06/06/2021, 13.59
VATICANO
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Papa: en la Última Cena, Jesús muestra que el fin último de la vida consiste en entregarse

En la Eucaristía, la fragilidad es fuerza: la fuerza del amor que se hace pequeño para ser acogido y no temido; fuerza del amor que se parte y se divide para alimentar y dar vida; fuerza del amor que se fragmenta para reunirnos en la unidad. Rezar por la paz en Tierra Santa y en Myanmar.

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "El objetivo de la vida es donarse" y "lo más grande es servir", eso fue lo que enseñó Jesús en la Última Cena, explicó el Papa Francisco en el Ángelus. Y recordó que hoy se celebra la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo en muchos países.

En las reflexiones que hizo ante algunos miles de personas que lo escuchaban en la Plaza de San Pedro -un número que tiende a aumentar a medida que se aplaca la pandemia- Francisco también expresó "cercanía con el pueblo canadiense" por las "tristes circunstancias del descubrimiento de niños muertos". cerca del Kamloops Indian Residential School, en la Columbia Británica". Habló sobre la necesidad de tomar "conciencia de los dolores y sufrimientos del pasado" para esclarecerlo y "distanciarse del modelo colonizador, al igual que de las colonizaciones ideológicas de hoy". Después de rezar la oración mariana, el Papa invitó a sumarse a la iniciativa de la Acción Católica Internacional, que pasado mañana propone un minuto de silencio para rezar por la paz, cada uno según su propia tradición. “Especialmente - añadió Francisco - por Tierra Santa y Myanmar”. También pidió una oración por las víctimas de la masacre en Burkina Faso, donde "el pueblo está sufriendo mucho por estos ataques". "África -concluyó- necesita paz".

Antes del Ángelus, Francisco habló sobre la institución de la Eucaristía y señaló que “con toda sencillez, Jesús nos entrega el sacramento más grande. El suyo es un gesto humilde de donación, de compartir”.

“Y hoy encontramos la grandeza de Dios en un pedazo de pan, en una fragilidad que desborda de amor y de deseo de compartir. Fragilidad es precisamente la palabra que me gustaría subrayar. Jesús se hace frágil como el pan que se rompe y se desmigaja. Pero precisamente en eso radica su fuerza. En la Eucaristía, la fragilidad es fuerza, fuerza del amor que se hace pequeño para ser acogido y no temido; fuerza del amor que se parte y se divide para alimentar y dar vida; fuerza del amor que se fragmenta para reunirnos en la unidad. Y hay otra fuerza que se destaca en la fragilidad de la Eucaristía: la fuerza de amar al que se equivoca. Precisamente la noche en que fue traicionado Jesús nos da el Pan de Vida. Nos hace el regalo más grande mientras siente en su corazón el abismo más profundo: el discípulo que come con él, que moja su bocado en el mismo plato, lo está traicionando. Y la traición es el dolor más grande para los que aman. ¿Y qué hace Jesús? Reacciona ante el mal con un bien mayor. Al "no" de Judas Él responde con el "sí" de la misericordia. No castiga al pecador, sino que da su vida por él.Cuando recibimos la Eucaristía, Jesús hace lo mismo con nosotros: nos conoce, sabe que somos pecadores y que cometemos muchos errores, pero no renuncia a unir su vida a la nuestra. Él sabe que lo necesitamos, porque la Eucaristía no es el premio de los santos, sino el Pan de los pecadores. Por eso nos exhorta:  'no tengan miedo, tomen y coman'.

“Cada vez que recibimos el Pan de Vida, Jesús viene a dar un nuevo sentido a nuestras fragilidades. Nos recuerda que a sus ojos somos más valiosos de lo que pensamos. Nos dice que es feliz si compartimos con Él nuestras fragilidades. Nos repite que su misericordia no teme nuestras miserias. Y, sobre todo, nos cura con amor de esas fragilidades que no podemos curar por nosotros mismos: la del resentimiento hacia quienes nos han lastimado; la de distanciarnos de los demás y aislarnos en nosotros mismos; la de lamentarnos por nosotros mismos y quejarnos sin encontrar la paz, eso tampoco lo podemos curar nosotros. La Eucaristía es un remedio eficaz contra estas cerrazones. El Pan de Vida, de hecho, cura las rigideces y las transforma en docilidad”.

La Eucaristía cura porque nos une a Jesús: nos hace asimilar su manera de vivir, su capacidad de partirse y entregarse a los hermanos, de responder al mal con el bien. Nos da el valor para salir de nosotros mismos y para inclinarnos con amor hacia la fragilidad de los demás. Como hace Dios con nosotros. Esta es la lógica de la Eucaristía: recibimos a Jesús que nos ama y cura nuestras fragilidades para amar a los demás y ayudarlos en sus fragilidades. Y eso es así durante toda la vida”. Por último, Francisco señaló que en los cuatro versículos de la Liturgia de las Horas está “el resumen de toda la vida de Jesús”. Entonces nos dicen que Jesús, al nacer, se hizo compañero de vida. Después, en la cena, se dio a sí mismo como alimento. Después en la cruz, con su muerte, se hizo precio: pagó por nosotros. Y ahora, reinando en el Cielo, es nuestro premio, para que vayamos a buscar lo que nos está esperando”.

 

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