23/12/2014, 00.00
VATICANO
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Papa: "Clama a Dios", el sufrimiento de los cristianos y otros grupos religiosos perseguidos en Oriente Medio

Carta de Francisco a los cristianos de Oriente Medio para la Navidad. La necesidad de "una postura clara y valiente por parte de todos los líderes religiosos", que condene la violencia "por unanimidad y sin ambigüedades". La comunidad internacional actúe "en el primer lugar a través de la negociación y el trabajo diplomático". El '"ecumenismo de sangre" con otros cristianos, y especialmente con los ortodoxos.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "Clama a Dios" el sufrimiento de los cristianos y otros grupos religiosos y étnicos que también sufren la persecución y las consecuencias de los conflictos en el Medio Oriente. Se requiere "una postura clara y valiente por parte de todos los líderes religiosos", que condene "por unanimidad y sin ninguna ambigüedad" y la acción de la comunidad internacional que "principalmente a través de la negociación y la diplomacia" intente "contener y detener pronto tanta  violencia que ya ha causado demasiado daño". El Papa Francisco lo escribe en una carta a los cristianos de Oriente Medio, con motivo de la Navidad, hecha pública hoy, en el que expresa la cercanía a los que sufren, apoyo y aliento a los testimonios que dan, incluso en el caso de "ecumenismo de la sangre", que los une a los cristianos de otras Iglesias, especialmente los ortodoxos.

"La aflicción y tribulación - escribe el Papa - por desgracia, en el pasado ha sido demasiado próxima en el Medio Oriente. Esto ha empeorado en los últimos meses debido a los conflictos que afectan a la región, pero especialmente para el trabajo de una más reciente y preocupante organización terrorista, de tamaño inimaginable, cometiendo todo tipo de prácticas de abuso y practicas inhumanas, que afecta en particular a algunos de vosotros que han sido expulsados de sus tierras de una manera brutal, donde los cristianos han estado presentes desde el principio de la época apostólica.

Al dirigirme a vosotros, no puedo olvidar también otros grupos religiosos y étnicos que también sufren la persecución y las consecuencias de este tipo de conflictos. Yo sigo las noticias diarias del tremendo sufrimiento de muchas personas en el Medio Oriente. Pienso especialmente en los niños, las madres, los desplazados y refugiados de edad avanzada, a los que tienen hambre, que tiene que enfrentar la dureza del invierno sin un techo bajo el que protegerse a sí mismos. Este sufrimiento clama a Dios y apela al compromiso de todos nosotros, en la oración y en todo tipo de iniciativas. Para todo lo que quiero expresar mi cercanía y solidaridad y de la Iglesia, y ofrecer una palabra de consuelo y esperanza.

Queridos hermanos y hermanas, que valientemente dan testimonio de Jesús en su tierra bendecida por el Señor, nuestro consuelo y nuestra esperanza es Cristo mismo. Por lo tanto, os animo a que se aferren a Él, como sarmientos a la vid, aseguró que ni la tribulación, la angustia, la persecución, pueden separaros de Él (cf. Rom 8:35). ¡La prueba que estáis pasando fortalezca la fe y la lealtad de todos vosotros!

Ruego para que podáis vivir la comunión fraterna en el ejemplo de la primera comunidad de Jerusalén. La unidad querida por nuestro Señor es más necesaria que nunca en estos tiempos difíciles; es un don de Dios que llama a nuestra libertad y espera nuestra respuesta. La Palabra de Dios, los sacramentos, la oración, la fraternidad nutra y renueve continuamente vuestras comunidades.

La situación en la que vivís es un fuerte llamado a la santidad de la vida, como lo atestigua santos y mártires de cada pertenencia eclesial. Recuerdo con afecto y veneración a los Pastores y fieles que en los últimos tiempos se les ha pedido el sacrificio de la vida, a menudo por el mero hecho de ser cristianos. Así como en las personas secuestradas entre ellas algunos Obispos ortodoxos y sacerdotes de diversos ritos. ¡Que puedan retornar pronto sanos y salvos a sus casas y comunidades! Pido a Dios que tanto sufrimiento unido a la cruz del señor de frutos de bien para la Iglesia y el pueblo del Medio oriente.

 

En medio de las hostilidades y conflictos, la comunión vivida entre vosotros en la fraternidad y la simplicidad es un signo del Reino de Dios Estoy satisfecho con las buenas relaciones y la cooperación entre los patriarcas de las Iglesias orientales católicas y los ortodoxos.; así como entre los fieles de las diversas Iglesias. El sufrimiento de los cristianos aporta una valiosa contribución a la causa de la unidad. Es el ecumenismo de la sangre,  que requiere el abandono confiado al Espíritu Santo.

¡Que siempre puedan dar testimonio de Jesús a través de las dificultades! Su sola presencia es valiosa para el Medio Oriente. Sois  un pequeño rebaño, pero con una gran responsabilidad en la tierra que os vio nacer y donde se ha extendido el cristianismo. Sois como la levadura en la masa. Incluso antes de que muchas obras de la Iglesia dentro de la educación, la salud o el bienestar, apreciados por todos, la mayor riqueza para la región son los cristianos, sois vosotros. ¡Gracias por vuestra perseverancia

Vuestro esfuerzo para trabajar con personas de otras religiones, con Judíos y musulmanes, es otro signo del Reino de Dios. El diálogo interreligioso es tanto más necesario cuanto más difícil es la situación. No hay otra manera. El diálogo basado en la apertura, en la verdad y el amor, es también el mejor antídoto contra la tentación del fundamentalismo religioso, que es una amenaza para los creyentes de todas las religiones. El diálogo es a la vez un servicio a la justicia y una condición necesaria para la paz tan deseada.

La mayor parte de ustedes vive en un ambiente donde la mayoría es musulmana. Pueden ayudar a vuestros conciudadanos musulmanes a presentar con discernimiento una más auténtica imagen del islam, como lo desean tantos de ellos, los cuales repiten que el islam es una religión de paz y puede aliarse con el respeto humano y favorecer la convivencia de todos. Será un bien para ello y para la entera sociedad. La situación dramática que viven nuestros hermanos en Irak, pero también los yazidíes y los pertenecientes a otras comunidades religiosas y étnicas, exige una toma de posición clara y llena de coraje por parte de todos los responsables religiosos, para condenar en  modo unánime y sin ninguna ambigüedad tales crímenes y denunciar la práctica de invocar la religión para justificarlos.

Queridísimos, casi todos ustedes son ciudadanos nativos de vuestros países y por lo tanto tienen el deber y el derecho de participar plenamente a la vida y la crecimiento de vuestra nación. En la Región están llamados a ser artífices de paz, de reconciliación y de desarrollo, a promover el diálogo, a construir puentes, según el espíritu de las Bienaventuranzas (Mt. 5,3-12), a proclamar el Evangelio de la paz, abiertos a la colaboración con todas las autoridades nacionales e internacionales.

Deseo expresar en modo particular mi estimación y mi gratitud a ustedes, queridos hermanos Patriarcas, Obispos, sacerdotes, religiosos y hermanas religiosas, que acompañan con solicitud el camino de vuestras comunidades. Cuánto es preciosa la presencia y la actividad de quien está consagrado totalmente al Señor y lo sirve en los hermanos, sobre todo a los más necesitados, ¡testimoniando la grandeza y su amor infinito! ¡Cómo es importante la presencia de los Pastores al lado de su grey, sobre todo en los momentos de dificultad!

A ustedes jóvenes, les envío un abrazo paternal. Ruego por vuestra fe, por vuestro crecimiento humano y cristiano y para que vuestros mejores proyectos puedan realizarse. Y les repito: "No tengan miedo o vergüenza de ser cristianos. La relación con Jesús los hará disponibles en colaborar sin reservas con vuestros conciudadanos, cualquiera sea su pertenencia religiosa" (Benedicto XVI, Exhortación apostólica "Ecclesia in Medio Oriente", 63)

A ustedes ancianos, les hago llegar mi sentimiento de estima. Ustedes son la memoria de vuestros pueblos; les deseo que esta memoria sea semilla de crecimiento para las nuevas generaciones.

Quisiera alentar a cuántos entre ustedes obran en ámbitos muy importantes de la caridad y de la educación. Admiro el trabajo que están haciendo, especialmente a través de las Caritas y con la ayuda de las organizaciones caritativas católicas de diversos países, ayudando a todos sin preferencias. A través del testimonio de la caridad, ustedes ofrecen el más válido soporte a la vida social y contribuyen también a la paz de la cual la Región está hambrienta como del pan. Pero también en el ambiente de la educación está en juego el futuro de la sociedad. Cuánto es importante la educación a la cultura del encuentro, ¡al respeto de la dignidad de la dignidad de la persona y del valor absoluto de cada ser humano!

Queridímos, si bien son pocos numéricamente, son protagonistas de la vida de la Iglesia y de los países en donde viven. Toda la Iglesia está cerca de ustedes y los apoya, con gran afecto y estima por vuestras comunidades y vuestra misión. Continuaremos a ayudarlos con la oración y con otros medios a disposición.

Al mismo tiempo continúo a exhortar a la Comunidad internacional a ir al encuentro de vuestras necesidades y a los de otras minorías que sufren; en primer lugar promoveremos la paz mediante el negociado y el trabajo diplomático, tratando de frenar cuánto antes la violencia que ya ha causado tanto daño. Reafirmo mi más firme deprecación por el tráfico de armas. Tenemos más necesidad de proyectos y de iniciativas de paz, para promover una solución global para los problemas de la Región. ¡Por cuánto tiempo todavía deberá sufrir el Medio Oriente por la falta de paz? ¡No podemos resignarnos a los conflictos como si no fueses posible un cambio! En la huella de mi peregrinación a Tierra Santa y del sucesivo encuentro de oración en el vaticano con los presidentes de Israel y palestina, los invito a rezar por la paz en Madio Oriente. Quien fue obligado a dejar su propia tierra, pueda volver y vivir con dignidad y seguridad. La asistencia humanitaria pueda incrementarse, poniendo siempre al centro el bien común de la persona y de cada país en el respeto de su identidad propia, sin interponer otros intereses. Que la Iglesia entera y la comunidad internacional se hagan cada vez más conscientes de la importancia de vuestra presencia en la Región.

Queridos hermanos y hermanas cristianos de Medio oriente, tienen una gran responsabilidad y no están solo para enfrentarlas. Por lo tanto quise escribirles para alentarlos y para decirles cuánto es preciosa vuestra  presencia y vuestra misión en esta tierra bendita por el Señor. Vuestro testimonio me hace tanto bien. ¡Gracias! Cada día rezo por ustedes y por sus intenciones. Les agradezco porque sé que ustedes, en vuestros sufrimientos, rezan también por mí y por mi servicio a la Iglesia. Espero tanto de poder tener la gracia de ir a visitarlos personalmente para confortarlos. La Virgen María, la Toda santa Madre de Dios y Madre nuestra, los acompañe y los proteja siempre con su ternura. A todos ustedes y a vuestras familias les envío mi Bendición Apostólica y les deseo que puedan vivir la Santa navidad en el amor y en la paz de Cristo salvador".

 

 

 

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