22/09/2015, 00.00
CUBA-VATICANO
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Papa en Cuba: la reconciliación entre los cubanos es más importante que el fin del embargo

de Anonimo
Primeras valoraciones de la visita del Papa a la isla. El gobierno de Raúl Castro ve repuntar enormemente su imagen además de favorecer el fin del bloqueo económico de los EEUU. La Iglesia espera que haya una mayor libertad en los medios y en la educación. El cubano medio espera que mejoren sus pobres condiciones de vida. Pero la verdadera cuestión es que “Cuba se abra a Cuba”. El juicio de una personalidad eclesial cubana, comprometida en el campo de los derechos humanos, que desea permanecer anónima.

La Habana (AsiaNews) - Desde hace varios días que todos los medios de Cuba – que con estatales  – vienen desarrollando una intensa campaña mediática con ocasión de la visita del Papa Francisco. Entrevistas televisivas absolutamente inusuales al Arzobispo de La Habana y al Arzobispo de Santiago; transmisiones de radio y TV con largos programas centrados en la figura de Jorge Mario Bergoglio; juicios positivos divulgados por personas de la Iglesia y periodistas profesionales: un hecho más que sorprendente, porque el tono habitual de los medios sobre estos temas ha sido siempre el silencio o bien la información tendenciosa. 

Para el cubano medio, toda esta información le ha permitido conocer nuevas realidades. Es cierto que, a partir del 17 de diciembre pasado,  cuando los presidentes de Cuba y los Estados Unidos anunciaron simultáneamente el comienzo de un proceso de distensión para la normalización de las relaciones entre ambos países,  la persona del Papa Francisco -obispo de Roma, latinoamericano, argentino y jesuita - adquirió una enorme importancia debido a su rol de mediador,  reconocido por ambos líderes. Cada día, este cubano medio debe hacer grandes esfuerzos para comprar la comida, y lograr tener el dinero suficiente para hacerlo;  debe hacer largas colas para resolver cada problema;  debe dar vueltas entre muchas farmacias para poder adquirir los medicamentos necesarios; esperar durante semanas para tener una consulta médica con un especialista; soportar el sofocante calor tropical durante horas hasta que llegue el autobús; esperar con ansiedad la "ayudita" o la pequeña ayuda que los familiares emigrados al exterior le envían, y que le permite sobrevivir, y tal vez hasta reparar el techo de su casa, que está a punto de desplomarse. Para ese cubano medio, la visita del Papa puede ser celebrada con gratitud si significa un mejoramiento en su vida y si ayuda a normalizar las relaciones con el  “Norte [los Estados Unidos – ndr]” trayendo beneficios tangibles. Es en este contexto que él quisiera ver la liberación evangélica que proclama Jesús.

Sin lugar a dudas, para el Estado cubano el evento de la vista es un fuerte símbolo para solicitar una vez más el fin del bloqueo y del embargo – censurados por el obispo cubano y por los pontífices que han precedido a Francisco en este tipo de visitas -, y que se restituya el territorio de la base naval y se haga lugar a las solicitudes de compensación económica por los efectos de este embargo. Es más, la imagen de esta visita, proyectada al exterior y teniendo en cuenta que es muy seguida en todo el mundo, puede funcionar como una suerte de cosmético importante, dando lugar, tal vez, a la idea de una realidad de transformación hacia la democracia.

La visita del Papa Francisco, con su carácter espontáneo e imprevisible, y su preparación mediática, confieren a la Iglesia Católica una relevancia psicológica significativa, de la cual ha estado privada por decenios, y es probable que a partir de ahora pueda ganar, poco a poco, espacios en los medios y en determinados sectores educativos. El gran desafío, sin embargo, tanto para la Iglesia como para el gobierno cubano, es la cancelación de un embargo existente dentro del país, esto es, la adquisición efectiva de la autonomía cívica y, como consecuencia, la formación de la sociedad civil y el pluralismo.

Las lecturas y las reflexiones eclesiales y políticas por este camino pueden ser variadas e incluso opuestas. Son muchas las heridas seculares conservadas en la memoria de los cubanos a ambos lados del estrecho de Florida, y por lo tanto es necesario recurrir a los ojos de la fe. Nada ocurre por casualidad y, como dice San Pablo: “Dios dispone de todas las cosas para el bien de los que lo aman” (Rom. 8,28) y San Agustín, comentando este pasaje, agregó: “incluso el pecado”. Es en esta perspectiva que adquieren una fuerza insólita las palabras de San Juan Pablo II: “Que Cuba se abra al mundo... y el mundo se abra a Cuba”, expresión que acojo,  agregando: “Que Cuba se abra a Cuba”.

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