Nicea, 1700 años después. León XIV: 'Superar el escándalo de las divisiones'
El Papa y Bartolomé I se encontraron en Iznik para celebrar el Concilio del año 325 junto con los representantes de las Iglesias en el mundo. En el lugar donde se erigía la basílica de San Neófito se actualizó la "confesión de fe" que es el fundamento de la "plena comunión". La sed de reconciliación "surge de toda la humanidad afligida por conflictos y violencias". Esta mañana dijo en Estambul a los cristianos en Turquía: "La lógica de la pequeñez es la verdadera fuerza de la Iglesia".
Iznik (AsiaNews) - Bartolomé I, patriarca ecuménico de Constantinopla, ya lo había confiado en exclusiva a AsiaNews en 2014, después del encuentro con el Papa Francisco en el Santo Sepulcro de Jerusalén. “Hemos acordado dejarnos como herencia a nosotros mismos y a nuestros sucesores volver a encontrarnos en Nicea en 2025”, nos había dicho. Después de 11 años, y 17 siglos después del primer concilio ecuménico, ha sido el 267º Papa, León XIV, quien se ha encontrado hoy con él en Iznik, la antigua Nicea, para conmemorar el sínodo convocado por el emperador Constantino I en el año 325 d.C. Esta visita es una herencia de su predecesor, pero también del diálogo que han promovido los pontífices del pasado, el primero de ellos Pablo VI, que con el abrazo al patriarca Atenágoras en 1964 rompió una separación secular, acercando el Oriente y el Occidente cristianos.
El Papa León XIV aterrizó en el helipuerto de Iznik alrededor de las 15:15 hora local, y fue recibido por Bartolomé I. De allí se trasladaron en automóvil hasta el lago, cerca de las excavaciones arqueológicas de la antigua basílica de San Neófito, joven mártir cristiano asesinado en el 303. Aquí salieron a la luz en 2014 las ruinas de una iglesia de tres naves de unos 1600 años de antigüedad. Y en este lugar se celebró el encuentro ecuménico de oración con líderes y representantes de las iglesias cristianas del mundo, momento simbólico del primer viaje apostólico de Prevost. «Una reverencia compartida y un sentimiento común de esperanza» acompaña el histórico evento, dijo Bartolomé I en su discurso de bienvenida. A pesar de las “dificultades” que han acompañado los 1700 años transcurridos desde aquel primer concilio ecuménico. “Estamos aquí para dar testimonio vivo de la misma fe expresada por los Padres de Nicea. Regresamos a esta fuente de la fe cristiana para seguir adelante”.
En un momento histórico “dramático” en el que a menudo se ve amenazada la “dignidad” de las personas, este encuentro es “una valiosa oportunidad para preguntarnos quién es Jesucristo en la vida de las mujeres y los hombres de hoy, quién es para cada uno de nosotros”. El esperado discurso que leyó León XIV comenzó con esta pregunta. Una pregunta que interpela particularmente a los “cristianos”, a menudo tentados de reducir a Jesucristo a un “líder carismático” o a un “superhombre”, negando su divinidad, “ignorando la realidad de la Encarnación”; como hizo Arrio, teólogo cuya corriente fue declarada herética precisamente en Nicea en el 325. El concilio de Nicea reunió hace 1700 años a más de 300 obispos que formularon una versión del Credo muy cercana a la que todavía se reza en la liturgia, afirmando que Jesús comparte “la misma sustancia del Padre”, en contra de la ideología arriana.
“Si Dios no se hizo hombre, ¿cómo pueden los mortales participar en su vida inmortal?”. Esa era la pregunta "que estaba en juego en Nicea, y está en juego también hoy", dijo el pontífice. La “confesión de fe cristológica” - Dios se hizo hombre para hacernos partícipes de su “naturaleza divina” - es el fundamento de la “plena comunión” entre todas las Iglesias cristianas, "es compartida por todas las Iglesias y comunidades cristianas del mundo", añadió. Prevost citó a Agustín, un santo muy querido para él: “Aunque los cristianos seamos muchos, en el único Cristo somos uno” e invitó a “superar el escándalo de las divisiones que lamentablemente todavía existen, y a alimentar el deseo de unidad por el que el Señor Jesús rezó y dio su vida".
La reconciliación, continuó León XIV, es ante todo “un llamamiento que surge de toda la humanidad afligida por los conflictos y la violencia”. “Existe una hermandad universal, independientemente de la etnia, la nacionalidad, la religión o la opinión. Las religiones, por su naturaleza, son depositarias de esta verdad y deberían animar a las personas, a los grupos humanos y a los pueblos a reconocerla y practicarla”, recordó el Papa. En este sentido, todo intento de utilizar la religión “para justificar la guerra y la violencia, como cualquier forma de fundamentalismo y fanatismo, debe ser rechazado con firmeza, mientras que los caminos a seguir son los del encuentro fraternal, el diálogo y la colaboración”, señaló en Iznik el sucesor de Pedro.
Turquía también es una “tierra santa”, donde “el Antiguo y el Nuevo Testamento se abrazan”, había dicho esta mañana el Papa León XIV en el encuentro de oración con una representación del “pequeño rebaño” católico en el país. En Estambul - donde pasó la noche - Prevost se reunió en la catedral del Espíritu Santo - a la que León XIII donó en 1884 una reliquia de San Juan Crisóstomo - con obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados, consagradas y agentes de pastoral. El Papa recordó la “larga historia” del cristianismo en estas tierras, que comenzó inmediatamente después de la Resurrección, cuando los primeros discípulos se dirigieron hacia Anatolia y Antioquía, y continuó con los primeros ocho concilios ecuménicos. Dirigiéndose a los cristianos de hoy, admitió que, a pesar de la “riqueza de esta larga historia”, “Iglesia católica se ha reducido numéricamente”, pero invitó a mirar los números con “mirada evangélica”.
Una mirada “iluminada por el Espíritu Santo”, para comprender que "Él ha escogido el camino de la pequeñez para descender en medio de nosotros”. Es un “estilo” que “todos estamos llamados a testimoniar”, añadió. Tal como hicieron los profetas y el mismo Jesucristo, cuando afirmó que “el Reino de Dios no se impone llamando la atención”. “Esta lógica de la pequeñez es la verdadera fuerza de la Iglesia”, declaró el Papa. Porque la “verdadera fuerza”, explicó, “no reside ni en sus recursos ni en sus estructuras, ni los frutos de su misión derivan del consenso numérico, de la potencia económica o de la relevancia social”. Reside en el “poder del Espíritu Santo”. El Papa Francisco también orientaba a las comunidades cristianas hacia “el camino de la pequeñez”, sin la cual “no hay futuro”, como dijo en Roma en 2019, en una homilía citada por León XIV.
La Iglesia en Turquía es una “pequeña comunidad”, que “se mantiene fecunda como semilla y levadura del Reino”, recordó Prevost, y alentó a cultivar una “actitud espiritual de confiada esperanza”. Uno de los signos “ya muy presentes” de esta “esperanza” son muchos jóvenes que se acercan a la Iglesia católica trayendo “sus preguntas y sus inquietudes”. “Los invito a escuchar y acompañar a los jóvenes”, dijo a los presentes, así como a cuidar los ámbitos específicos en los que la Iglesia en Turquía está llamada a trabajar: “el diálogo ecuménico e interreligioso, la transmisión de la fe a la población local, y el servicio pastoral a los migrantes y refugiados”, confirmó León XIV.
05/12/2016 17:00
07/10/2025 18:04
07/06/2025 15:38
