Peregrinación de la Esperanza que reunió a las Iglesias del continente en Malasia. Card. David: "La evangelización en Asia no puede ser a gritos: es relacional, respetuosa, contemplativa". Card. Ferrao: "El hambre de Dios es profunda. El anhelo de justicia es real. La sed de sentido de nuestros jóvenes es intensa".

Penang (AsiaNews) – Vuelven a sus países con un mandato misionero que ha confiado a cada uno de ellos, junto con una bendición y una pequeña cruz, uno de los más de cien obispos de Asia que participaron en el encuentro. Enviados no a "conquistar", sino a caminar junto a los pueblos de Asia, como hizo Jesús con los discípulos de Emaús. Y con una nueva gran fecha en la agenda de las Iglesias en Asia, el año 2033, cuando se cumplirán los dos mil años de la Pasión, muerte y Resurrección de Cristo.

Así concluyó esta mañana en Penang, Malasia, la Gran Peregrinación de la Esperanza, el evento jubilar que reunió a más de 800 delegados de las comunidades católicas de todo el continente. Un importante congreso misionero, el segundo después de casi veinte años del que se celebró en en Chiang Mai, Tailandia, en 2006. Y sobre todo un momento sinodal para reflexionar juntos sobre cómo no sólo contar, sino también hacer descubrir la presencia de Jesús en el Asia de hoy. Y en estos cuatro días de encuentros que reunieron a comunidades con una larga historia junto con Iglesias muy jóvenes, grupos abiertamente perseguidos con otros en primera línea de las nuevas soledades de las metrópolis digitales, ha surgido la imagen de un catolicismo vibrante, convencido de que Asia debe recorrer su propio camino de evangelización.

El card. Pablo Virglio David, arzobispo de Kalookan y presidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas señaló ayer algunas de sus características. En nombre de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia (de la que es vicepresidente), señaló el año 2033 como un nuevo horizonte compartido. No tanto para participar en un evento, sino para asumir una determinada perspectiva: la del misterio pascual, precisamente, que Asia está llamada a descubrir como un hecho que le concierne.

El ícono es precisamente el de los discípulos de Emaús: hoy también el Resucitado está caminando por los caminos del continente. "Jesús camina hoy en Asia con los migrantes que buscan un nuevo comienzo – dijo el card. David -, con las familias devastadas por la guerra y la pobreza, con los jóvenes que buscan un sentido en el mundo digital, con las víctimas de la violencia y la explotación, con los pueblos indígenas que defienden sus tierras sagradas, con las comunidades que se vuelven a levantar después de tifones, terremotos e inundaciones, con las familias que luchan contra las adicciones, con todos aquellos que tienen sed de ser vistos, comprendidos y amados".

Este es el misterio que la Gran Peregrinación de la Esperanza llama a las Iglesias de todo el continente a anunciar a todos. Pero siendo conscientes de los errores que la misión ha cometido en este continente en el pasado. El primero de todos en la relación con las religiones y las culturas locales. "Seguimos sufriendo las consecuencias – comentó el card. David -. ¿Sorprende realmente que China mire a los misioneros con sospecha? Algunos países son alérgicos a la palabra 'misión' y con buenas razones históricas". Pero lo verdaderamente importante es que "la evangelización en Asia no puede ser a los gritos: es relacional, respetuosa, contemplativa. Opera en el terreno fértil de la buena voluntad, con una oferta genuina de amistad, sin segundas intenciones".

Invitó entonces a volver a partir de la historia de Jesús para hacerla presente a través de la propia historia. "Asia no es un continente de grandes catedrales, sino de grandes historias. Nuestras culturas valoran la memoria, el culto a los antepasados, el respeto por el misterio, el silencio profundo, la escucha contemplativa. Caminamos descalzos sobre una tierra sagrada. Esto hace que Asia sea un terreno particularmente adecuado para la misión de contar el Evangelio".

Pero requiere un estilo: "En su camino hacia 2033 – agregó el arzobispo de Kalookan - la Iglesia en Asia debe ser más sinodal, más acogedora, más rica en relaciones. Estamos llamados a contar la historia de Jesús a través de formas que sanen las divisiones, que construyan puentes entre las religiones, que alivien a los pobres y protejan nuestro amado planeta. Debemos mostrar que la historia de Jesús es la historia de Dios que camina con su pueblo a lo largo de la historia, hacia la esperanza".

En la Misa conclusiva de hoy, el card. Filipe Neri Ferrao, arzobispo de Goa y presidente de la Fabc, confió una tarea a todos los delegados que regresan a sus países. "Esta peregrinación - dijo - nos ha recordado que nuestra misión no puede esperar. El hambre de Dios en Asia es profunda. El anhelo de justicia es real. La sed de sentido de nuestros jóvenes es intensa. Jesús - agregó - no nos pide predecir el futuro, sino que estemos disponibles para la sorprendente presencia de Dios. Este es el corazón de la peregrinación de la esperanza: aprender a reconocer a Dios en los lugares más inesperados: entre los migrantes y los refugiados, en la amistad interreligiosa, en los sueños de nuestros jóvenes, en la perseverancia de los pobres, en las heridas de nuestro mundo dividido. Y sí, también en las obligaciones cotidianas de nuestros ministerios, en las familias y en las comunidades".

"Volvemos con una nueva humildad – concluyó el card. Ferrao - dispuestos a aprender de nuestra gente y unos de otros. Volvemos con un coraje renovado, dispuestos a anunciar a Cristo con amabilidad y alegría. Volvemos con una nueva compañía, caminando con los pobres, los migrantes y las mujeres. Con los jóvenes y con todos aquellos que buscan un lugar en la mesa de Dios. Volvemos con una nueva esperanza, sabiendo que Dios está plasmando Asia a través de nosotros".

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