01/10/2025, 10.13
RUSIA
Enviar a un amigo

Las dos velocidades de la economía de guerra rusa

de Vladimir Rozanskij

El sector relacionado con los suministros militares crece y prospera con flujos continuos de recursos, materias primas, finanzas y tecnologías. Las pequeñas y medianas empresas y el sector del consumo deben hacer frente a las restricciones impuestas por las sanciones, el aumento de los impuestos y el acceso limitado al capital. La economía de Moscú ya se ha arraigado en un modelo que no será fácil cambiar en el futuro.

Moscú (AsiaNews) - El presidente ruso Vladimir Putin sigue imperturbable con la militarización de la economía rusa, sin dejarse detener por las sanciones internacionales, la inflación siempre muy alta, con la consiguiente disminución del nivel de vida de la población y desequilibrios estructurales cada vez más evidentes. El plan del Kremlin establece como prioridad el continuo rearme del ejército y el reabastecimiento de los arsenales, lo que requiere una producción de armamento cada vez más intensa al menos durante los próximos tres años.

Incluso si se quisiera volver a una economía «pacífica», ya no sería posible a corto plazo, ni siquiera a largo plazo, como afirma la especialista del Centro Carnegie de Berlín para Rusia y Eurasia, Aleksandra Prokopenko, en una investigación publicada por el sitio web Meduza. En él se documenta cómo en los últimos tres años se ha desarrollado en Rusia una «economía de dos velocidades», con el sector relacionado con la guerra creciendo y prosperando con flujos continuos de recursos, materias primas, finanzas y tecnologías. Por otro lado, el sector privado, las pequeñas y medianas empresas y el sector del consumo tienen que hacer frente a restricciones artificiales debidas a las sanciones, el aumento de los impuestos y el acceso limitado al capital.

Este mecanismo crea un efecto de «aspiradora económica»: los recursos se redistribuyen de los sectores de baja prioridad a los estratégicamente importantes, lo que permite al Estado concentrar los fondos en áreas clave, pero crea desequilibrios estructurales. Esto se evidencia, por ejemplo, en las estadísticas sobre la producción de productos metálicos, que incluyen armas y municiones: la producción de este grupo de bienes ha crecido a tasas de dos dígitos desde el inicio de la guerra, mientras que la producción de bienes no militares está disminuyendo.

La excesiva militarización y el proteccionismo impuestos por el Kremlin son los principales motores de la demanda en la economía. La demanda de los consumidores está limitada por la inflación; la demanda de inversión privada se ve desplazada por el gasto público. La economía ya se ha arraigado en un modelo en el que las rentas militares desempeñan esencialmente, para algunas empresas y categorías de ciudadanos, la misma función que el maná procedente del petróleo y el gas en la década de 2000. La diferencia es que entonces los ingresos excedentes, derivados de las materias primas, entraban en la economía desde el exterior y se redistribuían en gran medida a través del presupuesto, creando al mismo tiempo demanda de bienes de consumo e inversiones. Ahora, en cambio, el Estado financia la guerra con los mismos ingresos procedentes de las materias primas, aunque significativamente reducidos. Estos gastos se destinan a la producción de tanques, drones y proyectiles destruidos en Ucrania, así como a las indemnizaciones por subsistencia y muerte del personal militar.

El comercio exterior sigue siendo positivo, pero el petróleo y el gas se venden a un precio muy reducido y la geografía de los suministros, bajo el embargo occidental, se ha desplazado hacia Asia y el sur del mundo, lo que ofrece a los nuevos compradores un poderoso poder de negociación. Las importaciones están limitadas por las sanciones, lo que aumenta los costos empresariales y reduce la sofisticación tecnológica de la producción. La cuenta de capital está cerrada: existen regulaciones sobre la venta de los ingresos por exportaciones (en 2023, los exportadores estaban obligados a vender el 90 %; este requisito se ha reducido ahora a cero, pero no se ha abolido) y existen restricciones normativas sobre las salidas de capital. Formalmente, el saldo es estable, pero esto se debe a un riguroso apoyo administrativo más que a la flexibilidad económica.

La industria de defensa rusa absorbe casi el 8 % del PIB, y reducir el gasto militar sin provocar un colapso económico solo sería posible si se cumplieran rigurosamente ciertas condiciones. En primer lugar, las amenazas externas deben desaparecer realmente, con garantías de seguridad que satisfagan al propio Putin. A continuación, habría que proceder a la desmovilización masiva de los soldados contratados, con su reciclaje forzoso y su integración en las economías civiles de las regiones. Sería necesaria una revocación al menos parcial de las sanciones, para garantizar el acceso a tecnologías y componentes esenciales, y una revolución en la contratación pública para la defensa, introduciendo rigurosos indicadores clave de rendimiento. Por último, habrá que centrarse en un «complejo militar-industrial popular», un ecosistema de pequeñas y medianas empresas capaces de reducir drásticamente los costos de producción mediante la modularidad y la producción en masa. Como explica Prokopenko, a Putin se le ha definido a menudo como un político «afortunado», pero sería difícil conseguir tal combinación de factores solo gracias a la suerte, por lo que el futuro de la economía rusa sigue siendo muy incierto.

 

TAGs
Enviar a un amigo
Vista para imprimir
CLOSE X
Ver también
Pruebas de un deshielo entre Putin y Biden
17/06/2021 12:51
Economía de guerra (en Ucrania). Se espera que el PIB ruso caiga un 12%
13/05/2022 11:47
Moscú: la suba de precios golpea a las familias numerosas
03/08/2021 11:44
Algún signo de esperanza de un plan de paz para Ucrania
12/02/2015
Putin quiere deshacerse de Lukashenko
01/07/2021 11:12


Newsletter

Suscríbase a la newsletter de Asia News o cambie sus preferencias

Regístrese
“L’Asia: ecco il nostro comune compito per il terzo millennio!” - Giovanni Paolo II, da “Alzatevi, andiamo”