31/01/2023, 13.10
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Nuevo vicario: el 'desafío' de la unidad y una Arabia Saudita cambiante

de Dario Salvi

El padre Aldo Berardi, nombrado vicario del Norte el 28 de enero, confiesa a AsiaNews su "sorpresa" por el nombramiento, unida a la "conciencia" de actuar en un territorio que conoce. Sus años de misión en Baréin y sus visitas a la región. El respeto de los ritos, culturas y tradiciones cristianas. El reciente viaje apostólico del Papa Francisco fue una ocasión "histórica" para reunir a los fieles de todo el vicariato. 

Roma (AsiaNews) - El vicariato de Arabia es un "crisol", una región hecha de "realidades diferentes" en la que el desafío es asegurar "la unidad de la Iglesia" y, al mismo tiempo, valorizar "la belleza de esta diversidad" que constituye "una gracia". Con un gesto de "sorpresa", pero al mismo tiempo de "obediencia" y "conciencia" de estar actuando en una zona que ya conoce, el recién nombrado vicario apostólico del norte de Arabia, el P. Aldo Berardi, se prepara para vivir la misión. En esta entrevista concedida a AsiaNews, el sacerdote de la Orden de la Santísima Trinidad y de los Esclavos, de la que hasta ahora había sido vicario general, relata su "asombro" ante el nombramiento oficializado el 28 de enero y las próximas semanas de preparación. La fecha de su ordenación episcopal y de su partida para la región -por el momento se encuentra en Roma- todavía están por decidirse, porque " se juntan la Pascua y el Ramadán: hay que encontrar un momento oportuno".

El 'desafío' de la diversidad

Como Iglesia de Arabia del Norte, "debemos ser garantes de la unidad" respetando "los diferentes ritos, culturas y tradiciones" de las distintas comunidades. "La nuestra es una belleza frágil que nos permite aprender, como hice durante mis años en Baréin, sobre liturgia, costumbres", subraya. Pensando en el Golfo, la referencia a las mezquitas, a los lugares sagrados del Islam (La Meca y Medina) es inevitable, pero "también redescubrimos un cristianismo de épocas pasadas, con obispos, monasterios e iglesias gracias a las investigaciones históricas y arqueológicas que dieron  sus frutos en los últimos años". Antes que se impusiera el Islam, había "dos obispos en Baréin y uno en Arabia Saudita", valiosos testimonios que es importante que "nuestros amigos musulmanes también conozcan".

El Vicariato Apostólico de Arabia del Norte extiende su jurisdicción sobre cuatro Estados de la Península, que presentan situaciones diferentes en términos sociales, políticos, de presencia cristiana y de libertad religiosa: Baréin, Kuwait, Qatar y Arabia Saudita; esta última, una nación en la que no se permite ningún otro lugar de culto que no sea del islam. En 2020, cuando falleció el último vicario, monseñor Camillo Ballin (al que sucedió como administrador monseñor Paul Hinder, antes vicario de Arabia del Sur), había casi 2,8 millones de bautizados de una población de unos 43 millones. El territorio está dividido en 11 parroquias y la sede está en Baréin (país que recientemente recibió al Papa Francisco), en Awali, donde se encuentra la catedral de Nuestra Señora de Arabia.

"Uno de los retos de la misión", dice el P. Berardi, "es encontrar nuestra propia manera de ser católicos sin sentirnos aislados. Convertirnos en un verdadero vicariato, teniendo en cuenta la realidad social y económica. Los católicos son una minoría, pero deben saber valorar las obras, empezando por el tema de la caridad" en una región en la que "la cuestión migratoria" va en aumento, como se puso de manifiesto durante el Mundial de Qatar. "Hay varias parroquias", subraya, "que trabajan en el ámbito social, pero debemos desarrollar aún más el sector. Pero sin hacer geopolítica, la Iglesia no debe limitarse a dar de comer, sino reflexionar sobre los múltiples campos de acción, respetando el ser huéspedes y extranjeros. Comprender el límite y encontrar nuevas formas de actuar, del mismo modo que debemos encontrar un equilibrio entre la realidad local y la justicia social. Son reflexiones que se harán con el clero" para responder a la misión de la doctrina social de la Iglesia "en un mundo que cambia constantemente: atención a los frágiles, peligro de nuevos conflictos, rezar -mucho- por la paz y la tolerancia".

Raíces en tierra árabe

El recién nombrado Vicario Apostólico de Arabia del Norte nació el 30 de septiembre de 1963 en Longeville-les-Metz (Francia). Tras cursar el primer ciclo de estudios de Filosofía en el Grand Séminaire de Villers-lès-Nancy y, después de una experiencia misionera en Madagascar, ingresó en la Orden de la Santísima Trinidad y de los Esclavos en Cerfroid (Francia). Cursó el segundo ciclo de estudios de Teología en el Grand Séminaire de Montreal, Québéc (Canadá) y obtuvo la Licenciatura en Teología Moral en la Academia Alfonsiana de Roma. Colaboró con Cáritas, trabajó en una prisión psiquiátrica con formación específica en salud mental y, a continuación, cursó estudios de lengua árabe e islamología en la escuela Dar Comboni de El Cairo (Egipto). En 2007 tuvo su primera experiencia en tierra arábiga en la parroquia del Sagrado Corazón de Baréin; de 2011 a 2019 fue párroco de Saint Arethas et Compagnons Martyrs en el Vicariato Apostólico del Norte, y más tarde el cargo de vicario general de la Orden de la Santísima Trinidad y de los Esclavos.

Como se desprende de su historia personal, el recién nombrado vicario tiene firmes raíces en Arabia, región en la que ha trabajado durante mucho tiempo, aunque no deja de sorprender su nombramiento en una tierra hasta ahora "bajo la guía pastoral de los capuchinos". Sin embargo, la orden a la que pertenecen les invita a ir a las periferias, a redimir y liberar a los 'cautivos' según la etimología latina [los prisioneros, ndr] y por eso acepté". En el pasado estuvo destinado en Baréin, pero conoce bien toda la región, ya que hizo varios viajes. También está el caso de Arabia Saudita "donde, a pesar de que la única religión permitida y reconocida es el Islam, viven un millón de cristianos por razones de trabajo". Una comunidad a la que hay que seguir con atención y discreción, una realidad difícil y a menudo oculta que merece ser reconocida. Un millón de personas que rezan en privado, que cultivan su fe en familia y la alimentan gracias a internet y las redes sociales. "Con el Covid-19, el mundo y la Iglesia descubrieron el potencial de Internet y las redes sociales para la misión, y también para la oración", recuerda el P. Berardi, "pero este enfoque lleva tiempo activo en Arabia Saudita. En estos 15 años, la realidad ha cambiado, el país quiere abrirse al turismo y a las actividades económicas, atraer a los extranjeros para que inviertan, por lo que también debe replantearse su integración". En el pasado, los migrantes, incluso los cristianos, se trasladaban al reino wahabita durante el tiempo necesario para trabajar y luego se marchaban, mientras que hoy son las propias autoridades de Riad las que buscan la manera de que se queden, de atraer capital humano y no humano. "Por eso necesitamos lugares donde reunirnos y celebrar, especialmente Navidad y Pascua, y en esta perspectiva es importante el empuje que viene de los jóvenes para la innovación y el cambio". "Se percibe -añade- una necesidad de cambio, respetando la tradición y la realidad del lugar: basta pensar en San Valentín, que hoy se celebra con flores y chocolates, mientras que hasta hace unos años uno era detenido incluso por llevar ropa roja. La policía religiosa estaba atenta y vigilante, mientras que ahora vemos corazones en las grandes tiendas".

El Papa, elemento de unidad

En una realidad tan diversa, el Papa representa un elemento de unidad y encuentro, como se puso de manifiesto durante el reciente viaje apostólico de Francisco a Baréin y, antes, en 2019, a Emiratos Árabes Unidos. "Las autoridades de Manama -explica- están abiertas y dispuestas al diálogo, también porque aquí, cosa rara, hay cristianos que son ciudadanos de Bahrein y hay una Iglesia local que, poco a poco, va creciendo. La visita del Pontífice fue una bendición y abrió nuevas vías de diálogo, comprensión mutua y tolerancia". Su presencia permitió replantear las relaciones interculturales no sólo con los dirigentes, sino a nivel de la población, que "en general se mostró abierta y acogedora". "Ya dimos los primeros pasos", prosiguió, "y ahora debemos cosechar los frutos para todas las naciones de la zona. La visita fue también una ocasión rara, por no decir única, de reunir a todos los fieles del vicariato, de juntar a personas de distintos países, un momento precioso de unidad y de encuentro, sobre todo para los jóvenes. Un momento histórico", concluye, "que nos corresponde como Iglesia potenciar y promover en el futuro". Buscar oportunidades de encuentro entre nuestras realidades, no sólo con motivo de grandes acontecimientos en el extranjero, como las Jornadas Mundiales de la Juventud, sino también con iniciativas locales. Por último, promover las peregrinaciones a nivel de vicariato a Lourdes, a Fátima, puesto que a Jerusalén es más fácil hacerlo individualmente. 

 

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